DOLAR
OFICIAL $816.08
COMPRA
$875.65
VENTA
BLUE $1.18
COMPRA
$1.20
VENTA

Necesarios acuerdos de la familia con la escuela

Por Leticia Oraisón de Turpín. Los progenitores avalan, justifican y defienden toda actitud, decisión y acción de los hijos.

Después de mucho hablar y discutir sobre la triste realidad del constante e ininterrumpido incremento de la violencia en las escuelas, ésta problemática fue incorporada a la lista de preocupaciones institucionales, a partir de directivas expresamente especificadas por las autoridades vigentes con bajada a todas las escuelas.

Evidentemente es éste un avance importante, ya que a partir de éste reconocimiento, pueden analizarse y debatirse con amplitud y sinceridad la "escalada" de agresividad y desacato en las inter-relaciones escolares.

Si bien empleamos el vocablo "escalada" (por su progresivo aumento) debiéramos decir "deslizamiento" o "desbarranco" por la rapidez con que se cae en éstas situaciones y por la velocidad con que se contagian las acciones injuriosas, pérfidas, malsanas y degradantes en el espacio educativo juvenil.

Aunque impresiona como muy fuerte y exagerado expresar con esos términos la triste realidad vivenciada en el ámbito escolar, es una realidad sufrida por docentes y alumnos que no están conformes con la laxitud disciplinaria imperante.

Podemos llegar a pensar que ésta situación es el resultado de las políticas educativas de retención escolar, facilitadoras y complacientes con los caprichos juveniles, en el afán de escolarizar a la totalidad de la población etaria. ¡Loable deseo!, pésimo mecanismo de aplicación ya que no es por "convencimiento", sino por "conveniencia" que muchos se adhieren al proyecto educativo, que dejó de ser tal, para convertirse en resguardo, contención y estacionamiento de alumnos ociosos, abúlicos y susceptibles a los estímulos sensitivos primarios.

Todo esto agravado por la complicidad de los progenitores que avalan, justifican y defienden toda actitud, decisión y acción de los hijos. Ya no se apoya al profesor y se duda de la actuación del hijo, sino que por el contrario, se apoya al hijo y se duda de la actuación del profesor, agravando la indisposición de los chicos hacia las jerarquías institucionales.

Al no haber trabajo conjunto, acorde y armonioso de "padres y docentes", la disciplina de la escuela se resiente estrepitosamente, cae, se derrumba y genera arbitrariedades, desmanes, agresividades y violencias descontroladas por falta de respeto a la autoridad presente.

Es conveniente destacar y dejar en claro, que si bien estamos hablando de situaciones cada vez más frecuentes y posibles en muchas instituciones educativas, hay (porque todavía existen) muchos ámbitos de estudio donde la convivencia todavía es amigable y respetuosa y que pueden servir de ejemplo y estudio para la mejora de las afectadas.

Basta leer algunos libros dedicados al tema para comprender que los problemas son resultado de la suma de muchos componentes, que simplificando al extremo los podemos resumir en la falta de comunicación, entendimiento y colaboración de padres y docentes, para aplicar conjuntamente reglas claras y necesarias en las interrelaciones escolares, con el cuidado y esmero que esto amerita y en acuerdos explícitos y detallados que los alumnos también deben conocer, respetar, comprometerse y cumplir.

Disciplina no es coaccionar sino enseñar y convencer de la necesidad que tenemos de vivir ordenada y armoniosamente como seres humanos civilizados y merecedores de llamarnos hijos de Dios.

Sería bueno pensar y preocuparnos más en éste tema, que desvela a muchos verdaderos educadores, ya sean padres, docentes, directivos o funcionarios.