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Colectiveros: el dilema de cumplir con las normas o con los horarios

* Por Pablo Tomino. "A la empresa lo único que le importa es que hagamos el recorrido en horario. Si matás a alguien en el camino, se olvidan de vos. A lo sumo te dirán que sos un idiota".

Nota extraída del diario La Nación

El chofer de la línea 68, que une el puente Saavedra con Once, pone primera y sale desde la estación terminal de Vicente López con el interno asignado. Lleva siete minutos de atraso de la vuelta anterior y ni siquiera pudo bajar para estirar las piernas o fumarse un cigarrillo.

Su caso puede tomarse como representativo de lo que les pasa a los miles de choferes de colectivos: si en un día hábil respetan a rajatabla las normas de tránsito (semáforos y velocidad máxima) y las paradas, es casi imposible que cumplan en horario los recorridos asignados. En ese caso, pierden tiempo de descanso y sufren reprimendas.

El chofer, al que se le garantizó la reserva de su nombre y que será mencionado como Marcos, pertenece a la empresa Transportes Sesenta y Ocho SRL. Aceptó la propuesta de LA NACION de hacer un recorrido completo cumpliendo con las normas de tránsito y respetando las paradas: llegó 33 minutos después de lo esperado. Dice que luego deberá resignar tiempo libre y se ganará un reto.

En el recorrido, Marcos explicará por qué el tiempo de la planilla los empuja a él y a varios choferes a cruzar semáforos en rojo, exceder la velocidad, no respetar las paradas establecidas o desviar el recorrido, entre otras faltas recurrentes que se observan en la Capital.

Desde la empresa niegan eso: sostienen que los colectiveros nunca resignan su descanso y que sólo son sancionados si llegan antes de los establecido.

El coche de la línea 68 parte de Puente Saavedra a las 18.35 rumbo a Plaza Miserere, adonde debería llegar, por planilla, a las 19.17. Es un día laborable, por lo tanto, el tránsito es caótico. A este coche sube también Viviam Perrone, integrante de la Asociación Madres del Dolor y madre de Kevin Sedano, muerto en un accidente de tránsito en 2002.

En la primera parada, el chofer arrima el ómnibus bien al cordón para que suba una señora mayor. "Por fin querido, nunca paran acá. Es la primera vez que me lo acercan. Gracias, nene", le dice la mujer. "Estacionar junto al cordón pocas veces lo podés hacer. Primero, se pierde mucho tiempo; segundo, hay árboles torcidos que no te dejan acercarte", cuenta Marcos.

Apenas lleva 15 cuadras a velocidad moderada y de detenciones acordes con lo deseable y el GPS que tiene instalado la unidad le advierte que suma 11 minutos de atraso. "Ves, mirá, yo tengo 20 minutos de descanso por vuelta. Si no recupero este tiempo no tengo descanso. Y un día lo hacés, pero al segundo ya querés parar para relajarte un rato. Mi turno es de ocho horas, con un franco por semana. Si laburás 12 horas de corrido, como pasa, sin descanso no podés hacerlo, te dormís", dice Marcos, quien cuenta que su salario ronda los 7200 pesos en la mano.

En la parada de Juramento, otro colectivero de la línea 68 se suma al recorrido, aunque como "espectador". Dice: "Acá el horario es lo que a varios choferes los obliga a correr. Si nosotros hacemos la vuelta rápido la empresa cumple el servicio con menos unidades y menor costo. Esto nadie lo dice. Pero a los directivos no les importa la seguridad vial. De hecho, la empresa paga las multas de tránsito, nosotros no", dijo el conductor "acompañante", y a quien en esta nota se lo llamará Miguel.

Consultado por LA NACION, el socio gerente de Transportes Sesenta y Ocho SRL, Adrián Marzoa, dijo que todos los choferes tienen descanso obligatoriamente.

