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Procesan a parapentista que sobrevoló el centro porteño

La Cámara Federal porteña confirmó el procesamiento y dejó más cerca del juicio oral por un delito que contempla hasta 8 años de prisión al parapentista Hernán Pitocco, quien sin permiso sobrevoló zonas como el Obelisco, el teatro Colón y aterrizó en Puerto Madero, para promocionar una bebida energizante en abril pasado.

En un duro fallo, los camaristas confirmaron el procesamiento dictado por la jueza federal María Servini de Cubría y remarcaron que según un informe de la Administración Nacional de Aviación Civil el piloto del aerodeslizador que cometió el delito el 27 de abril pasado "realizó un vuelo temerario en una zona densamente poblada".

También manifestó un "desprecio no sólo de su vida, sino la de terceros", según la resolución a la que accedió Télam.

El acusado está procesado por violación del artículo 190 del Código Penal, que castiga con dos a ocho años de cárcel al que "a sabiendas ejecutare cualquier acto que ponga en peligro la seguridad de una nave, construcción flotante o aeronave".

El piloto fue arrestado por Prefectura Naval Argentina cuando aterrizó en el Puente de la Mujer, en Puerto Madero, pero está en libertad. "No cabe sino considerar que acierta la magistrada de la anterior instancia que, tanto desde la perspectiva que brinda el sentido común, como al citar el informe que la Administración Nacional de Aviación Civil brindó al respecto, dio cuenta de que la conducta de Pitocco generó el concreto peligro requerido por la figura en análisis", sostuvieron los camaristas Eduardo Farah, Jorge Ballestero y Eduardo Freiler.

Y advirtieron que en los informes se remarcó que podría haber habido accidentes tanto por "la distracción que pudo haber causado en los automovilistas que circulaban por la avenida 9 de Julio, como por los límites propios del aerodeslizador, en tanto su liviana estructura podría quedar a merced de los vientos, que a baja altura y por el encauzamiento de su flujo por las edificaciones circundantes son cambiantes y de muy difícil predicción".

También se consideró un agravante el lugar elegido para aterrizar, "una calle peatonal no cerrada al público aceptando, en ello, un potencial resultado dañoso tanto para el aparato como para las personas que allí se encontraban".