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20 dólares de ridículo

El Gobierno nacional olvida una historia de medio siglo de desastrosos controles cambiarios y acomete contra el comprador minorista.

¿ A  quién pretende atemorizar el Gobierno nacional con el control de compra de 20 dólares? ¿A maestros, empleados domésticos y jubilados? No era necesario, porque la inflación lima sin pausa sus magros ingresos. Si pretende disuadir a los grandes evasores y exportadores de billetes verdes, lo más probable es que logre un conspicuo fracaso.

En más de medio siglo, todos los controles que se intentaron para detener el drenaje masivo de divisas fracasaron El ex breve ministro de Economía de la Nación Lorenzo Sigaut no ingresó en la historia porque haya detenido la caída libre de la economía sino por su desafortunada advertencia: "El que apuesta al dólar, pierde". Los argentinos apostaron entonces hasta su último centavo a la moneda estadounidense.

El 10 de julio último, la presidenta Cristina Fernández olvidó a Sigaut e hizo un llamado similar: "Hay que convencer a los argentinos de no apostar al dólar", dijo.

Que sus palabras fueron barridas por el viento de la incertidumbre lo demuestra el hecho de que la Afip se haya lanzado a la calle para investigar a los audaces adquirentes de 20 ó más dólares.
Este extremo, de matices morelianos, olvida la historia nacional. Hubo épocas de un total desmadre en los controles, con funcionamiento de hasta tres mercados, y las cotizaciones del llamado mercado paralelo intensificaban el desvelo monetario de los argentinos.

Porque, a diferencia de lo que sucede en otras partes del mundo, las devaluaciones de las monedas nacionales frente al dólar, al yen, al yuan, no repercuten en sus mercados internos, puesto que no son trasladadas de inmediato o en forma preventiva a los precios al consumidor, como es habitual en la bizarra tradición de nuestra patria.

Lo que le cuesta entender al oficialismo es que lo que induce a la fuga de capitales es la incertidumbre creada por el propio Gobierno, que se apropia de cuanto activo líquido pueda ser utilizado en su asistencialismo electoralista (desde la incautación de los fondos de las AFJP hasta la sangría aplicada a la Administración Nacional de la Seguridad Social, Anses). Más ahora que Brasil hace malabares con el real, muy riesgosos para el saldo de nuestra balanza comercial.

Según detalla el balance cambiario del Banco Central argentino, en los últimos cuatro años la fuga ascendió a 57.500 millones de dólares. Prácticamente todo lo que ingresó en ese período por las exportaciones de soja y una cifra superior a los 52.490 millones que totalizan nuestras reservas internacionales.

Y seguiremos superándonos, a pesar del recuerdo de Sigaut y la advertencia presidencial, porque 2011 se cerrará con una salida de capitales estimada en 17 mil millones de dólares, un 50 por ciento más que la de 2010, que fue de 11.400 millones. Sólo con normas claras se abate la incertidumbre. Es hora de comprenderlo.