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Sin reglas claras, elecciones oscuras

Por Fernando Stanich* El apuro nunca es un buen compañero. Fundamentalmente, porque se corre el riesgo de cometer errores. Más grave aún es que la improvisación afecte intereses de terceros: de uno, de cientos o de miles.

Las elecciones de mañana llegan envueltas en un sinnúmero de marchas y contramarchas, y de enredos políticos, judiciales y administrativos. En las últimas semanas, la Junta Electoral Provincial se asemejó a esos zaguanes oscuros y largos de las casas antiguas: fue acumulando presentaciones, objeciones, impugnaciones y recusaciones en cada rinconcito.

El último engendro, mediante el que se permitió a los acoples municipales llevar el "cuadradito" pegado o abrochado del candidato legislativo -posibilidad no prevista en la Constitución- demuestra que las cosas hechas a las apuradas terminan por el piso: ayer, una sala de la Cámara en lo Contencioso Administrativo volteó esa resolución de la Junta Electoral por inconstitucional.

De paso, estropeó la estrategia política ya ejecutada por la mayoría de los referentes territoriales alperovichistas del interior, que armaron acoples como bloques de rasti en sus zonas de influencia: hasta ayer, miles y miles de votos tenían pegados o abrochados el "cuadradito" del candidato legislativo, listos para ser entregados entre hoy y mañana a los potables votantes. El impacto político de la decisión judicial mantuvo los celulares oficialistas en silencio buena parte de la tarde. Porque, de cumplirse la sentencia, esa ingeniería de ladrillitos caería en pedazos.

Resulte como resulte el embrollo judicial, demás está decir que reglas claras son la madre de la buena convivencia. De ahí la importancia de que un acto cívico de la trascendencia de una elección se concrete con la mayor luz posible. Contrariamente, los comicios de mañana llegan empañados por los desaciertos, los atajos, el ventajismo y la incertidumbre.

Cómo es posible que a 24 horas del día en que se definirá el destino de la provincia por los próximos cuatro años, ni siquiera la integración de la propia Junta Electoral esté fuera de discusión. Hace casi un mes que la oposición recusó a la legisladora Mabel Concha de Llorens Dip y solicitó su apartamiento. La oficialista, que llegó a la JEP antes de que el último en la Legislatura apague la luz, es esposa de un candidato alperovichista. Ayer fue separada de la Junta -sólo para los casos de la sección oeste- y en su lugar asumió su compañera de bloque Paula Khoder. La bandeña es sobrina de un postulante a intendente del PJ y de una candidata a la Cámara por el este, por lo que quedó a tiro de una impugnación de la oposición.

A los tropezones

Lo alarmante es que las chicanas políticas se festejan, sólamente, en los cafetines políticos. Pero se sufren en todas las mesas tucumanas.

Mañana, casi un millón de tucumanos irá a votar sin saber concretamente cuáles son las reglas de juego que rigen. Más aún, es probable que buena parte de las autoridades de mesa desconozca qué deberá hacer frente a un hipótetico caso en el que a un voto municipal le aparezca pegado o abrochado el "cuadradito" de la categoría legislativa. Esa incertidumbre, sumada a la presión que ejercerá la treintena o cuarentena de fiscales partidarios a la hora del recuento de votos en cada escuela, puede tornar la fiesta de la democracia, innecesariamente, en un padecimiento.

Al final, asustan los antecedentes. Si a los tropezones se llega, es de esperar que levantarse cueste más tropiezos. En rigor, nada hacer prever que la elección de mañana finalice mañana: hay quienes pronostican más y más pasilleos judiciales.