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Avance histórico para Palestina

La admisión de Palestina como miembro pleno de la Unesco, además del reconocimiento de un legítimo derecho, implica la apertura de nuevas vías hacia la consolidación de la paz.

El pueblo palestino, aunque todavía no tiene un Estado reconocido por la comunidad internacional, obtuvo recientemente una histórica victoria política, al ser aceptado como miembro pleno de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

En realidad, los palestinos no tienen un Estado pero sí tienen un territorio –en Cisjordania y Gaza– y un gobierno, la Autoridad Nacional Palestina (ANP), que tiene relaciones e incluso suscribe acuerdos con otros países, incluso con Israel. O sea que es un Estado embrionario o en gestación. Y todos, hasta los israelíes, están de acuerdo en que Palestina tendrá que ser algún día un Estado de pleno derecho.

Hubo un momento, después de los acuerdos de Oslo, en que ese objetivo parecía estar al alcance de la mano. Pero las diferencias y los choques que ocurrieron después impidieron su concreción. Sucede que un Estado palestino es totalmente necesario para garantizar un proceso de paz sólido y duradero, con fronteras seguras para ambas partes y una relación normal entre Israel y Palestina.

Ha corrido mucha agua bajo los puentes –sobre todo, mucha sangre– desde la guerra de 1967, cuando Israel confinó a los palestinos a Cisjordania y la Franja de Gaza y se apropió de toda la ciudad de Jerusalén, que hasta entonces era un lugar de culto de tres religiones: la cristiana, la judía y la musulmana.

Volviendo a la resolución de la Unesco, adoptada por 107 votos a favor, 15 en contra y 52 abstenciones, debe ser considerada positiva al menos en dos aspectos: por un lado, es el reconocimiento a un legítimo derecho; por el otro, puede ser un antecedente para futuras negociaciones.

Seguramente el próximo escenario internacional para tratar la cuestión palestina será la venidera Asamblea General de las Naciones Unidas, aunque se trata, por cierto, de una instancia diferente, pese a que la Unesco depende de la ONU.Lo cierto es que el camino más seguro es volver al espíritu de los tratados de Oslo, es decir a una negociación directa entre palestinos e israelíes, que debe culminar esta vez en un acuerdo definitivo. Porque un Estado palestino que no sea reconocido por Israel no es la solución de fondo, ya que continuarían con seguridad las turbulencias y los enfrentamientos casi cotidianos.

Nada es ni será fácil en Medio Oriente, y ni siquiera la Primavera Árabe ofrece la garantía de una paz duradera. El mundo entero aplaudió la caída de los regímenes autoritarios y dictatoriales y apoya los esfuerzos de democratización en esa región. Pero la paz definitiva es un objetivo que tal vez tarde mucho más tiempo en concretarse. Paz para Palestina, paz para Israel y paz para todo el Medio Oriente.

En ese empeño debe comprometerse toda la comunidad internacional.