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Taxistas y la "caza Uber": odio a los venezolanos e inteligencia vía WhatsApp

Choferes que por las noches incendian autos que trabajan para la aplicación. Rituales y paranoia al ritmo de una presión legal que crece.

¿Quiénes son el fuego detrás de los autos incendiados por las noches?

En los últimos tiempos y de diferentes maneras, distintos grupos de conductores encolumnaron su propio odio con un solo objetivo: derrotar a la plataforma Uber por todos los medios necesarios; hasta que Uber se vaya, o hasta la destrucción final.

Durante los últimos meses, el término "caza Uber" creció a la par de la plataforma misma, una sombra violenta e incendiaria con resultados crueles.  El 25 de julio pasado, dos patrulleros impidieron que una turba linche a golpes a dos conductores de la aplicación en Mario Bravo y Honduras. El 27 de septiembre otros cinco autos fueron incendiados o golpeados y cubiertos con pintadas en Almagro, Flores y Villa Crespo.

Fuentes de la aplicación hablan de 750 ataques desde que Uber fue lanzado en Argentina: solo un tercio de ellos fue denunciado penalmente por miedo a represalias.

El 31 de octubre pasado, una columna de cien choferes nucleados en la agrupación Taxistas Unidos marchó con banderas amarillas y negras marchó frente a la Legislatura porteña. "Todos los auto' vamo' a quemaaaaaar", cantaron a viva voz algunos de ellos frente al edificio de la calle Perú frente a Yamil Santoro, ex funcionario macrista a favor de la plataforma que promovía una junta de firmas por la legalización de Uber, rodeado de custodia policial. No fue el único. Uber tuvo otros partidarios dentro del esquema político como el diputado bonaerense de Cambiemos Guillermo Castello, que presentó un proyecto para asegurar la situación de Uber a nivel provincial. 

Los choferes se veían bravos frente a la Legislatura. Muchos de ellos aseguran sentirse demonizados por los medios de comunicación y poco comprendidos y están dispuestos a todo por preservar su fuente de trabajo. "Nos tildan de violentos, pero nosotros estamos acá defendiendo nuestro plato de comida, no es tan difícil de comprender", decía R. mientras arengaba en la columna.

Hubo otras protestas anti-Uber a lo largo del año en el centro porteño, una en febrero, luego abril, otra a fines de mayo, con un corte en Corrientes y Callao.

La bravura en la peatonal es quizás lo de menos. Hay otros por fuera de Taxistas Unidos, mucho más radicalizados, comprometidos. Es martes a las 3 de la mañana en el barrio del Once y un grupo de taxistas se reúne en un bar para evaluar los pasos a seguir bajo tubos de luz fría y una fonola con cumbia y ver cómo "cazar un Uber."

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Son cinco choferes en la mesa. G., de 51 años, asegura sentirse desprotegido. Considera que es el mercado de Uber es una "invasión de extranjeros" y agrega: "No hay que permitir que esto ocurra, se metieron con nosotros y no hay que meterse con alguien que busca morir en la lucha" dice, con un San Expedito en su espejo retrovisor, el patrono de las causas urgentes. G. es la segunda generación de taxistas en su familia, reconoce amar su trabajo. "Tengo todo lo que tiene que tener un tachero, incluso la panza y el brazo quemado", define.

Los otros son como él: taxistas de toda la vida que promedian los 50, radicalizados en su discurso. Visten camisas holgadas, jeans. Se quejan de que la gente los discrimina por los autos que manejan, un poco castigados. Ninguno de ellos, el grupo más activo que encontré hasta el momento, pertenece al grupo Taxistas Unidos.

Taxistas Unidos, con su líder Marcelo Boeri, se desliga de la violencia radicalizada con un neologismo. "Nosotros no cazamos,  porque estamos en contra del transporte ilegal y la precarización. Desde nuestros grupos, buscamos que todo se mantenga en los canales legales", explica.

Los ladrones del Conurbano piden viajes para robar los autos, una suerte de cazabobos sin ninguna saña contra la corporación. El 9 de octubre pasado, Claudio Bulacio, un policía de la delegación Morón de la Federal mató de dos disparos a un hombre que se subió a su Volskwagen Fox para ponerle un cuchillo en la garganta según su relato. El policía mató con su pistola reglamentaria; había empezado a manejar Uber tras sus horarios de servicio, una changa de redondeo.

El miércoles pasado, la Legislatura porteña aprobó la reforma del Código de Tránsito y el Régimen de Faltas que aumenta las penas contra los transportes de pasajeros que funcionen en forma irregular. Una multa para  un chofer de Uber puede ascender a 200 mil pesos. Los taxistas se  concentraron en la calle Perú durante la votación y luego festejaron a los gritos: "Oooh, soy tachero, es un sentimiento, no puedo parar".