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Quién era Vicente Ferrer, el jubilado que murió golpeado por haber robado chocolates, queso y aceite de un supermercado

La víctima tenía 68 años y fue atacada luego de robar algunos productos de una sucursal de Coto en la calle Brasil. Los agresores están detenidos y acusados de homicidio simple.

Un hombre solitario, introvertido y sin mucho contacto con sus vecinos. Así vivía Vicente Luis Ferrer, el hombre de 68 años que murió golpeado el viernes pasado en un violento episodio en donde intervinieron dos trabajadores del supermercado Coto ubicado en la esquina de Brasil y Perú, en el barrio porteño de San Telmo.

Los presuntos agresores, quienes están detenidos y acusados de “homicidio simple” fueron identificados como Gabriel Alejandro de la Rosa, vigilador privado, 27 años de edad, oriundo de la zona de Bosques, y Ramón Cerafín Chávez, 32 años, oriundo de Virrey del Pino, empleado de Coto, quienes fueron detenidos por la Policía de la Ciudad acusados de matar a Ferrer después de que descubrieran que supuestamente había robado varios productos. Según informaron fuentes policiales, el motivo del ataque fueron dos chocolates, un queso fresco de 500 gramos y una botella de vidrio de aceite de oliva de medio litro.

Una empleada de una panadería cerca del lugar aseguró que los hombres le propinaron varios golpes de puño mientras que él apenas atinó a arrojarles la botella de aceite para defenderse. El jubilado fue sorprendido cuando salía del local tras haber sustraído mercadería. En la vereda, la víctima mantuvo un fuerte entredicho que derivó en la golpiza. 

Cuando llegaron los efectivos de la Comisaría Vecinal 1 E de la Policía de la Ciudad, Vicente colapsó y perdió el conocimiento. A pesar de los intentos por reanimarlo y del traslado inmediato al Hospital Argerich, el hombre murió. El vigilador y el empleado de Coto quedaron detenidos, imputados por homicidio simple. Fueron enviados el mismo lunes a la alcaidía de Tribunales, donde permanecen hasta hoy.

El titular del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional N° 33, Darío Bonanno, en consonancia con la opinión de la fiscal nacional en lo criminal y correccional N°8, Marcela Sánchez, decidió que los presuntos asesinos de Ferrer sigan por el momento bajo arresto a la espera de ser trasladados a algún penal. La defensa de uno de los acusados solicitó la excarcelación, que fue denegada. 

Por lo pronto, los investigadores analizan las cámaras de seguridad del lugar para determinar cómo fue la secuencia, según informó el sitio de la Procuración, fiscales.gob.ar. También existe una testigo que asegura que a Ferrer "lo zamarrearon" pero no afirma que le hubieran pegado, un relato contradictorio con otros testimonios que llegaron a la Policía de la Ciudad.

Vicente, nacido el 26 de octubre de 1950, vivía en un pequeño PH de la calle Defensa al 1300, compuesto por seis departamentos y a sólo dos cuadras del supermercado donde recibió la golpiza. Trabajó desde 2007 hasta 2016 para un consorcio de propietarios, donde la persona que atiende el teléfono no lo recuerda, según consigna Infobae. 

En el lugar ocupaba la penúltima de las unidades, casi al final de un angosto corredor. Estaba solo. Nadie vivía con él. Uno de sus vecinos, un joven de no más de 25 años, dijo que se trataba de una persona muy reservada que apenas intercambiaba un saludo con las personas que viven allí. "Era muy solitario. No vivía con nadie. Sólo me decía hola y chau. No sé nada más de su vida", resaltó.

Una de las dueñas de un restaurante nuevo que se encuentra enfrente de la vivienda de Ferrer dijo a Infobae que apenas lo vio y que jamás mantuvo contacto con él. "Sólo sé que mantenía contacto con una pareja de jubilados que también vive acá, pero no mucho más. Me enteré de que había muerto por lo que salió en los medios", dijo la mujer.

El matrimonio al que hizo referencia se negó a brindar declaraciones. Se los veía algo afectados por lo ocurrido. Vecinos que se habían acercado al lugar indicaron que Ferrer tenía una única hija, que vive en Alemania y que debió viajar de urgencia a la Argentina tras enterarse del fallecimiento de su padre. Tras tocar el timbre reiteradas veces tanto afuera del edificio como en el interior, no hubo respuesta. "Estoy segura de que no hay nadie en esa casa", confirmó la dueña del restaurante.

"Es tremendo. Si alguien me roba una mandarina o una manzana, a los sumo le grito. No podés matar a nadie por eso", dijo una dueña de una verdulería cercana, indignada. 

Además, Ferrer trabajó algunos años en el Consorcio de Propietarios Puerto Santo Plaza, cuyas oficinas quedan ubicadas en el barrio de Puerto Madero.

Tras conocerse la muerte de Ferrer, los vecinos de San Telmo hicieron una convocatoria para manifestarse este jueves a las ocho de la noche en la puerta del local en Brasil y Perú. "Repudiamos el accionar y la pasividad de sus empleados y todos los presentes en el crimen de Vicente Ferrer, que sufría de demencia senil y fue violentamente golpeado y asesinado por el personal de seguridad. Basta de normalizar la violencia", rezaba el mensaje que llamó a los vecinos a que participen de la movilización.

El caso se dio a conocer luego de que el fotógrafo Nicolás Ramos pasó de casualidad en el momento en que trataban de reanimar al jubilado. Sin dudarlo, disparó su cámara y capturó la dramática escena. "Volvía de la casa de mis padres y en la cuadra del Coto vi que había mucha gente alrededor del hombre intentando reanimarlo. Desde que hay más presencia policial en el barrio han crecido estas modalidades violentas", dijo el joven en diálogo con varios medios.

Alejandro Broitman, defensor de De la Rosa, dijo que su cliente no participó del episodio. Sostuvo que primero siguió al presunto ladrón hasta la vereda donde lo retuvo y que después le exigió que devolviera la mercadería robada. Como Ferrer se negó, intervino el otro empleado, mientras que De la Rosa fue a buscar ayuda de la Policía. Al regresar al lugar del hecho con un efectivo de seguridad, supuestamente se encontró con el hombre desvanecido en la vereda.

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