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Vacaciones en familia: ¿placer o tortura?

La postal publicitaria de la familia feliz, compartiendo días y noches con sonrisas blancas y bronceado parejo, parece tentadora pero puede estar muy muy lejos de la realidad.

Por Sofía Tarruella

@Sofisuu

starruella@diarioveloz.com

Durante el año esperamos con ansias las vacaciones y planificamos las más idealizadas mixturas de descanso y diversión. Ya sea en la playa, ciudad, montaña o simplemente en nuestros hogares, proyectamos unos días alejados del automatismo y de los compromisos o responsabilidades no siempre elegidos.

Como buena familia de costumbres latinas, celebramos las comidas compartidas en mesas largas con tanta cantidad de comida como de comensales, las reuniones colmadas de personas e historias, y las salidas grupales.

Pero la postal publicitaria de la familia feliz, compartiendo días y noches con sonrisas blancas y bronceado parejo, aunque tentadora, puede estar muy lejos de la realidad.

El tema es que, sin otro objetivo que descansar, las vacaciones dejan mucho tiempo libre para ser como somos con nuestras virtudes y ¡defectos!. Y lo peor, todo eso menjunje de personalidades no siempre compatibles, deben convivir.

Como del amor al odio, hay una línea muy delgada entre la discusión y la pelea. No por nada las vacaciones son uno de los periodos en los que más parejas deciden separarse. Durante el año la gran cantidad de compromisos que colman nuestros días, nos mantienen ocupados en nuestros asuntos, pero cuando el único compromiso es compartir con el otro, pueden salir a sol las rispideces ocultadas u olvidadas.

En mi familia, hemos intentado sin ningún tipo de éxito respetar la "norma" inexplícita de no hablar de política ni de religión. Algo tan absurdo como complejo para un grupo de personas de pensamientos y comportamientos "pasionales", por decirlo de un modo sutil.

No creo que las normas e imposiciones de calmar las aguas ajenas sirvan de mucho, pero sí opino que lo importante es el intento de cada uno de no "engancharse" en disentimientos destinados a desacordar desde el principio, (y ojalá pudiera cumplirlo más de lo que lo opino).

Con los años, cada vez entiendo más una de las muletillas de mi madre, más repetidas en las reuniones familiares, "la base de toda relación es la tolerancia". Y sino, siempre queda la esperanza de volver a la rutina.

Al fin y al cabo la familia no se elige y las personalidades de los otros no se cambian.

En lo personal, (aclaración importante: lo digo a la distancia) guardo con cierto cariño los recuerdos de debates familiares encendidos y ansío que lleguen de vuelta esos días de emociones fuertes compartidas.