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Demasiados enemigos

No es ningún secreto que los kirchneristas han basado "la construcción de poder" en una distinción tajante entre amigos y enemigos...

... de ahí la campaña furibunda que, no bien se instalaron en la Casa Rosada, libraron contra neoliberales, el FMI, menemistas, militares, empresarios extranjeros y otros a los que acusaron de ser responsables de todas las desgracias del país. La fórmula así supuesta les brindó resultados muy buenos, razón por la que, al suceder a su marido, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner no la modificó. Sin embargo, aunque entenderá que no le convendría ampliar todavía más la lista de enemigos, últimamente se las ha ingeniado para enojar a los docentes, al jefe de la CGT, Hugo Moyano, a las víctimas del choque de Once, a quienes no tienen más alternativa que la de usar los trenes para viajar a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires todos los días, a algunos empresarios "amigos", como los vinculados con YPF, y a los porteños que se sienten desprotegidos por la retirada de contingentes cada vez mayores de la Policía Federal ordenada por la ministra de Seguridad, Nilda Garré, con el propósito indisimulado de debilitar a Mauricio Macri.

También ha provocado grietas en el oficialismo, ya que muchos kirchneristas se sienten ofendidos por ciertas declaraciones de la presidenta misma y de integrantes de su gobierno, además de las peripecias poco edificantes del vicepresidente Amado Boudou. Puede que sólo sea cuestión de un mal momento atribuible a una depresión anímica pasajera, la que, para desconcierto de casi todos, hizo que ante el Congreso la presidenta haya confesado: "Créanme que tengo dudas de si vale la pena seguir adelante", pero lo que está ocurriendo es preocupante. Por ser la Argentina un país "hiperpresidencialista", sin instituciones bien estructuradas, la evolución de la imagen de Cristina es un asunto de gran importancia. Si por algún motivo se rompiera el lazo emotivo con la mayoría que, bien que mal, constituye el grueso de su capital político, el país no tardaría en precipitarse en una nueva crisis institucional de desenlace incierto.

Por cierto, Moyano dista de ser el único que sospecha que "el gobierno está perdiendo el rumbo". Comprometido como está con la idea de que en el marco del "modelo" todo seguirá mejorando, para frustración de los agoreros y de opositores resentidos, al gobierno le cuesta prepararse para una etapa que parece destinada a ser muy difícil. Es que, como suele suceder luego de una prolongada gestión voluntarista, tendrá que comenzar a pagar los costos de no haber invertido lo bastante en una amplia gama de servicios públicos esenciales, entre ellos los relacionados con el transporte y la energía. Por lo demás, si bien en los años últimos ha aumentado mucho el gasto –mejor dicho, la inversión– en educación, los resultados del esfuerzo así supuesto han sido decididamente magros. En cuanto a los subsidios cuantiosos con los que el gobierno ha procurado paliar las consecuencias de una tasa de inflación que está entre las más elevadas del mundo, y mantener funcionando a empresas privatizadas como las encargadas del transporte ferroviario y del suministro de energía, por falta de recursos el gobierno se ve constreñido a reducirlos, lo que tendrá un impacto muy fuerte en los bolsillos de casi todos los usuarios.

Según se informa, el índice de aprobación ostentado por la presidenta ha caído mucho a partir de la tragedia de Once. Aunque sigue siendo más popular que cualquier otro político –su único rival en tal sentido es el gobernador bonaerense Daniel Scioli–, se trata de una tendencia que podría profundizarse en las semanas próximas. A menos que Cristina logre reconciliarse con los docentes que, como es natural, se sintieron agredidos personalmente por lo que dijo en aquel discurso ante el Congreso, perderá el apoyo de amplios sectores de la clase media que contribuyeron a su triunfo rotundo en las elecciones de octubre pasado. Asimismo, todo hace prever que los sindicalistas, estimulados por la sensación de que el gobierno no está en condiciones de oponérseles y también, huelga decirlo, por la duplicación acaso justificada pero no por eso oportuna de los haberes de los legisladores, presionarán por aumentos muy superiores al 18% planteado por el Poder Ejecutivo apenas un par de meses atrás.