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Corrompiendo a la infancia

Educar a un hijo es un problema que nos entregan sin habernos enseñado primero la tabla de multiplicar.

A veces nos sale bien, otras no tanto.Tal vez sea el momento de reconocer que además, esta cuestión es altamente injusta En este tema de la educación de los infantes hay puntos realmente muy oscuros, verbigracia: Si ellos tienen derechos. ¿Cuáles son las "obligaciones "que tienen?. Si tienen derecho a la educación, ¿no tienen la obligación de no llevarse catorce materias a marzo, incluida Dibujo? Otro si digo: si tienen derecho a comer, ¿no tendrían que, al menos, levantar su plato de la mesa y hasta, en caso de terremoto y situaciones igualmente excepcionales, llevar algún otro plato de la familia?

Como estos y otros muchos temas más, son sumamente confusos, una comienza por pedir que hagan algo, sigue por rogar, suplicar, amenazar... y termina en la extorsión o en transacciones de una vileza sin par.

La primera claudicación es "darles una mensualidad". Supuestamente esto los hará responsables con el dinero, en el fondo queremos evitar la batalla cotidiana de los "dame" y en la práctica es la manera más expeditiva que existe para descubrir cuántos caramelos se pueden comprar por el precio de cuarenta boletos de ómnibus y veinte meriendas. Superadas las broncas y los empachos que produce el fracaso de este método, descendemos aún más: les pagamos por acciones de solidaridad comunitarias como sacar la basura, lavar el auto o pasear al Boby. Y terminamos nuestro trabajo de corrupción ¡pagándoles! para que sencillamente, hagan ¡lo que están "obligados" a hacer!. Todo este desgobierno educacional, lejos de producirles confusiones, los ilumina. Cualquier criatura de sólo diez años que ha disfrutado de esta esquizoide pedagogía, ya conoce varias buenas maneras de ganarse la vida por el solo hecho de existir. Como adulta, confieso no haber descubierto ni tan siquiera una. ¡Mis respetos!

Castigos a propinarle

Cuando un niño entra en rebeldía escolar por ejemplo, hasta un prospecto de mayonesa explica a los padres que hay que ponerles límites... Adoro estos consejos elaborados por pedagogos sin hijos y/ o viejos abuelos amnésicos... ¡Andá a ponerle límite a un tigre de bengala sediento de sangre, armado con un palillo! Es que la pedagogía está llevando al gremio de los padres a una situación insostenible. Los castigos a los niños están muy mal vistos y hasta tienen un número para denunciarnos ( ¡Y nosotros, los padres, ¿a quién llamamos? ¿Hay un 0800 con Dios?) Indefensos frente a las hordas infantiles, entonces, se acude a las penitencias. Cuanto más extremas más insostenibles. Cierta vez dejé sin salida a uno de mis adolescentes hasta que no cumpliera los cuarenta años...

¿Pero quién se aguanta más de un día los portazos y caras de culos de un bestia rebosante de hormonas?. Por supuesto que no cumplí. Como veo que tampoco cumplen los padres nuevos. Porque los castigos cambian, lo chicos no.

Es hora que asuma el riesgo de ir presa pero reivindico firmemente las pequeñas torturas en casos extremos: un buen tirón de pelo (bien disimulado), un pellizco igualmente artero y, si hemos perdido absolutamente el control de la situación, una buena patada en el culo, que nos deja siempre con el mismo consuelo..! ¡jamás damos en el blanco! Y siempre es en defensa propia...