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Revelación: Hebe de Bonafini fue a pedirle protección a César Milani por "Sueños Compartidos"

Tras la pelea entre los Schoklender que develó el entramado ilegal detrás de las construcciones, Hebe visitó dos veces al por entonces ascendente operador K.

En mayo de 2011, cuando la campaña presidencial empezaba a orquestarse, una pelea a los gritos entre los hermano Pablo y Sergio Schoklender en una calle de San Telmo fue el inicio de un escándalo qué aún tiene sus coletazos en la Justicia: las sospechas de que el programa oficial de construcción de viviendas sociales del que participaban las Madres de Plaza de Mayo, Sueños Compartidos, era vehículo de un robo millonario al Estado.

Ante el impacto mediático de esta sospecha, Hebe de Bonafini pidió consejo en el Gobierno. Y se fue con un nombre inesperado: César MIlani, general del Ejército y jefe de inteligencia de esa fuerza, quien se encontraba en ascenso en la pirámide de poder del kirchnerismo. A pesar de su historial de rebeldía, Hebe obedeció. Y esa tarde de otoño tardío visitó por primera vez al "7", como le dicen en la jerga al jefe de los espías militares por el piso de su despacho en el edificio Libertador.

La Justicia aún no citaba a la titular de Madres, y mucho menos al general, que dos años después logró coronarse como jefe del Ejército, ante el asombro de la oposición a Cristina y la incomodidad de muchos de sus militantes. Junto con el jefe de Reunión Interior de la ex SIDE, Fernando Pocino -a quien también se vio junto a Bonafini-, y el titular de la policía bonaerense, Hugo Matzkin, Milani conformaba el trípode con que Carlos Zannini buscaba contrapesar la influencia de Antonio "Jaime" Stiuso, director general de Operaciones de la Secretaría de Inteligencia. La carta blanca para que el general se lanzara al espionaje interno y con fines políticos -doblemente ilegal- estaba asegurada.

Sucede que una segunda reunión entre Bonafini y Milani tuvo lugar en el invierno de ese mismo año, 2011, según consignó el diario Clarín.

En los dos sigilosos encuentros, en los que se discutió parte del blindaje kirchnerista a la jefa de las Madres, fueron el antecedente secreto de la no menos sorprendente reunión pública entre ambos como parte de una entrevista de Bonafini al ya jefe del Ejército con confesa vocación "nacional y popular" para la revista de las Madres "Ni un paso atrás", ilustrada con una foto de ambos sonrientes, de acuerdo a la publicación del matutino.

Aquel reportaje, con el que MIlani buscó blanquearse definitivamente de las sospechas por violaciones a los derechos humanos durante la dictadura que finalmente terminaron llevándolo a la cárcel este año, se tituló "La Madre y el general", y reflejaba un cariñoso diálogo entre representantes de instituciones históricamente enfrentadas devenidos en fuertes aliados políticos.

"Jamás, nunca, ni torturé, ni maté, ni estuve. Las calumnias e injurias vertidas sobre mi persona por parte de multimedios monopólicos y dirigentes políticos opositores al gobierno nacional han buscado exclusivamente perjudicar a la Presidente (Cristina Kirchner) y tratar de impedir que el Ejército participe activamente de un proyecto nacional", decía entonces un ofendido MIlani. "Yo estoy con esto de que me acusan por los Derechos Humanos y entonces pienso, si voy a un acto no vaya a ser cosa de que me puteen todavía", se lamentaba. "Hebe, con ayuda de ustedes, el Ejército está dispuesto a ir por todos los cambios y yo quiero ser el más transgresor".

Ante ese atrevimiento, Hebe había devuelto el favor recibido cuatro años antes.