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Cuando ser padres nos convierte en amantes 

Por Yamila El Hasi. A veces, hay que hacer peripecias para compartir un momento de intimidad.

"Se durmió" suele ser el mensaje en código entre los padres que tienen bebés y quieren retomar la vida en pareja post cuarentena. 

Pero nada es tan fácil como parece. En medio de ese "se durmió", el o la bebé, detecta casi como si tuviera un radar que sus padres lo están dejando en su cuarto para realizar una actividad que no lo incluye. 

Desde ese momento en que baja un poco la adrenalina por la reciente paternidad, intentamos mantener la pasión viva entre pañales, vacunas, teta y horas de sueño. Entonces, todo lo que se idealizaba, nos cae como un balde de agua tibia (y no fría) para despabilarnos y decirnos: "no es como creían".

Todo se convierte en encuentros semanales (con suerte), porque quizás el día que finalmente el bebé se durmió temprano, las actividades o el cansancio no nos permitieron ser solo pareja. Las noches largas de salidas, algo de alcohol, amor y mucho ruido quedan atrás. 

Ya nada es como antes. Verdad. Ahora los encuentros son apresurados, regulados por una especie de chip mental y corporal que nos avisa que tenemos que apurarnos como si estuviéramos cometiendo una infidelidad. Casi como amantes. Nos escondemos, nos escurrimos, tratamos de que alguien no se dé cuenta de lo que estamos a punto de hacer. Todo ocurre casi en silencio porque ya no somos solo dos en casa. Toda una ceremonia para poder conseguir un ratito de intimidad que, a veces, tampoco funciona. Cuando creemos que por fin lo hemos conseguido “¡Paf!”, el llanto del bebé. 

Y es en ese momento, entre risas, cuando recordamos con nostalgia todo lo que hacíamos antes con total libertad, pero sin olvidar que nunca fuimos tan felices como ahora. 

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