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Paro docente: ¿Y si alguien piensa en los chicos?

En la serie House of Cards ocurre algo parecido a lo que se está viviendo en Buenos Aires.

Aclaración: (Todo lo contado a continuación es ficción, cualquier relación o parecido con la realidad argentina es pura coincidencia).

En la serie House of Cards, el actor Kevin Spacey protagoniza a Frank Underwood, un congresista que hará hasta lo imposible para llegar a ser presidente. Ni bien empieza la primera temporada, el primer gran reto con el que se va a enfrentar es hacer aprobar una reforma educativa.

Al comienzo todo transcurría de manera normal, pero una serie de medidas hicieron que el sindicato de maestros se declarara en huelga, que duró aproximadamente un poco más de un mes y medio.

Durante ese período, cientos de miles de chicos ficticios no tenían nada para hacer. No aprendían, no interactuaban con sus amigos, y representaban una complicación (en el buen sentido) para los padres, que tenían que ir a trabajar y no tenían con quién dejarlos.

Al comienzo, Underwood estaba tranquilo, con la confianza de aquel que sabe (o cree) que el paro no iba a ser más que un detalle menor, que no iba a durar más que una semana o dos. Pero terminó siendo un mes y medio donde vivió alterado, preso de las medidas del sindicato, y trabajando 24 horas para que vuelvan las clases.

Obviamente que los chicos eran lo menos importante. Realmente lo que él no quería era quedar como responsable de la mayor huelga de maestros de la historia de Estados Unidos. Hasta el presidente, que había basado su campaña en esta reforma, pretendió dar marcha atrás con tal de que vuelvan las clases.

Pero Underwood no se dio por vencido y, como ocurre a lo largo de toda la serie, termina saliéndose con la suya, logra levantar la toma y seguir adelante con la reforma.

Mientras, allá, muy en el fondo, como si fuera una piedrita en el zapato, aparecen los alumnos, que "celebran" no ir al colegio pero no llegan a darse cuenta (todavía) de la gravedad del asunto y de cómo los que tienen el poder (tanto profesores como gobernantes) no ven más allá de su propio ombligo.