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Ni represión ni Estado ausente

Tiene razón la ministra Nilda Garré cuando dice que la represión no ayuda a la solución de los conflictos, pero tampoco el Estado ausente es una solución.

Con la asunción de Nilda Garré –hasta hace dos días ministra de Defensa– al frente del flamante Ministerio de Seguridad de la Nación, se abre un nuevo capítulo de una historia difícil y turbulenta, que tuvo en los episodios de Villa Soldati una nueva página cargada de dramatismo y malos augurios. De hecho, que al calor de ese conflicto se haya creado un ministerio habla bien a las claras de la dimensión que ha cobrado el tema de la inseguridad, que no se agota en episodios delictivos clásicos, como los robos en sus distintas modalidades, los asaltos domiciliarios, las salideras bancarias o los abusos sexuales.

Ahora fueron las ocupaciones ilegales de tierras en parques, plazas o predios fiscales o privados las que llenaron las primeras planas de los medios, con el agravante de que, durante el desarrollo de este conflicto, se produjo un enfrentamiento entre el Gobierno Nacional y el de la Ciudad de Buenos Aires.

Es exagerado hablar de una crisis institucional, pero la pública disputa entre Aníbal Fernández y Mauricio Macri, jefe de Gabinete y jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, respectivamente, dio la sensación de un conflicto de poderes, que, por fortuna, se resolvió con el correr de las horas.

El Poder Ejecutivo Nacional decidió enviar fuerzas de Gendarmería Nacional y Prefectura Naval para desocupar el parque Indoamericano de Villa Soldati, y tanto los gobiernos de la Nación como de la Ciudad de Buenos Aires se comprometieron a impulsar la construcción de viviendas para los sin techo de la Capital Federal. Pero quedó el saldo de tres muertos y decenas de heridos, y además se produjo el temido y previsible efecto dominó; es decir, la ocupación ilegal de tierras en distintos lugares del país.

La ministra de Seguridad, al asumir su cargo, dijo que "la represión no es el recurso para la solución de los conflictos", como así también que "la inseguridad es un tema multicausal y complejo". Sobre esta segunda afirmación todos están de acuerdo, pero sobre la primera habría que hacer algunas precisiones.

Si bien es cierto que los conflictos sociales no se resuelven con la represión, también lo es que el Estado tiene la obligación constitucional de preservar el orden público y evitar que esas situaciones terminen en batallas campales, en la confrontación de barras bravas y bandas armadas.

Asimismo, debe evitar esa guerra de pobres contra pobres, que puede llegar a tener consecuencias funestas.

Por lo tanto, ni represión indiscriminada ni Estado ausente, porque ambos extremos pueden aumentar la exasperación en la que vive la sociedad y generar más violencia.