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Nicolás Contardi, el joven que de noche cambia de piel: "Te sorprendería ver cuántos hombres fantasean con vestirse de mujer"

Nicolás estudió Diseño de calzados, creó su marca y atiende su showroom.

El que llega a la redacción de Infobae es Nicolás Contardi, el zapatero. Jean oscuro y discreto, camisa, barba de varios días, campera negra, un toque de distinción en sus zapatos de diseño.

Es cerca del mediodía pero hoy no le toca ir a la fábrica de calzados, en Lanús, por eso tiene tiempo para conversar. Se sienta y empieza a contar su historia pero recién cuando gesticula con las manos, se ve. Nicolás tiene uñas esculpidas puntiagudas y esmaltadas con rojo, el único rastro de Nikka Lorach, la mujer en la que se convierte de noche.

Nicolás Contardi tiene 28 años y una infancia, en Lomas de Zamora, con olor a cuero. Su abuelo fue uno de los mejores zapateros de Buenos Aires y fue el que más contento se puso cuando supo que su único nieto varón iba a dejar de ser un bailarín del montón para estudiar "Diseño de calzados" y continuar el legado familiar.

Fue hace un año y medio. Nicolás ya iba a la fábrica de mañana, ya atendía el showroom de tarde y ya había lanzado su línea propia de zapatos cuando tuvo lo que ahora llama "una revelación": "Me di cuenta de que quería montarme de mujer", dice a Infobae.

Era la veta artística que había estado buscando desde que había asumido que ser un bailarín más del staff de Showmatch o de Violetta no colmaba sus deseos. "Estaba agotado y había algo más que, como artista, no estaba pudiendo contar". De a poco empezó a "montarse" de mujer para crear un personaje y fue tallando a su propia drag queen. 

La primera vez que se montó lloró de la emoción, aunque todavía no tenía peluca, se puso una cortina como turbante y usó maquillajes de mala calidad que compró en una cadena de farmacias. Con imaginación, fue creando la identidad de Nikka Lorach: "Un drag star, una rockera latina y étnica", según su definición.

Hoy, en cambio, montarse demanda unas tres horas e incluye "trucarse", es decir, esconder los genitales y crear artesanalmente, con una toallita femenina, "una especie de conchero". "A mí me gusta trucarme bien, tirar todo bien para atrás, y ponerme ropa cavada. Si no me truco, la drag no me baja, Nikka no viene", cuenta.

La creación de Nikka lleva, además, un elástico para afinar la cintura, maquillaje en el torso para crear la ilusión de que tiene pechos, pestañas postizas, lencería fina, peluca, uñas esculpidas y depilación total, porque no usa medias. "A veces uno tiene más prejuicios de lo que pasa en la realidad. Mi papá, por ejemplo, ama a Nikka, hasta me ha regalado botas para montarme".

No es una mujer trans. Es un hombre gay -está casado con Ángel- y Nikka, explica, es su "alter ego", un personaje que, sin saberlo, empezó a investigar cuando tenía 7 años.

"Iba todos los fines de semana a la casa de mi abuela porque ahí tenía total libertad para vestirme de mujer. Usaba sus maquillajes, sus tacos y una peluca de kanekalon que compramos juntos en un cotillón. La peluca era horrible pero yo estaba chocho", recuerda.

Es un personaje artístico que "empieza y termina cuando uno lo desea" por eso, a diferencia de una mujer trans, cuando regresa a casa Nikka vuelve a ser Nicolás.

Como drag queen creció a una velocidad arrolladora: actuó con Fito Paéz en el Luna Park, en un comercial de Coca Cola que está por salir al aire, compuso su primer tema musical y, desde esta semana, es protagonista de "Carnival Rock", un show de cabaret y rock, en Palermo.

Es un mundo desconocido para muchos pero Nicolás, de la mano de Nikka, conoce todos sus secretos.

-¿Hay hombres que fantasean con vestirse de mujer sin tener intenciones artísticas?
-Claro, eso se llama cross dressing, que es el acto de vestirse del género opuesto. No importa si sos gay o heterosexual, simplemente tenés la fantasía de vestirte de mujer por un día, o varios. Para muchos, es una fantasía sexual, un fetiche: se montan de mujer y salen de levante o concretan la fantasía en casa, con sus esposas. Para otros, es sólo una ilusión materializada, no sexual. En Estados Unidos es mucho más común. Los jueves son los famosos "día de trampa": hombres heterosexuales que tienen esposas, hijos, trabajo y perro se juntan en un departamento con otros hombres hétero. Llevan su ropa de mujer, se montan, salen, se divierten, vuelven, se desmontan y se van a a dormir a sus casas, con sus familias.

-¿Y en Argentina?
-Acá hay muchos hombres que lo hacen de la puerta para afuera pero no sienten la libertad de poder hacerlo en casa. También hay muchos que se montan de minas solos en sus casas y se quedan tomando mate. El género masculino está desarrollado desde la represión, tal cosa "es de macho", tal otra, no. Te sorprenderías de ver cuántos hombres, hétero o gays, tienen la fantasía de montarse de mujer. También te sorprendería la cantidad de hombres casados a los que les gustan los hombres montados. A veces montada así sos la fantasía perfecta, no sabés cómo se te tiran. Hay muchos tipos que son heterosexuales pero también quieren probar cosas nuevas...

-Debe haber hombres que tienen la fantasía pero no se animan a concretarla...
-Sí, los heterosexuales tienen mucho miedo porque hay un tabú enorme alrededor del tema. Es un fetiche, una fantasía, una ilusión pero a veces le ponen mucha carga. Yo siempre tuve una ambigüedad, lo que se dice no gender, y creo que es hora de dejar de encasillar a los géneros. Podés estar con una chica porque te dieron ganas y no ser lesbiana, podés estar con un chico y no ser gay, eso depende de la relación y el modelo de vida que quieras encarar. Lo mismo pasa con el cross: que vos quieras montrarte una noche no te hace gay, travesti, transgénero ni drag queen. Sos sólo un pibe que se dio el gusto de concretar la fantasía de ser mujer por una noche.

-¿Por qué creés que es importante dejar de encasillar a los géneros?
-Porque vos podés vestirte de mujer y que sea un hecho artístico o vos podés vestirte de mujer y ser travesti. Pero también hay grises en el medio, donde solo hay una fantasía a cumplir. ¿Y qué? ¿Te la vas a reprimir? Yo a veces les pregunto a otros hombres: "¿Qué harías si fueras por un rato del sexo opuesto?". ¿Sabés qué responden? "Uh, yo sería una puta...". Mmmm, ¿qué se están guardando? Al que quiere probar el cross dressing le recomiendo empezar solo en casa, comprarse un vestido, ver cómo se siente, qué le pasa, si lo siente más sexual, más interno, ir investigando qué es convertirse en el otro género por un rato.

Nota extraída de Infobae