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Amor y primavera

Con la llegada de la primavera siempre hay una amiga que se enamora.

Generalmente son jóvenes, aunque el peligro acecha hasta la misma muerte. Cuando eso ocurre, cuando una amiga cae fulminada por el amor, no sólo atravesada por la flecha de Cupido sino aplastada por Cupido mismo (que era bastante gordezuelo), sé que debo preparar la oreja para escuchar... siempre lo mismo!

Es un ataque que no respeta ni edades, ni condición social, ni grados de inteligencia o títulos universitarios. Cuando ocurre, una mina hasta ese momento deliciosa, se transforma en un ser babeante de obviedades y con una obsesión perforante. Encabeza el discurso la definición del amado que siempre es "un divino total". De este hecho no hay más pruebas que la perturbada mirada de mi amiga. Es probable que él sea un nabo, o pertenezca a la mafia china, datos que se sabrán cuando la historia termine. Entonces habrá que escuchar el relato a la inversa y ver cómo ese hombre que estuvo en el pedestal, venerado hasta por las palomas, se transforma en una asquerosa cucaracha de cañerías (mientras una sabe que ambas cosas son falsas porque el odio distorsiona tanto como el amor).

Después de la descripción de ese ser maravilloso viene la duda: él es un divino, pero cuando me dijo hasta mañana, ¿qué me habrá querido decir? porque me lo dijo como si estuviera pensando... Es inútil y hasta grosero decirle que un varón es como un best seller, por mas apasionante que sea nunca acepta una doble lectura... Además para mentir les falta lo que a las mujeres les sobra: palabras. Son naturalmente más parcos que nosotras, lo que nos vuelve mutuamente exasperantes.

Otra de las cosas que torturan a una enamorada es el fantasma de la otra, que claramente le rompería el corazón a la pobre sufriente. Tampoco hay que aumentar sus penas, con este maldito cinismo de los años, y decirle que la otra, a la larga, no tiene la menor importancia. Que cuando un varón está gozosamente con ellas, esa es la eternidad. Que hay algo de la libertad interna, que se use, o no se use, siempre está lleno de fantasía pulposas, o recordarle que todas tenemos algún otro, aunque más no sea un Richard Gere que galopa en los sueños de la mina mas "seria". También habría que aclararle que cuando una mujer no tiene la menor inquietud por celos, generalmente ya le ha cortado los testículos a su hombre y los tiene clavados en la pared, o más sencillamente porque está celosa... de otro.

Valga una comparación rastrera, pero los varones son como la ropa de saldos: si nadie más que una tiene interés en esa pilcha que queremos, siempre pensamos que nos gusta una porquería. Sufren también por el deseo de estar juntos, de convivir, ¡ay, si supieran que mal negocio están deseando! Pero una vez más me callo.

Si la enamorada es una jovencita ya lo aprenderá con la vida, si es una veterana, ¡que se joda! Las mas chicas se quejan mucho de la falta de compromiso de los pibes de ahora, las más intelectuales citan el famoso "amor líquido" de estos tiempos. Cuando llegamos a esa altura de un relato ya estoy mortalmente cansada... pero en mis épocas (digamos desde el pleno virreinato) nunca he visto un varón cuyo sueño sea casarse y mantener una familia. Me parece que tienen otros sueños, como ser campeones en algo o liberar un continente, todos trabajos más fáciles que hacerse cargo de una familia.

Pueden desmentirme, pero a mí casarme me dio un trabajo extremo (aunque hay tomar en cuenta que era fulera)

Pero para terminar con mis consejos de Vieja Vizcacha muda... ¡cómo extraño cuando sufría de ese amor incierto! Sólo la vida enseña que era una maravillosa manera de sufrir.