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Negocios globalizados

* Por Roberto Samuelson. El New York Times publicó recientemente un artículo muy comentado, informando que General Electric -con U$S 14.200 millones de ganancias por operaciones en todo el mundo en 2010- no debía impuestos corporativos en Estados Unidos por ese año.

El New York Times publicó recientemente un artículo muy comentado, informando que General Electric -con U$S 14.200 millones de ganancias por operaciones en todo el mundo en 2010- no debía impuestos corporativos en Estados Unidos por ese año. ¡Pa! El artículo debe haber provocado ardor de estómago a algunos funcionarios de la Casa Blanca, ya que Barack Obama había nombrado al jefe ejecutivo de General Electric, Jeffrey Immelt, como director del Consejo para Puestos de Trabajo y Competitividad del presidente. Bueno, GE parece ser bien competitiva en evitar impuestos. La pregunta es: ¿Podemos hacer algo al respecto?.

La respuesta es "sí", pero la respuesta correcta es contraintuitiva. No se trata de elevar los impuestos a las empresas multinacionales, sino de reducirlos. Para contrarrestar esa pérdida fiscal y reducir el déficit presupuestario, debemos después aumentar los impuestos individuales sobre los dividendos corporativos y las ganancias de capital (las ganancias de ventas de acciones o propiedades). Estas gozan de una tasa tope ridículamente baja del 15 por ciento -un regalo para los ricos que no tiene sentido como política económica-. El 1 por ciento más rico de los norteamericanos recibe dos tercios de las ganancias de capital y de los dividendos.

PROBLEMAS SEPARADOS
Antes de entrar en detalles, unas pocas observaciones sobre el artículo del Times. El artículo fusionó -y confundió- dos problemas separados.

Primero, los impuestos de GE en Estados Unidos. Nadie ha acusado a la empresa de haber hecho algo ilegal. GE reportó ganancias anteriores a los impuestos de 5.100 millones de dólares en sus operaciones de Estados Unidos para 2010, pero dijo que las pérdidas anteriores eliminaron la responsabilidad fiscal en Estados Unidos. Esas pérdidas se originaron en la crisis financiera y GE Capital, una subsidiaria que otorga préstamos, fue la que las sufrió. También vale la pena señalar que, a pesar del actual éxito, GE no se ha recuperado completamente de la crisis. En 2010, las ganancias mundiales fueron un 44 por ciento inferiores a las de 2007.

Después, en qué forma GE evita impuestos. GE presenta sus declaraciones de impuestos anualmente en 250 jurisdicciones del mundo; su departamento fiscal tiene 975 empleados. Como muchas multinacionales, GE se esfuerza agresivamente por guiar las ganancias del exterior a países de bajos impuestos; en la medida en que estas ganancias se queden en el exterior, Estados Unidos no las grava. (Hay una distinción entre "evitar" impuestos y "evadir" impuestos. Evitar significa reducir los impuestos legalmente; evadir es no pagar, lo que es ilegal).

Observen que la categoría de GE como multinacional no eliminó sus impuestos norteamericanos de 2010; ese hecho fue un resultado de la crisis financiera. Pero la categoría de multinacional de GE presenta una cuestión de política oficial. ¿Cómo tratar a estas empresas libres y sin compromisos?

LAS MULTINACIONALES
Tanto se las ame como se las odie, las multinacionales están presentes y no desaparecerán. Para 2008, IBM, Caterpillar y todas las otras multinacionales norteamericanas invirtieron 3,2 billones de dólares en el exterior; mientras tanto, Toyota, Siemens y otras empresas extranjeras invirtieron 2,2 billones de dólares en Estados Unidos. Librar una guerra contra las multinacionales no tiene sentido. Como señala el economista de Dartmouth, Matthew Slaughter, representan una buena fuente de puestos de trabajo bien remunerados y de tecnología avanzada. En verdad, los países compiten por ellas, reduciendo las tasas fiscales corporativas. Las de Irlanda son de un mero 12,5 por ciento.

Hemos ignorado esta competencia. Nuestra tasa fiscal corporativa tope del 35 por ciento es una de las más elevadas, aunque algunas exenciones fiscales reducen la tasa real. La tasa promedio de Europa está más cerca del 25 por ciento. Mientras tanto, presidentes y Congresos sucesivos recortaron la tasa de las ganancias de capital de un 28 por ciento bajo el presidente Reagan a un 20 por ciento y después un 15 por ciento -una tasa de la que también disfrutan, sin justificación, los administradores de fondos de cobertura. En 2003, el Congreso redujo la tasa sobre los dividendos, que en otra época se gravaban como ingresos ordinarios, a un 15 por ciento.

Todo eso está al revés, expresan los economistas Rosanne Altshuler, Benjamin Harris y Eric Toder en un estudio para el Tax Policy Center, entidad no partidista. Debemos reducir las tasas de las corporaciones. Eso haría de Estados Unidos un lugar más atractivo para las multinacionales norteamericanas y extranjeras. Después, debemos elevar los impuestos para la gente que recibe beneficios de las ganancias. Los economistas sugieren recortar la tasa corporativa a un 26 por ciento y aumentar la tasa de ganancias de capital a un 28 por ciento; los dividendos se gravarían como ingresos ordinarios. Eliminar las exenciones fiscales injustificadas generaría ingresos extra.

Si se lleva a cabo correctamente, este cambio crearía puestos de trabajo, reduciría el déficit presupuestario y disminuiría la práctica de evitar impuestos. La experiencia contradice la idea de que elevar las tasas sobre las ganancias de capital y los dividendos perjudicaría la economía. Después de todo, la Ley de Reforma Fiscal de 1986 -propuesta por Reagan con apoyo bipartidista- elevó la tasa de las ganancias de capital a un 28 por ciento, y la economía no tuvo problemas. En verdad, acabar con la reducida tasa del 15 por ciento para los fondos de cobertura eliminaría un subsidio fiscal que favorece las inversiones en papel por sobre la producción real.

EL VERDADERO ESCANDALO
El escándalo no es que GE no esté pagando impuestos en Estados Unidos para 2010; eso será temporario, el escándalo es que no estemos enfrentando las realidades de los negocios globalizados. Los liberales penalizarían a las multinacionales norteamericanas elevando sus impuestos; los conservadores defienden dudosos recortes fiscales para los ricos. Cualquiera sea su atractivo partidista, estas políticas favorecen poco la economía. Es cierto que hay muchos factores que influyen en el lugar en que se expande una empresa: jornales, mercados locales, reglamentaciones gubernamentales, tasas de cambio. Pero si eliminamos un factor -los impuestos- estamos perjudicando nuestra capacidad de competir por empresas mundiales.