"Por más que lleven el atraso que estima el GPS, los choferes tienen 15 minutos de descanso cuando llegan a Once y cinco minutos en Puente Saavedra. Y se los toman rigurosamente. Nosotros no sancionamos los atrasos, sólo castigamos, con uno o dos días de suspensión, las llegadas antes a las paradas. El horario es clave para la organización de los servicios, pero no es determinante", dijo Marzoa. La empresa controla a los choferes con cinco inspectores en la calle.

Mientras Viviam Perrone recibe a bordo reclamos de los pasajeros que la reconocen -piden, por ejemplo, que "los colectivos respeten a los peatones cuando doblan en avenidas", se les dice a los choferes que nunca hay una buena excusa para pasar un semáforo en rojo.

"Mirá, a veces, cuando venís embalado y te cambia al amarillo, no podés frenar. Y menos un día de lluvia, porque podés causar un mal mayor. Tendrían que poner un verde titilante", dice Marcos. Miguel agrega: "A veces nos culpan a nosotros, pero los peatones cruzan muy mal. Igual, si uno tiene la desgracia de matar a alguien, la empresa se lava las manos y nos defiende un abogado particular. Hay choferes que andan muy locos por la presión del horario y otros, como yo, que no. Pero a mí ya me dijeron que tendría que buscarme otro trabajo".

Marzoa, el gerente de la empresa, desmintió esta situación: "Nosotros inculcamos a los choferes que primero está el pasajero, segundo el chofer y tercero la unidad. Si en algún accidente hay una víctima fatal, nosotros respondemos por la empresa y el chofer debe afrontar él la causa penal que le cabe en consecuencia. Pero el horario de las planillas no es una prioridad para nosotros".

El ómnibus llega al cruce de Santa Fe y Pueyrredón con 19 minutos de atraso. De pronto, Marcos se exige para evitar la colisión con un automóvil. "De estas situaciones peligrosas tenemos diez por día. Si chocamos de frente nos despiden, así que siempre intentamos esquivar lo que se nos presente adelante", dice Miguel. Marcos asiente.

En cambio, el gerente de la línea 68 aseguró que nunca despidieron a un chofer que chocara de frente. Pero sostuvo: "Sí se los ha sancionado severamente, pero siempre se les conservó el puesto de trabajo".

Desde el GPS, la empresa les advierte si deben hacer un cambio de recorrido, ya sea por un piquete o bien porque necesitan que el coche ya esté nuevamente en la cabecera. "Hay veces que Pueyrredón se atasca y nos hacen desviar para llegar más rápido. El tema es que si tenés una marcha y hay embotellamiento, hay que llegar en horario igual. Y uno quiere mantener su trabajo y hacerlo lo mejor posible", dice Marcos, que llega a Plaza Miserere a las 19.50, 23 minutos más tarde de lo establecido. En consecuencia, se acomoda para volver a salir rumbo a Puente Saavedra en breve.

Segundos antes, en la soledad de un colectivo vacío y mientras acomoda el pin con la foto de su hijo Kevin, que siempre lleva puesto, Viviam Perrone deja a LA NACION una reflexión de la experiencia del viaje y de la charla con los choferes: "Es increíble cómo lo económico está por encima de todo, incluso por encima de la vida humana".

Un reto imposible de cumplir

Si no manejan al límite, los viajes son más largos de lo pautado

  • 18.35
    A esa hora partió desde Puente Saavedra el coche de la línea de colectivos 68 en el que viajó LA NACION en un día laborable. A las 15 cuadras, la unidad ya llevaba una demora de 11 minutos
  • 19.17
    Hora prevista de llegada a la cabecera de plaza Miserere, según la planilla de la empresa. El total del recorrido desde Puente Saavedra, según el horario prefijado, debe cumplirse en 42 minutos
  • 19.50
    Horario de arribo a plaza Miserere, con 33 minutos de demora. En el cruce de Santa Fe y Pueyrredón, uno de los más caóticos, ya sumaba 19 minutos de atraso
  • 20 minutos
    Es el tiempo de descanso que tienen los choferes de la 68 al término de cada vuelta: 15 minutos en Once y 5 en Saavedra; los colectiveros dicen que con las demoras se los descuentan