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Caso Sandra, la orangutana: sensaciones de una jueza que luchó por su libertad

Por Elena Liberatori. Nunca he dudado que los animales pudieran ser sujetos de derecho. Es más nunca entendí cómo para el Código Civil argentino aún son “cosas”.

Esta semana que ha pasado fue muy movilizante para mí. La derivación de Sandra (la orangutana que vivía en el Ecoparque) a un santuario de USA se ha concretado y luego del periodo de cuarentena, podrá finalmente habitar un ambiente digno de ella con árboles, silencio, congéneres y una atención y cuidado de compromiso y amor hacia ella.

Si me preguntan cómo fue que la declaré “persona no humana”, debo remontar mi memoria a enero de 2015, cuando en Francia se incluyó en el Código Civil a los animales como “seres sintientes”. Esto va de la mano de la Declaración de Cambridge de julio de 2012 realizada por numerosos científicos en neurociencias y apadrinada por Stephen Hawking donde se manifiesta al mundo que “el peso de la evidencia indica que los seres humanos no son los únicos que poseen los sustratos neurológicos necesarios para generar conciencia.” El mundo filosófico y de las ciencias sociales también está interviniendo en repensar la cuestión animal y nuestra relación con ellos.

Nunca he dudado que los animales pudieran ser sujetos de derecho. Es más nunca entendí cómo para el Código Civil argentino aún son “cosas”.

No es menor la diferencia. Si son seres sintientes y sujetos de derechos, eso significa límites para nosotros, los humanos. Pensemos en los animales de espectáculos como los acuarios o las jineteadas. O en los animales de experimentación. O en aquellos detrás de los cuales hay grandes intereses económicos (por caso, la industria frigorífica o las actividades deportivas de elite como el polo).

Estoy convencida que tal como lo plantean los filósofos, tenemos que cambiar el paradigma de que el ser humano es el centro de todo. Es decir, cambiar la mirada antropocéntrica.

Ahora bien, si en el centro ponemos a la Naturaleza, y dejamos de sentirnos por encima de ella -con las consecuencias horribles a las que estamos asistiendo, como los incendios del Amazonas-, esa nueva mirada nos llevará a ver todo de otro modo, más en paz con la Madre Tierra, la Pachamama.

Como he señalado en la sentencia del Caso Sandra, los seres humanos hemos abusado y considerado inferiores a seres de nuestra misma especie (mujeres, esclavos negros, pueblos originarios) y a lo largo de nuestra historia algunos de estas injusticias se han podido revertir o al menos atenuar las consecuencias de dichos abusos, no sin mucho dolor y crueldad mediante. 

Declarar a Sandra como “ser sintiente”, “persona no humana”, tuvo de mi parte, el objetivo de poner en nuestros pensamientos y creencias, la necesidad de cambiar el modo en que venimos relacionándonos con los animales, que hasta hoy asigna preferencia a la muerte y no la vida.

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