Alejandro Dolina: “Las redes acercan, pero al precio de volver más anónima la comunicación”
Alejandro Dolina repasa en esta charla exclusiva los temas que marcaron su vida y su obra, reflexiona sobre los argentinos, comparte anécdotas sorprendentes y deja su mirada única sobre la cultura y la sociedad actual. Una conversación mano a mano para Infoveloz.
Alejandro Dolina casi no necesita presentación. Ícono de la cultura argentina, ha dejado su huella en la radio, la televisión, el cine y el teatro, y también se luce como músico y escritor.
Hoy sigue fascinando a públicos de todas las edades con su humor, su erudición y su mirada única sobre la vida y la sociedad en La Venganza Será Terrible, por AM750. Cada jueves sube al escenario del Picadero junto a Cora Barengo con su espectáculo La noche extraviada o los libretistas del mundo. Figura multifacética, Dolina continúa marcando la agenda cultural argentina.
En esta charla íntima con Infoveloz, observa con precisión el ADN de los argentinos y propone su propia definición de quiénes somos y qué costumbres conservamos.
A lo largo de la conversación, aborda las problemáticas de la industria editorial, analiza los efectos del streaming, las redes, los algoritmos y los nuevos canales que moldean hoy el consumo cultural, y ofrece su perspectiva sobre cómo estos cambios influyen en nuestra manera de pensar, de leer y de vivir la cultura.
Finalmente, comparte su visión sobre el futuro de la cultura argentina, con la mezcla justa de ironía, humor y lucidez que lo caracteriza.
Mariela Blanco: Alejandro, no he podido encontrar el verdadero ADN argentino (o quizás no lo haya). ¿Usted cómo nos definiría?
Alejandro Dolina: No es tan fácil saber cuál es realmente el ser argentino. Hay que buscarlo con mucha paciencia. Encontrarlo y ponerlo como una circunstancia que puede cambiar de un momento a otro. Y también, me parece a mí, con mucho humanismo y sin buscar oposiciones, sino coincidencias. Hay muchas maneras de ser argentino. Me gusta buscar las cosas que nos enorgullecen de serlo. Los argentinos tenemos una dotación de buenos escritores más que de buenos empresarios, por ejemplo.
P: Usted ha sido testigo de muchos ciclos del país, de sus entusiasmos y desilusiones. ¿Qué lo sigue conmoviendo de la Argentina?
A.D.: Me conmueven los muy buenos artistas que tiene la Argentina. Tradicionalmente hemos tenido escritores extraordinarios. Siento orgullo por nuestro Borges, por Cortázar, por Marechal, por tantos autores maravillosos. Y también por los músicos: por Piazzolla, por Gardel, por todos esos artistas que nos llenan de felicidad. Menciono, incluso en el caso del teatro, a tantos directores y docentes que también nos llenan de orgullo. Podríamos decir que ese talento cultural es el patrimonio intangible más grande de los argentinos. Y habría que incluir a quienes estudian, a los científicos. Hoy la física y la química son también una forma artística, ¿no?
P: Hablemos de medios tradicionales y nuevos canales, ya que la radio fue siempre un territorio suyo, casi una prolongación natural de su pensamiento. ¿Cómo convive hoy con el mundo digital?
A.D.: Creo que las redes un poco acercan, pero al precio de volver más anónima la comunicación. Al precio de no estar. Estamos ausentes. Cuando alguien se comunica con nosotros a través de las redes, en realidad no estamos. No es la misma relación que uno puede tener cara a cara. No lo vemos nunca. El que dice ser quien es, puede no serlo. Son distintas maneras de comunicarse. Algunas son naturales, cercanas, ligadas al amor y al afecto. Otras, en cambio, propias de la red, donde cada uno cumple con una suerte de identidad secreta. Somos como Batman y Robin, pero en realidad somos Bruce Wayne. Uno funciona como otra persona, construye otra identidad. También podría decirse que siempre adoptamos otras identidades, pero pensar que somos algo imposible de abarcar sería, quizá, un objetivo demasiado pesimista.
P: Usted viene de una tradición de lectores de papel, de olor a tinta. ¿Cómo ve hoy la industria editorial? ¿Qué siente que se perdió y qué se ganó con Amazon? ¿Leyó alguna vez un libro digital?
A.D.: No. No, no. No por superstición, sino por simple comodidad intelectual. Me resulta más atractivo el papel. Nunca leí un libro digital, simplemente por eso, por comodidad intelectual. Manipular un libro me resulta familiar; en cambio, manipular redes me parece más complicado. Ahora tengo una costumbre nueva. Leo con un lápiz en la mano. Forma parte de la obligación de buscar cosas interesantes para comentar después en la radio. Subrayo, con la esperanza de encontrar algo que me sirva. A veces encuentro libros marcados por otros y no entiendo qué quiso decir el lector anterior. Incluso me ha pasado con marcas mías que no distingo lo que quise anotar, como si hubiera cambiado de código, como si yo mismo hubiera cambiado.
P: Le confieso que a mí me avergüenza que me conozcan por mis marcas…
A.D.: Claro, a mí me gusta hacer comentarios graciosos al margen. Escribir “acá te agarré”, solo para molestar, o poner algún insulto, tipo “¡pero qué sinvergüenza!”.
P: ¿Le puedo preguntar qué está leyendo ahora?
A.D: ¿Qué estoy leyendo ahora? Yo estoy leyendo varios libros al mismo tiempo, y uno que estoy leyendo ahora, que me lo acabo de comprar, porque era un libro que yo tenía, lo busqué, no lo encontré, o lo perdí, o me lo afanaron. Y me volví a comprar un libro de Paul Johnson que se llama Intelectuales. Me está sucediendo como si yo no lo hubiera leído, que no me acuerdo en absoluto.
P: ¡Qué bueno sorprenderse dos veces con el mismo libro!
AD: Tengo esa costumbre de releer. Es raro. A lo mejor no lo leí (risas). El olvido no está mal. Me gusta reencontrarme con cosas que yo creí que conocía y resulta que no.
P: Si tuviera que dar un consejo a un autor joven, ¿qué le diría?
A.D.: Renunciaría a dar consejos. Pero creo que, ante este momento complejo, un consejo para un escritor joven sería que no se apure. No sea cosa que se le escape algo importante. Hay escritores apurados, que parece que no tienen tiempo para corregir.
P: ¿Usted se corrige mucho?
A.D.: Sigo revisando el texto después de publicada mi obra, para ejercer el arrepentimiento.
P: Sé que estoy abusando y sobrepasé los minutos que le pedí para esta entrevista, pero ¿cómo ve o cómo sueña la cultura argentina de acá a 20 años?
A.D.: Veinte años para adelante hay que ser adivino… pero creo que la cultura argentina es mejor que la política argentina, que el empresariado argentino y que la economía argentina. Creo que es mejor que casi todos los otros ámbitos de nuestra Patria en los que por ahí no destacamos tanto.
Esta es apenas una parte del encuentro con Alejandro Dolina.
Escuchá la entrevista completa en YouTube:
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