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Tolerar o no tolerar

* Por Fernando S. Barrutia. Tolerar significa ceder, escuchando los argumentos del otro y teniendo plena conciencia de que la verdad absoluta no existe, que no siempre tenemos razón.

Desde 1995, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) ha establecido el 16 de noviembre de cada año como el Día Mundial de la Tolerancia.

Un solo día al año no parece suficiente para cambiar nuestra idiosincrasia, porque ser tolerante implica un cambio de mentalidad en lo más profundo de nuestro ser, a través de un ejercicio diario en nuestro comportamiento en sociedad. Y para ello hace falta aprender a respetar normas elementales de convivencia. Entre ellas, valgan como ejemplos las siguientes referencias: respetar para ser respetado; el derecho de uno termina donde comienza el del otro; no hagas a los demás lo que no te gusta que te hagan a ti.

Si seguimos a este ritmo de intolerancia, se estarían cumpliendo las sentencias del filósofo y pensador político inglés Thomas Hobbes (1588-1679), reflejadas en Leviatán , su obra más conocida, cuando decía: Bellum omnium contra omnes ("Guerra de todos contra todos") y
Homo homini lupus ("El hombre es un lobo para el hombre").

Si la muerte nos iguala y nos une, ¿por qué la vida terrenal, que es tan corta, nos diferencia y nos separa?

"Tolerar o no tolerar" (en lugar de "ser o no ser"), ésa es la cuestión, imagino que escribiría William Shakespeare si viviera en la actualidad.

Fanatismo. La intolerancia es la falta de tolerancia hacia todos aquellos que no piensan o viven como nosotros, la cual tiene su raíz en concepciones diferentes acerca de cómo debe ser encarada la existencia y cuáles son sus valores y prioridades.

El fundamentalismo es fanatismo; el fanatismo es extremista y ser extremista, como la palabra lo indica, es situarse en los extremos de una ideología determinada, perdiendo el centro que posibilita el equilibrio y la visión serena, objetiva e imparcial del problema que nos aqueja y, por ende, nos conduce a tratar de solucionar el conflicto justificando cualquier medio a nuestro alcance. Si permitimos que el fin justifique los medios, ya no tendrían sentido el derecho, la legalidad y la ética.

Tolerar significa ceder, escuchando los argumentos del otro y teniendo plena conciencia de que la verdad absoluta no existe, que no siempre tenemos razón, que no somos infalibles y que todo lo sabemos. Y en esto es bueno recordar a Sócrates cuando decía: "Sólo sé que no sé nada".

Aceptar que uno puede estar equivocado significa tener la humildad de reconocer el error, y a veces esto cuesta mucho aceptarlo, porque somos orgullosos, lo cual desemboca inevitablemente en la intolerancia.

¡Si comprendiéramos que ser tolerantes nos da una mejor calidad de vida y nos ahorra tantos sinsabores! ¡Si supiéramos cuántas desavenencias, cuántos divorcios, cuántas peleas y cuántas guerras hubiéramos evitado con una pequeña dosis de tolerancia!