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Una apuesta a la ilusión de eternidad

* Carlos Pagni. "Lo hacemos por él. El nos estaría diciendo «no aflojen, vayan para adelante, sigan con todo porque es lo que vinimos a hacer, a cambiar la Argentina»". Con esa frase -en la que "él" es Néstor Kirchner-, la Presidenta remató su discurso ante los dirigentes peronistas que, anteayer, se reunieron para proclamarla la "candidata natural" del oficialismo.

"Lo hacemos por él. El nos estaría diciendo «no aflojen, vayan para adelante, sigan con todo porque es lo que vinimos a hacer, a cambiar la Argentina»". Con esa frase -en la que "él" es Néstor Kirchner-, la Presidenta remató su discurso ante los dirigentes peronistas que, anteayer, se reunieron para proclamarla la "candidata natural" del oficialismo para la Casa Rosada. A la postulación temprana de Héctor Timerman y de Carlos Tomada, se sumaron esa tarde gobernadores como Jorge Capitanich o José Luis Gioja, y terminó por adherir, hace 24 horas, Julio De Vido.

Si no alcanzara con estos profesionales del poder, en aquel sermón apareció la anónima y premonitoria joven que, en San Juan, le mostró a la Presidenta la nomenclatura de su moto: "CFK 011". Así es el kirchnerismo: el mandato trascendental del fundador puede verse confirmado en la patente de una chica provinciana. La suerte, da la impresión, está echada.
Hay varios motivos que vuelven la apuesta razonable. El más importante es que la señora de Kirchner necesita hablar de otro mandato para terminar el actual. La ilusión de eternidad es un insumo indispensable del poder. Es muy difícil imaginar, sin su candidatura, cómo se disciplinarían hasta diciembre de 2011 las distintas facciones que rodean al Gobierno. Además, antes de retirarse, la Presidenta necesita corregir la última performance electoral del grupo: con todo el respeto que merezcan las encuestas, el último dato objetivo sobre la salud electoral del kirchnerismo es que en 2009 perdió una gran batalla comandado por su jefe. Cabe conjeturar otro incentivo para que la Presidenta compita por quedarse: tal vez no haya un paliativo más eficaz para el dolor de la viudez que el abnegado ejercicio de la máxima magistratura del Estado.

Mientras la incógnita mayor se va despejando, aparecen otras en la escena. Una de ellas es el repliegue de la señora de Kirchner sobre el personal santacruceño. La selección de Angelina Abbona para reemplazar a Joaquín Da Rocha en la Procuración del Tesoro sigue un criterio que ya había aparecido con la designación de Arturo Puricelli en Defensa, de Enrique Capdevila en la Policía Federal o de Alejandro Julián Alvarez en la Secretaría de Justicia.

El caso de Puricelli es notorio: su lugar de nacimiento pesó más que el antecedente de haber entregado, en los malditos 90, el Correo Argentino a Franco Macri, a través de un decreto de necesidad y urgencia. Abbona proviene de Santa Cruz. El cordobés Capdevila fue apadrinado por su comprovinciano Carlos Zannini. Alvarez salió de La Cámpora, es decir, del núcleo de jóvenes que, sea por afinidades ideológicas, sea para sacar ventaja, rodea a Máximo Kirchner. La predilección por "la gente como yo, cuadros técnico-universitarios del peronismo", como suele decir la Presidenta, impidió advertir que Alvarez todavía no cumplió 30 años y, por lo tanto, no puede sentarse en la banca que corresponde a su dependencia en el Consejo de la Magistratura. Habrá que encontrar un sustituto y rehacer los decretos.

El beneficiado

La vocación por encerrarse en la "pingüinera" beneficia a Zannini, quien hoy aparece como un sigiloso poder detrás del trono. Es el depositario de las informaciones más escabrosas del poder, ésas que antes fluían hacia Kirchner, por aquello de que "no hay que llevarle problemas a Cristina".

Sólo De Vido ocupa una jerarquía equiparable después de la muerte del jefe. A De Vido se lo ve más distendido. Hasta se permite -era hora- pensar en su vida personal. Por ejemplo: después de mucho darle largas al asunto, hoy se casará con Alessandra Minniceli. Felicidades.

En la nueva geometría hay otro enigma: ¿por qué la Presidenta sigue demoliendo a Aníbal Fernández sin pedirle la renuncia? ¿Supondrá que él está dispuesto a evitarle ese mal trago? Expulsado del área de Justicia y Seguridad, el reino del jefe de Gabinete se redujo al programa "Fútbol para Todos". La última amputación se produjo ayer con la exoneración de Da Rocha, amigo de Fernández, y también de Daniel Scioli. Aunque en Da Rocha la señora de Kirchner castigó a Da Rocha, sospechado de arrastrar los pies en el avance sobre Papel Prensa. La caída estuvo determinada por el párrafo del fallo judicial que, para furia de la Presidencia, comparó los métodos de Guillermo Moreno en esa empresa con los que aplicaba el nazismo en sus intervenciones económicas.

Hay más interrogantes: ¿por qué Cristina Kirchner sigue hostigando a Scioli? ¿Será porque él no despertó todavía de su sueño presidencial? ¿Hará falta que también Scioli postule a la Presidenta para la reelección? Tal vez el asesor norteamericano del gobernador recomiende esperar.

Lo cierto es que anteayer la anfitriona de Olivos se regodeó confesando el desprecio que le merece la idea de "partido" y de "justicialismo". ¿Habrá advertido que, muerto Kirchner, es Scioli el que conduce esa institución vituperada? Más desdeñoso fue haber enviado 6000 gendarmes, en una especie de intervención parcial a la provincia, sin consultar al gobernador. Scioli intentó aplacar a la indignada policía bonaerense aclarando que sigue siendo la encargada de combatir el delito.

Para el final, el mayor de los arcanos: ¿quién puede estar tan fastidiado con Amado Boudou como para obligarlo a presentar su candidatura porteña de la mano de Hugo Moyano, la figura con peor imagen del distrito? Por si faltaba algo, el día que la Presidenta pidió a los peronistas abrir espacios a "quienes no son de nuestro movimiento, pero comparten el proyecto nacional y popular", Moyano tranquilizó a su audiencia asegurando que "Boudou no es de izquierda".

Desde que falleció Néstor Kirchner se especula con que su viuda podría designar en Economía a un técnico con más densidad profesional que Boudou. Circulan los nombres de Miguel Peirano, Mario Blejer, Miguel Bein. Todo es posible. Y hasta razonable. Aun así, ¿por qué el ministro merece, además del eventual alejamiento, una pena adicional?