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Aborto: los errores de la sociedad que deben pagar los más indefensos

El proyecto que propone la muerte de quienes no pueden decidir por sí mismos para solucionar nuestras falencias más profundas como nación.

El debate acerca del aborto llegó a nuestro país de manera formal de la mano del proyecto denominado "Interrupción Voluntaria del Embarazo", tratado en el Congreso Nacional este martes. El nombre con que fue rotulada la iniciativa, "interrupción voluntaria", deja a simple vista la condición de eufemismo poco decente con la que se enmascara el asesinato más cruel que se puede cometer: el de un bebé o el de una persona en su estado embrionario. Es decir, un ser que se caracteriza por su indefensa absoluta.

Los defensores de este crimen - quienes sí tienen la posibilidad de ejercer el derecho a hacer respetar su vida -, que va en contra de la ponderación de la vida por sobre todas las dificultades y males que nos aquejan; sostienen que la mujer, quien sufre cambios radicales en su organismo durante el tiempo de gestación, dispone de la postead de decidir qué es lo que debe ocurrir con su cuerpo.

Como hombre, resultaría injusto opinar acerca de este punto, por razones obvias. Por eso decido expresarme como ser humano, que, desde la razón, considero que el egoísmo de esa actitud es sencillamente penoso. Las asociaciones que bogan por el derecho de asesinar a personas que aún no han conocido este mundo sostienen que en Argentina se realizan 500 mil abortos por año de manera ilegal y que las muertes por la realización de este procedimiento resultan alarmantes.

La pregunta es: ¿por qué las personas llegamos a esa situación?, ¿qué nivel de inconsciencia es el que nubla nuestra razón a la hora de realizar acciones que van a determinar la existencia de otros seres humanos? Los mismos defensores del aborto explican que existen circunstancias en las que las madres fueron víctimas de una violación.

Una persona racional podrá entender que algunos sectores de la sociedad se ven privados de beneficios tales como educación sexual y acceso a métodos anticonceptivos, por desconocimiento. Quisiera preguntar: ¿acaso los bebés que son fruto de actos indignos tienen la culpa de la crueldad que rige esta sociedad?, ¿deben ellos pagarlo con su propia muerte?

 Me gustaría pararme en la vereda opuesta a esa postura. Podríamos pensar que de lo malo puede nacer - aprovechando el sentido de la palabra - algo bueno, quizás un milagro para una pareja que tanto desea criar un hijo o una hija y cumplir con un sueño que se torna difícil, como sucede con tantas otras circunstancias de la vida. Una vida de la que nadie debería verse privado.