DOLAR
OFICIAL $816.08
COMPRA
$875.65
VENTA
BLUE $1.18
COMPRA
$1.20
VENTA

Silvina Escudero: la "mujer vampiro"

Sus candidatos caen en las garras de la viuda negra de la farándula hasta que los transforma y los deja o la abandonan despavoridos.

Por Adrián Pallares
@adrianpalla

Por Rodrigo Lussich
@rodrigolussich

Los caza y los transforma; pero le duran poco. Los deja ella o ¿la dejan ellos? Que más dá. En el amor no hay vencedores ni vencidos y nadie deja a nadie, más allá de la anécdota. Cuando algo no funciona suele ser también de a dos, pero ella es especial.

Una de las más lindas de la Argentina, Silvina Escudero, es la "mujer vampiro" del espectáculo en materia amorosa. A veces blanquea sus romances, otras nunca los reconoce. Se las "hace larga" a sus candidatos -la paciencia es su don- hasta volverlos locos y después... algo falla.

Dicen que es una chica difícil -lo de "insoportable" lo dejamos en boca de alguno de sus ex- pero que tiene carácter, nadie lo duda. La historia que contamos no hace mucho con Cayetano, su último novio, la pinta: dicen que él le contó a sus amigos que su vaso de paciencia se colmó cuando ella, tras una cena, le reprochó no haberle servido la gaseosa.

Para cuando cortó con Cayetano ya lo había tuneado todo: lo hizo bajar diez kilos -mal no le vino-, le cortó el pelo, y lo "educó" a su imagen y semejanza. Ella siempre queda bien parada, y con excepción de Matías Alé con quien todo fue pasional y sufrido, parece que no tiene rastros de dolor, esa mujer fría y depredadora que manda a los novios a buscarle la ropa a las tiendas y a llevarle las cajas de zapatos.

¿O es pura espuma, y detrás de esa imagen se esconde una buena chica que solo sueña con el Príncipe Azul?

Ahora aparece un rugbier en escena que sólo dice que "se divierten juntos", pero ella ya avanzó sobre la humanidad del pibe y le cortó el pelo; siempre lista para invadir la puesta original del candidato y adaptarla a su cuento de ¿hadas?.

Ahí está ella, y siempre es noticia. No hay "Bailando" pero siempre tiene a alguien en danza. Los hace bailar no precisamente con la más fea, pero cuando los tipos quieren acordar, la vampiresa ya hincó sus colmillos en su anatomía. Es la ley de una cocina de conejos auténtica, y por ahora todos vivieron para contarla.