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Ultimas imágenes del naufragio

*Por Ricardo Roa. Hay aguas que no pasan ni se alejan, que se quedan para siempre aunque la inundación se haya ido.

Nota extraída del diario Clarín.

Hay aguas que no pasan ni se alejan, que se quedan para siempre aunque la inundación se haya ido. Y sobre ellas flota como traída desde el fondo y ahora bien a la vista una forma pequeña de hacer política.

El agua reflotó una historia sumergida: en los últimos diez años hubo cinco grandes inundaciones en los barrios anegados esta semana en La Plata (ver pág. 4). Y relevamientos técnicos y alertas que se hundieron en la burocracia o en el desinterés. Obras previstas que nunca se hicieron y otras que sólo fueron inauguradas para el relato de las cámaras y que cuanto menos hubieran aliviado la tragedia.

Hubo también fondos destinados a esas obras que se desviaron a otras consideradas prioritarias como Tecnópolis, según reveló este viernes Carlos Pagni en La Nación. Y un decreto de Kirchner del 2004 durmiendo sus laureles en un cajón: el 1697, que creó la Dirección Nacional de Protección Civil.

Ahí está escrito todo lo que debió haberse hecho y no se hizo desde el Estado en la prevención y en la coordinación de las tareas de rescate y de reconstrucción. Esta dirección depende del Ministerio del Interior, pero ni el director que pertenece a La Cámpora ni el ministro Randazzo dieron el presente.

Otro que quedó fuera de escena fue el ministro de Salud, pese al enorme riesgo sanitario de la inundación. ¿No fue porque nadie se lo ordenó? En este modelo, los ministros acatan lo que se les pide y evitan comprometerse con cualquier cosa que les cree problemas.

La obediencia está por encima de la gente.

En cambio, estuvo la Presidenta cerca de la casa de su madre hablando a los inundados de hoy de las inundaciones de su infancia.

Dando una clase de inundación a los inundados. Cristina Kirchner no escucha: enseña y baja línea a todo el mundo.

Antes lo había enviado en un gomón al explorador Berni. El agua dejó a su cuñada Alicia increpada por la gente y a la vez ella increpando hasta la humillación al intendente Bruera ("¿Dónde estabas?, poné la carita", le dijo ella recién llegada de París). Después, sacó del ropero el viejo vestido de funcionaria del Proceso: denunció que había "agitadores" entre las víctimas. Le faltó decir como entonces que había infiltrados.

Bruera protagonizó un papelón marca cañón: publicó en Twitter una foto ficticia donde aparecía ocupándose aquí del desastre cuando no estaba ayudando a nadie sino de vacaciones en Brasil. Elegida a dedo, Alicia Kirchner le impuso un trato vejatorio al jefe de la capital bonaerense elegido por el 45,6% de los votos. La Presidenta ya pidió su cabeza.

Las inundaciones dejaron muertos y eso ya no tiene remedio. Pero también naufraga una manera pequeña de hacer política que obliga a la gente a hacer lo que no hace el Estado.