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Quién es la mujer que desató el escándalo por coimas y la ola de detenciones de ex funcionarios kirchneristas

La esposa de Oscar Centeno, ex chofer de Roberto Baratta, entregó datos clave sobre las coimas en Planificación. Como en el caso Ciccone, iniciado por la ex mujer de Vandenbroele.

El nuevo megaescándalo de corrupción, con bolsos y coimas circulando en una red de ex funcionarios y empresarios contratistas del Estado revela también una historia de lealtades y traiciones, donde una vez más la protagonista central es una mujer. Como en el caso Ciccone, disparado por la ex esposa del testaferro de Boudou, Alejandro Vandenbroele, ahora es la ex mujer de un chofer la que destapa la pestilente olla de las coimas.

Nadie conocía a la mendocina Laura Muñoz, cuando en febrero de 2012 reveló que su ex marido era un prestanombre del flamante vicepresidente de la Nación, en una compleja maniobra cuyo fin era quedarse con la imprenta privada Ciccone para luego otorgarle contratos millonarios para hacer billetes. Alejandro Vandenbroele, un viejo conocido del socio de Boudou, José Núñez Carmona, era inquilino del entonces vice en Puerto Madero, titular de la ignota firma The Old Fund y sorpresivo acreedor de planes de pago de la AFIP que sólo unos meses antes había acorralado a los viejos dueños de la imprenta para cobrar sus deudas impositivas.

Aquel verano, Muñoz contó a Clarín lo que su ex marido le decía sobre aquellos negocios y trapicheos. Pero no tenía papeles, y mientras Vandenbroele la desmentía, todo el peso del Estado y sus agencias se volcaron contra ella para callarla. Tras una sinuosa investigación judicial -acelerada y ralentada en distintos momentos según los ritmos de la política- la trama quedó al descubierto y el mismo Vandenbroele izó la bandera blanca de la confesión a fines del año pasado. Laura tenía razón.

Ahora es otra dama, la esposa del chofer de Roberto Baratta, la que mostró lo que medio mundo sabía pero la justicia demoró más de una década en investigar: que el ministerio de Planificación Federal fue el sol de un sistema planetario de corrupción en donde empresarios contratistas de la construcción, de la energía, del transporte y de otros rubros hacían fluir bolsos con millones de dólares en efectivo hacia las manos de Julio De Vido y sus ayudantes, quienes luego elevaban esa recaudación ilegal hasta la cima del poder: Néstor y Cristina Kirchner.

La mala conciencia de esta señora, sus cuentas de alcoba pendientes o cualquiera fuera la razón que la impulsó a desnudar este circuito, aportaron al fiscal Stornelli y al juez Bonadio mucho más que un relato picante. Minuciosamente registrados y contabilizados en cuadernos coleccionados desde 2005, están los detalles de cobros, pagos, traslados, cifras, pedidos y entregas de cientos de millones de dólares sustraídos a los argentinos por la corrupción. Un tesoro incalculable para cualquier investigador honesto y con los pantalones bien puestos.

La anécdota sobre las "chicas despechadas" sólo podría alimentar la misoginia y el machismo si no fuera leída en su verdadera clave: dos mujeres valientes que hicieron por la Patria lo que tantos varones prefirieron callar, acompañar o participar bajo la autojustificatoria excusa de que "el sistema es así" y "de otra manera no se pueden hacer negocios en este país".

(Extraído de Clarín)