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¿Por qué los porteños tenemos dos caras?

El marco que se presenta en las vivencias de los habitantes de la Capital Federal, me resulta netamente ambiguo. Hablo del residente de la Ciudad de Buenos Aires, porque es el lugar donde vivo hace poco más de 34 años.

Por Luciano Frangi@lucianofrangi
lfrangi@diarioveloz.com


Se presentan dos caras del prototipo porteño. Una es la que se vive día a día en la calle. Dónde cualquier discusión casual es "coloreada" con un insulto que puede desembocar en una pelea; y la otra es la gran solidaridad que se manifiesta cuando hay un hecho de gran envergadura, como el reciente temporal, que dejó 51 muertos en la ciudad de La Plata y otros ocho en la capital del país.

Si el peatón cruza mal, el conductor le pasa rozando como para que "le sirva de lección" y de paso le grita con tono prepotentemente educador: "Cruza bien pedazo de...".

Entre los autos, si hay uno que quiere salir de un garaje o un estacionamiento, puede llegar a estar varios minutos, porque pocos son capaces de darte el paso. Ceder el paso y perder diez segundos de vida, es sumamente agradecido por el prójimo porque sencillamente, lo hacen muy pocos conductores.

En la calle se palpa la falta de solidaridad. El colectivero si puede te encierra, sólo para hacerte saber que en la calle, "el pez más grande se come al más chico". El común denominador del porteño es ventajero por naturaleza. Si puede no hacer una fila o "colarse" para sacar una entrada o para realizar un trámite ni lo duda, lo hace. Si lo detiene un policía, por una infracción que realmente cometió, le pronuncia la lanzada frase coimera: "Disculpe oficial, se puede arreglar de otra manera este inconveniente".

Otro suceso que se vive a diario es la persona que actúa estar durmiendo profundamente en el subte o en el colectivo para no cederle el asiento al anciano que apenas puede estar parado. O cuando sube una mujer embarazada, pasan tres segundos y los pasajeros se miran entre sí para ver quién amaga a levantarse primero. Duras y tristes especulaciones.

¿Son correctos todos estos procederes? ¿A que se lo podemos atribuir? Según Laura Coulin, psicóloga y vecina de Villa Devoto: "Cuando hablamos de los hechos de la vida cotidiana en general no son percibidas sus consecuencias en forma directa y no se reflexiona sobre los hechos ni la dimensión. En el día a día somos individuos y respondemos por cada uno de nosotros, esto no significa q sea una guerra constante, pero si es mas fácil ver hechos egoístas, en cambio en una catástrofe, la unidad es mayor porque envuelve a la sociedad, las diferencias se borran y hay solo un objetivo que une y es ayudar".

"La gente esta nerviosa, vive apurada y sumado al stress y los problemas diarios que cada uno carga en su mochila, se forma el combo perfecto para que se vean las miserias a flor de piel", asegura Horacio Pastore, médico psiquiatra y vecino de Villa Urquiza. Daiana, vecina de Balvanera manifiesta: "La gente está muy mal educada, creo que viene de la educación que traen de su hogar". "Lo que pone mal a la gente es no llegar holgadamente a fin de mes", asegura Miguel, vecino de Floresta.

Pero en las malas aparece la solidaridad, la generosidad y el buen corazón para que no sufra el prójimo. Varios clubes de barrio, iglesias, empresas y medios de prensa abrieron sus puertas para que la gente lleve alimentos, agua mineral, colchones y artículos de limpieza. El pueblo no falló, llevo de todo, y los camiones no paran de llegar a las localidades que fueron arrasadas por el agua. Así sucedió esta semana con las intensas tormentas en Buenos Aires, como también hace diez años cuando fue la tremenda inundación en Santa Fe, dónde los porteños no pararon de enviar donaciones..

Señor lector ¿Está usted de acuerdo de la ambigüedad que existe en el residente de la Capital Federal? ¿Cual es la verdadera cara del ciudadano porteño? Quiero leer sus opiniones y así poder sacar nuevas conclusiones.