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Alejandro, el joven ‘GH’ en conflicto con su sexualidad

Por Agustin Gallardo Tiene 26 años y es uno de los veinte participantes de Gran Hermano. Sufre de disforia de género y entró al reality para poder realizarse una operación que cambie su vida.

Si alguien pensaba que en materia de reality shows lo había visto todo, se equivocaba. El caballito de batalla de la nueva edición de Gran Hermano se llama Alejandro Iglesias, y es un joven de 26 años que ingresó a la casa con una ambición, la de llegar a la final para ganar 400 mil pesos y poder hacerse una ansiada cirugía de cambio de sexo.

Alejandro sufre lo que se conoce como disforia de género, es decir, tiene una disconformidad entre el sexo de nacimiento y el percibido como propio. “Juego por un motivo económico. Estoy esperando una operación de reasignación de sexo para la cual se necesita una prótesis de pene muy cara y, además, porque creo que es una forma para empezar a abordar un tema tan desconocido como lo es la disforia de sexo”, sostuvo antes de entrar a la casa. Si bien al comienzo Alejandro dio sus primeros pasos de forma tímida e insegura, el jueves pasado le contó a un grupo de participantes de la casa su historia.

“Soy trans”, disparó, dejando a todos con la boca abierta. Tanto para la familia de Alejandro, como para sus amigos y seres queridos, su ingreso al reality ha sido muy movilizador. “Es fuerte verlo en la tele, pero a la vez, es un poco lo que él quería, poder contar su historia”, cuenta a PERFIL Majo, una amiga suya que fue la encargada de convencerlo de participar del reality.

“Lo ayudé a cargar los videos, llenar los formularios de inscripción y demás. Me pareció la mejor manera de que pudiera contar al resto de la gente lo que le pasa”, agrega Majo. A otros, en cambio, los sorprendió. “Amigo, estoy muy triste, tanto tiempo hablando y dándonos un apoyo con la vida, y me vengo a enterar por la tele de lo que te pasaba. Igual como siempre te voy a apoyar y ahora a darte muchos votos”, posteó en el muro de su Facebook Anabel, otra amiga. Lucha.

Alejandro nació con el sexo femenino. Se llamó Silvia y, ya desde la infancia, aquello de jugar con muñecas y vestirse de mujer empezó a incomodarlo. Fue en el comienzo de la adolescencia, cuando se dio cuenta de que quería ser hombre.

Su familia, compuesta por sus padres y sus nueve hermanos (seis mujeres y cuatro varones), apoyó su decisión. Varios de sus hermanos, al ser consultados por PERFIL, prefirieron no hacer ningún tipo de declaración. En Facebook, fue Patricia, una de sus hermanas, la que se animó a exteriorizar sus emociones. “¡Tiene más huevos que cualquier macho nacido así!”, posteó.

En épocas de secundario Alejandro se cortó el pelo, se inyectó hormonas y empezó a concurrir al gimnasio para sentirse más seguro de sí mismo. Pronto empezaron a llamarlo Ivi y las amigas de sus hermanas elogiaban “lo bueno que estaba”.

Según contó él esta semana en GH, fue recién hace cuatro años cuando aceptó su condición de hombre, tiempo durante el cual estuvo de novio con una chica llamada Laura, con quien se peleó hace poco tiempo.

“Los padres de la chica hicieron lo imposible para que se separaran”, contó una de su hermanas a un semanario. A Alejandro le gusta mucho dibujar. “Hasta hace un tiempo trabajó en el rubro de la joyería haciendo moldes y trabajos en plata, para lo cual tiene muy buena mano”, cuenta su amiga Majo.

Poco tiempo antes de entrar a la casa, estaba entre anotarse en el CBC para Psicología y el de Arquitectura. Sin embargo, para arrancar alguna carrera, le falta rendir una materia que adeuda del secundario.
 
“No la rindió todavía, justamente por el tema de su condición. La materia es Educación Física, y a él lo obligaban a rendir con las mujeres. Por esto trató de postergar lo más posible el momento de presentarse. Sé que en el último tiempo estaba entusiasmado con terminar”, explica Majo.

Es su computadora el medio que él elegía para expresarse. Más de una vez contó que sufría por no poder dormir bien. “1.50 am y mi cerebro no se duerme ni con medio Clonazepam, tengo sueño”, posteó hace poco. En otro pasaje, puede verse un comentario en alusión a la muerte de Néstor Kirchner: No sé mucho de política pero tengo que decir desde que los Kirchner subieron, me empezó a interesar el tema (...) Admiro a Cristina y a Néstor como la gente grande admiraba a Perón y Evita. Tengo mucha bronca, ojalá Cristina no baje los brazos”.

Pero sin dudas lo que Alejandro ama es el gimnasio. “Iba todos los días, se la pasaba todas las tardes ahí”, dijo una amiga. “Es su pasión, le ha modificado su autoestima”, agregó a PERFIL Ignacio Herrera, dueño de Warrior, el gimnasio al que concurre Alejandro. “Es una persona muy sensible, transparente, y no le gusta ser el centro de atención. Creo que está bien que entre a Gran Hermano, ya que lo que él necesita es el dinero y no su fama. Quiere ser valorado por lo que él es, y no por lo que se piensa de él”, agregó.

“Sé la ansiedad que tiene Alejandro” Sergio Gabriel Pérez Naya es la primera mujer argentina que se sometió a una operación de cambio de sexo y completó todas las etapas, incluyendo la extirpación de mamas e implantación de la prótesis peneana. Fue en abril de 2006, cuando este ahora hombre de 50 años concretó su sueño y dejó legalmente de llamarse Silvia Cristina.

“Lamento que se tenga que exponer demasiado Alejandro en Gran Hermano. Cuando lo vi me dio mucha pena por él, porque sé lo que está esperando y la ansiedad que tiene”, confiesa a PERFIL Gabriel. Al igual que Iglesias, Gabriel fue tentado por un reality show para dar a conocer su historia. “Se llamaba Cirugías del alma y, a cambio de que yo les diera la primicia, ellos me pagaban la prótesis, que en ese momento salía 9 mil dólares. Por supuesto, hicieron lo que quisieron, me atrasaron como cinco meses la operación. Las necesidades te llevan a hacer cosas que no son muy convenientes. Los realities negocian con la necesidad de la gente, por eso me da pena. Me juego entero las que tengo ahora, que no va a ganar. Dios quiera que sí, pero la misma productora se va a encargar de hacer que algo le salga mal cuando él no quiera exponer lo que ellos quieren”, asegura Gabriel, quien vive en Mar del Plata, está en pareja y tiene un hijo de cuatro años.

Y finaliza: “Yo pude seguir haciendo una vida normal, y traté de exponerme lo menos posible. Pero una vez que entrás en todo ese ruedo es difícil salir. Espero que eso no le pase a Alejandro”.