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Prostitución y sociedad: ¿Y si empezamos a debatir sin hipocresías?

El tratamiento legislativo contra la trata de personas mostró la hipocresía política sobre un tema tabú. Los que hace pocos años defendían la sindicalización "de las compañeras trabajadoras del sexo", se convirtieron de la noche a la mañana en los pacatos defensores de la moral de los argentinos. El debate tabú.

Por Jorge D. Boimvaser

@boimvaser

info@boimvaser.com.ar

 

El caso de Marita Verón sacó a luz la gran hipocresía de un debate tabú que nadie quiere dar. Funcionarios porteños se hacen fotografiar retirando de la calle volantes con ofertas de prostitución y dicen que esa es la forma de luchar contra la trata de personas. Después vuelven a sus despachos como si nada.

Si en esas propagandas se ubican las direcciones de los sitios, ¿por qué en lugar de acciones mediáticas no los inspeccionan para encontrar si hay personas expuestas a esclavitud sexual? Hay mucho dinero en juego para hacer eso.

En el microcentro porteño hay no menos de 10 de las llamadas whiskerías que parecen tener licencias de corso (impunidad absoluta).  Ahí puede suceder una tragedia en cualquier momento y nadie toma cartas en el asunto.

La modalidad de esos sitios fue denunciada varias veces, pero siguen impunes. Se trata de personas-porteros que invitan a los caminantes "sólo a conocer el lugar sin compromiso". Cuando los ingenuos ingresan se les aparean un par de mujeres, el mozo les trae una consumición y los que entraron para conocer el sitio ya cayeron en la trama: unos custodios les cobran centenares de pesos por esas copas y los aprietan mal si se niegan a pagar. Ya hubo incidentes a cuchillazo que no pasó a mayores. Cuando alguien empiece a defenderse a balazo limpio ya será tarde para lágrimas.

La embajadora norteamericana en la Argentina felicitó a Cristina Fernández cuando el gobierno prohibió el famoso "rubro 59", que igual funciona con otra modalidad.  Lo que olvidó la diplomática es que en Estados Unidos, en todos los hoteles, existe la guía amarilla que ofrece todo tipos de servicios (desde plomería hasta expertos en pastelería y lo que se te ocurra). De las miles de páginas amarillas, el 80 por ciento está ocupado por ofertas diversas de servicios sexuales. No es cosa de venir a Buenos Aires a felicitar pero olvidando lo que pasa en su propio país.

Hace 50 años, las películas de Armando Bo-Isabel Sarli (para el mundo "progre" eran chabacanas y sucias, igual que para ese mundillo hipócrita Alberto Olmedo era un grosero mal, y hoy se rasgan las vestiduras colmándolos de elogios),  mostraban dos realidad impresionantes para su época. Una de ellas –la principal- la explotación inhumana de los trabajadores rurales. La otra, las grandes extensiones de tierras donde no se veía una mujer ni en foto. Y Dios no le dio testosterona a los hombres para que las tengan de adorno.

Hace no muchos tiempo, las prostitutas que tenían además de buen lomo un cerebro pensante, viajaban a la Patagonia y muchas de ellas terminaban casadas y formando familias con hombres de buena posición. Hasta que lo conseguían, le hacían la vida algo más dichosa a esos hombres en comunidades con baja densidad de población femenina.

Un viejo amigo íntimo de Néstor Kirchner nos decía por qué el ex Presidente defendía la existencia de los "puti clubs". Más allá que Néstor siempre fue de lo que se llaman "tipos cabareteros", lo real es que estos lugares hacen descender enormemente los casos de violación. Es estadística pura, no un concepto abstracto. Digamos que se llama "Mariela" (ponele el nombre que prefieras), y dice: "La Justicia y la poli nos sigue a nosotras, pero no al miserable de mi ex que no me pasa la cuota alimentaria para los chicos".

En las redes sociales se impuso un texto absurdo, casi estúpido, pero se comparte por millares: "Sin clientes no hay prostitución, sin prostitución no hay trata".

Con el mismo criterio podría prohibirse la industria textil para combatir el trabajo esclavo.

Hace 15 años, la DEA envió a la Argentina a uno de sus "peso pesado", un argentino nacido en Lanús y criado desde chico en Los Ángeles, Abel Reynoso.

"Abelito" –como le decían- había trabajado en la policía yanky y nos explicó en largas charlas ciertas modalidades de trabajo policial en USA.

Dos de esas charlas vale reproducirlas. Una ocasión se topó con un negrito que tenía un porro en los labios. Lo fue a detener y el hombre se lo tragó.

"Dejáte de joder, le dije, ¿en estos tiempos detener un tipo por fumar marihuana?" Y respondió lo que demuestra la idiosincrasia de los polis honestos en el país del Norte. "La ley no permite fumar en las calles, y yo tengo que hacerla cumplir. Si cambian las leyes nos adaptamos a ellas, pero mientras tenga vigencia la hago cumplir aún cuando sea un simple porrito".

Y después fue el tema que da lugar a este recordatorio. Un procedimiento que hicieron contra una banda que extorsionaba clientes de prostitución VIP. El servicio era caro, se pagaba con tarjeta de crédito que después se facturaba como alquiler de limousine para no dejar rastros del verdadero motivo que originó el gasto. (Si no registrás el film "Lo Ángeles al desnudo" que muestra una historia real de los años 50, te sugiero que los veas. Impresionante).

La banda en cuestión obtenía los datos del cliente por su historia datad en los registros de su credit card, y si no volvía a pedir señoritas, le enviaba a su domicilio propaganda de los nuevos servicios de alquiler de autos. El mensaje era: Tenés que volver a pedir señoritas. Si el cliente no reaccionaba, la próxima correspondencia era folletería de las mujeres en oferta, lógicamente en fotos desnudas. Una invitación al divorcio con culpa y "tus bienes ahora son míos". Chantaje en estado puro.

El FBI hizo una investigación –en la cual intervino Reynoso, haciéndose pasar por futbolista veterano de la selección argentina- y cuando la dama de esa agencia mencionó en persona el costo del servicio, ahí le cayeron a toda la organización criminal.

El hombre de la DEA nos contaba la realidad de la prostitución en ese país. Es tolerada porque estadísticamente se comprobó que con su existencia disminuyen notablemente los delitos sexuales, pero cuando entran a jugar factores criminales, desde la extorsión, el chantaje, la pedofilia o la trata de personas, ahí no hay consentimiento y la justicia les cae con mano dura.

Vale tenerlo en cuenta si alguna vez se quiere debatir el tema sin hipocresías. Los que lucran con el aberrante tráfico humano,  siempre conseguirán material para sus bajezas. Los "coyotes" mexicanos usan a las personas para prostitución, narcotráfico o servidumbre. Siempre tienen alguna finalidad para sus instintos criminales.

Y suponer que se puede terminar con el negocio de prostitución es tan absurdo como querer tapar el sol con la mano. Ahora sí, para los delitos que se generan tras esa actividad, como decía el general Perón: "Ni justicia". O sí, pero la más dura de todas.