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Sobre la nueva propuesta de reforma política

El primer encuentro del gobernador electo con el intendente de Capital dejó como saldo el compromiso de poner en marcha un nuevo intento de reforma político-electoral en la provincia. Es una antigua deuda de la clase política.

El gobernador electo, Francisco Pérez, mencionó su adhesión a las elecciones internas, abiertas, obligatorias y simultáneas –PASO– en los partidos de la provincia, para elegir los candidatos a futuras elecciones provinciales o nacionales. Viniendo de tantas frustraciones de reforma, de las listas "espejo", de la consabida lista sábana, de acuerdos exclusivos entre unos pocos y de otras argucias que han consolidado el poder de elección en las cúpulas partidarias y en el manejo de los aparatos, este anuncio implica un avance.

Todos los anteriores intentos no concretados procuraban mecanismos de mayor participación y que el verdadero poder de selección quedara en manos del ciudadano, a salvo de la presión y las manipulaciones de los Ejecutivos municipales o provincial e imponiéndose por sobre las cúpulas partidarias o arreglos de unos pocos en hoteles caros.

Habrá que ver si se proponen métodos que preserven al elector de las órdenes y presiones de las dirigencias. Sería oportuno, también, que se discuta el calendario electoral provincial y municipal, para que en el futuro su desglose o su unificación no sea el producto de meras especulaciones de sector o de un determinado candidato.

Desde la crisis de 2001, hubo varios intentos de reformas constitucional y político-electoral. Incluso una ONG de amplio reconocimiento popular denominada "Cambiemos la política" en 2004. Todos los intentos fracasaron y la reforma se adormeció en los cajones de la anquilosada clase política. Uno de los intentos llegó incluso a obtener media sanción en Diputados. "Por otro modo de ejercer la política", propiciaba la Agenda de los Mendocinos, en 2003, con la adhesión y firmas de los candidatos y presidentes de los partidos políticos.

La lista de intendentes (o sus parientes directos) que fueron reelectos por segunda y tercera vez consecutiva y legisladores que permanecen aun cambiando de banca, exime de mayores comentarios sobre la necesidad de insistir en el criterio limitante y en el de la alternancia en el poder, principio básico de la verdadera democracia participativa.

Ojalá el voto electrónico, la lista única o la de preferencias –que ya se utilizan en varias provincias– sean alternativas electorales concretas para el padrón mendocino, contra el cepo de las listas sábanas y el dedo de las cúpulas partidarias, superando las variadas excusas que se han esgrimido para negarlo como recurso del electorado.

Los criterios de limitación al continuismo en el poder político, el mecanismo electoral interno en los partidos, las exigencias mínimas de adherentes, las condiciones para alianzas y fusiones, la neutralización del efecto de las listas espejo o las candidaturas testimoniales y la posibilidad de que el elector pueda elegir libremente en una pantalla o tildando una boleta, serían –entre otras– aportes efectivos para promover una mayor participación ciudadana en las definiciones del poder público.