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"A veces, cambiar un pañal se pone díficil"

* Por Damián Glombovsky. Felipe Colombo y su rol como padre. Cuando llega a su casa, el actor disfruta de Cecilia -su mujer- y Aurora, la pequeña hija de ambos.

Hace cine y ensaya una obra de teatro y forma parte del elenco de Herederos.

Eso sí, reconoce que en ocasiones el hogar dulce hogar puede transformarse en un verdadero caos.

Se levanta temprano a la mañana y parte a Don Torcuato, a los estudios Baires donde a las 8 am comienzan las grabaciones de Herederos de una venganza.

Regresa a su casa por la tarde para estar con su hija, pero sólo por un rato porque luego parte de nuevo -fue así hasta esta semana por lo menos- a los ensayos de Noche de Reyes, la obra que protagoniza con Laura Azcurra, y que pueden durar hasta las cuatro de la mañana. En el medio están algunos pilotos, propuestas de trabajo para estudiar y próximamente la promoción del filme Solos en la ciudad, donde actúa con Sabrina Garciarena. "Este es el momento donde hay que salir a matar el jabalí para llevar alimento -explica Felipe Colombo-.

Moverse, estar en la chuleta, como dicen en México. El año pasado fue de poco trabajo pero éste, por suerte, viene bien cargado y hay que aprovecharlo".

-¿Qué hacías el año pasado cuando tenías más tiempo libre?

-Hice de papá y muy primerizo, porque mi hija (Aurora) había nacido en noviembre del año anterior así que era chiquita.

La paternidad es una buena energía, un buen motor que se activa en esta situación nueva para mí que es tener una hija, una pareja y una casa.

-Es toda una responsabilidad.

-Es la responsabilidad de mi vida. Lo difícil es a veces combinar ese motor, esa necesidad, y la urgencia de que no falte nada, con la idea de que el trabajo que yo hago no es de bancario y que hay cosas que me interesan hacer como actor, como persona, por crecimiento. Hay que aprender a elegir, a decir a algunas cosas que no. Las decisiones son mucho más trascendentes ahora porque no me afectan sólo a mí.

-También a tu hija y a tu mujer.

-Sobre todo a mi hija, mi mujer... de última se dará cuenta algún día (se ríe).

-¿Cuánto dependen de uno o del afuera estas rachas?

-Dependen de uno, desde una cuestión energética, de cómo vos recibas las oportunidades y cómo esperes los momentos.

En esta carrera de pronto hay baches, somos un montón haciendo esto y para un solo personaje podés encontrar 20 opciones buenas. Cómo afrontas ese bache es lo que depende vos. Podés pensar que no está entrando dinero pero tenés tiempo para tu hija, tiempo para llamar gente y moverse. La necesidad hace que pienses más, que se te ocurran ideas, por ejemplo hacer una obra de teatro y te va bien porque tenés el tiempo para armarlo como se debe. Hay momentos de rachas buenas y malas, y también de mucho estrés.

-¿Te cambió mucho ser padre?

-Cambió todo. Entras en un terreno de constante novedad, constantes primeras veces: cuando habla, cuando camina.

Cambian los planos donde ubicás tu vida, los puntos de enfoque, las relaciones con las otras personas. Tenés menos tiempo y elegís qué hacer. Para mí primero siempre es estar con Aurora y después viene el resto.

-¿A qué te referís con que cambian los planos?

-El ejemplo más sencillo es que hasta hace dos años mi papá era mi papá y yo el hijo. Ahora él es el abuelo, yo el papá y Aurora la niña. Tenés otro diálogo, sigue el de padre-hijo pero de pronto llama y no quiere hablar conmigo, es con su nieta. Me pregunta cómo me fue en el ensayo para que no se note tanto, pero lo que quiere es saber de Aurora. Y yo lo entiendo, está bien, pero es otro plano.

Mentalmente te coloca en otra posición, si voy a un lugar y estoy perdiendo el tiempo, ya no es mi tiempo, es el de Aurora.

También cambia en lo laboral: yo quiero hacer lindos trabajos para poder contárselos y mostrárselos a ella, que los vea en algún momento. Ahora tengo un público cautivo en casa y

eso cambia profundamente todo.

-¿En qué te descubriste un padre piola y en qué no?

-Aurora todavía no ha cumplido dos años, así que aún estoy en el proceso de observarla y ella nos va dictando lo que hay que hacer. Soy muy paciente, y al ser padre joven tengo un resto de energía que está bueno porque llego de grabar, de ensayar, y me banco tirarme al piso con ella, jugar. Después están los momentos de puesta de límites, de decir que no y también es enfrentarme a un carácter que uno tiene que empezar a descubrir.

No es fácil saber cuándo y cómo decir que no. El "no" a las situaciones peligrosas es sencillo, no hay dudas, el tema son los otros. Vamos viendo cómo explicarle las cosas, cómo marcarle los límites porque para nosotros también son límites extraños, pensá que yo soy actor, Ceci (su pareja) es vestuarista, hasta nuestros horarios son extraños. Es todo un proceso: hasta saber

qué hiciste bien y en qué fallaste pasará un tiempo.

-Pero hay cosas que uno ya se da cuenta que le cuesta, que no va a lograr.

-Sí, pero no nos habíamos puesto muchos objetivos. Por ahí lo que nos pasó es que imaginábamos cosas que después no pasaban. Por ejemplo, pensar que la iba a entretener con unos trucos de magia buenísimos y resulta que a ella no le importa eso, le da lo mismo que seas el mejor mago del mundo o no, ella lo que quiere es hacer rock y tocar la guitarra con su papá (se ríe).

-¿Sos un padre presente, la cuidás, cambiás pañales?

-Sí, las cosas de la casa, toda esa logística, la llevamos adelante entre los dos.

-Si los dos quieren participar en todo a veces eso es motivo de conflicto.

-Por supuesto. Hay momentos de mucha tensión porque tenemos a Aurora, un perro y una gata y vivimos en un departamento que no es tan grande. En un segundo todo se puede volver un caos.

Estabas por salir a una fiesta que pintaba buenísima, jugado con el tiempo y de pronto la bebe se caga, el perro vomita, la gata rompe algo, el lavarropas se rompe y se inunda todo. No estoy inventando, son cosas que nos pasaron. Son esos momentos en los que te gustaría tirar una bomba de humo y desaparecer hasta que se arregle todo. Pero bueno, uno bracea, rema mucho para sacar adelante esas situaciones.

El resto del tiempo tratamos de evitar esos momentos, pero con un bebé la cosa es así. Y está bueno, es divertido, a veces cambiar un pañal también es difícil, ella no quiere, y no sé por qué.

Entonces se revuelca, y cuando terminás con eso te mira con una cara que te hace morir de risa... y ya está. Hace que todo valga la pena.