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Brasil, liderazgo y nuevos desafíos

El país sudamericano más poderoso, con mayor dinamismo económico y social y con la más alta proyección internacional está, a partir de esta semana y por primera vez en su historia, gobernado por una mujer.

Dilma Rousseff asumió la presidencia de un Brasil destinado a tener un creciente protagonismo, con indiscutidas condiciones de liderazgo regional pero con enormes desafíos internos, desde la extrema desigualdad hasta el avance de la inseguridad y la criminalidad organizada.

Durante las dos presidencias de Lula, el Brasil produjo notables avances en su crecimiento económico interno y externo, con políticas sociales activas que permitieron entre otras cosas un descenso de la pobreza y una notable expansión de los sectores medios.

Estas políticas fueron posibles, a su vez, por la estabilización y las reformas realizadas por su antecesor Fernando Henrique Cardoso. De tal modo, con una alternancia en el poder entre coaliciones de centro y centroizquierda, la democracia brasileña transitó continuidades, políticas de Estado y grandes consensos transformadores, en lo que puede computarse como un modelo exitoso de desarrollo económico y político.

Será por eso que Lula terminó su segundo mandato con índices de popularidad nunca antes alcanzados por otro presidente. Su sucesora, del mismo partido –el PT–, ha mostrado probadas capacidades de gestión y personalidad propia como para liderar la nueva etapa. Esta se caracterizará, según el propio señalamiento del nuevo Gobierno, por la necesidad de atender a los aspectos más vulnerables de carácter social y ambiental, y fortalecer las capacidades institucionales para atenuar las desigualdades, combatir la pobreza y la inseguridad y contribuir al progreso de la democracia en la región.

Para nuestro país, que tiene en Brasil a su principal socio comercial y político en el Mercosur, el inicio de la presidencia de Dilma debería servir para revitalizar y profundizar los vínculos bilaterales.

Dilma Rousseff asumió la presidencia de un Brasil destinado a tener un creciente protagonismo, con indiscutidas condiciones de liderazgo pero con enormes desafíos internos.