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"Nada peor que alguien de 70 con cara de falsos 50"

Por Fernanda Sández* Casi siete décadas de vida, veintiocho películas y un vasto historial amoroso avalan al mito. Vitaminas, pieles y pena de muerte.

El aura: ese es el tema. El aura, la aureola dorada que la rodea como un velo tejido con nubes, rocío y algo brillante. Vista de cerca, sigue teniendo la atracción de un cuadro de Rembrandt. La misma irradiación, el mismo "hasta ahí, por favor", la misma impresión de estar conversando con una estatua parlante. Con los años, Catherine Deneuve (nacida Dorléac) parece haber ido ingresando en cierta dimensión de irrealidad. Un modo de existir aéreo, desencarnado. Tal vez por eso, durante cinco años le prestó el cuerpo y el rostro a Marianne, la personificación de la república francesa. Tal vez por eso, en su boca algunas frases sorprenden el doble, y ciertos gestos de rasa humanidad (acomodarse el pelo, tocarse la nariz, fumar con intensidad) resultan doblemente llamativos. Después de todo, ¿no la han bautizado "la dama de hielo"?
Tal vez haya que entender algo fundamental, el carácter profundamente desprejuiciado (francés, si se quiere) con el que la actriz encaró tanto su vida como su carrera. Veamos: se casó solo una vez (con el fotógrafo inglés David Bailey), pero se enamoró muchísimas otras. Y en dos, el romance terminó en pañales. Ambos bebés de apellido famoso: Christian Vadim (fruto de su relación con Roger Vadim) y Chiara Mastroianni, nacida hace 38 de su amor con el gran Marcello. También vivió historias apasionadas con François Truffaut y con Clint Eastwood, en una suerte de endogamia cinéfila que engordó cientos de "revistas del corazón". Y filmó muchísimo, claro. Ganó el premio César media docena de veces y arañó el Oscar a la mejor actriz de reparto en 1992, encarnando a una baronesa del caucho en "Indochina". La dirigieron desde Luis Buñuel hasta Régis Wargnier, pasando por Roman Polanski y Lars Von Triers. El último feliz integrante de esta segunda lista (la de los directores, no la de los directores- enamorados) fue François Ozon, que la convocó para la comedia "Potiche, mujeres al poder". Aunque, a decir verdad, más se trata de un divertimento, una reflexión irónica sobre el matrimonio y las mujeres obedientes, en la que Catherine se divirtió de lo lindo jugando a ser una "mujer florero". Una señora de su casa, mientras su marido manda en su empresa con mano de hierro. Todo cambiará cuando al señor lo secuestren y la "señora florera" deba ponerse al frente de la situación. Su universo prolijo volará por los aires y una nueva mujer surgirá de los restos de la otra. Una mujer definitivamente mucho más parecida a esta, que mira, y pita, y en cada bocanada parecería que se fumara el mundo.

Periodista: Usted fuma mucho.

Catherine Deneuve: ... Sí, no soy una mujer razonable.

Periodista: ¿Cómo se siente ser fumador en un mundo que quiere prohibir el cigarrillo?

Deneuve: Creo que es algo absurdo. Comprendo el deseo de proteger a los no fumadores, pero las restricciones a los que fuman son un atentado a la libertad individual, una exageración. Mientras se prohíbe el cigarrillo, muchos automóviles están en las calles contaminando todo con humo negro. No me gustan las imposiciones, que me digan lo que me debe gustar o no. Una vez, en los Estados Unidos, me preguntaron por qué estaba usando un tapado de piel. ¿Acaso allá no existe la pena de muerte? Entonces no me condenen a mí por la muerte de los animales.

Aquí está, esta es. La imprevisible, la que sorprende. Una mujer bellísima, que niega haberse practicado alguna cirugía estética (N. de R.: se la señala como la primera en haber probado los hoy famosos "hilos de oro") y que se siente libre para decir lo primero que se le pase por la cabeza. Por feo que pueda llegar a sonar.

Periodista: No es partidaria de lo políticamente correcto.

Deneuve: Es simplemente ridículo. En Francia estamos viviendo un período terrible, donde las personas utilizan las mínimas cosas para acusar a otras de tener prejuicios. Ya no vamos a poder tener más sentido del humor, polémicas, disputas. Están comenzando a autocensurarse y eso no está bien.

Periodista: ¿Qué opina de la expulsión del cineasta Lars von Trier de Cannes –que la dirigió en "Bailarina en la oscuridad"– luego de haber declarado que admiraba a Hitler?

Deneuve: Claro que sus declaraciones me impactaron, pero ese mismo día él reconoció que fue una broma de mal gusto y pidió disculpas. Von Trier es rebelde, provocador, polémico. Pero si pidió disculpas, no había necesidad de expulsarlo.
A diferencia de muchas colegas radicadas en Hollywood, a Deneuve el paso del tiempo no le cerró la posibilidad de trabajar. No tiene tanto que ver con su belleza, ni con el obvio romance que existe entre la cámara y sus rasgos, sino con el creciente cuidado que le dedica a la selección de papeles. Lee mucho, elige poco. Cada vez menos, a decir verdad. Es María Antonieta probándose anillos. Sabe que hay situaciones, tensiones y diálogos en donde, en lugar de a ella, los espectadores estarían buscando a la que alguna vez fue. Y no quiere prestarse a ese juego perverso. Por eso, su última elección fue una comedia que se mete con muchos de los supuestos "pilares" de la vida burguesa: el matrimonio, la fidelidad, la obediencia, el sacrificio. En esa vuelta campana de las cosas, aparece con ruleros y batón, loca detrás de los chicos y atenta a naderías. Una anti Marianne a la que la política, después, terminará convirtiendo en otra cosa, y vuelta a girar.

Periodista: En "Potiche", es un ama de casa que termina siendo candidata en una elección comunal. ¿Ya utilizó su fama en causas políticas?

Deneuve: Sí, pero nunca apoyé a los políticos. Formo parte de Amnistía Internacional, participé en la lucha por el derecho al aborto y estoy totalmente en contra de la pena de muerte.

Periodista: Trabajó con grandes directores como Buñuel, Truffaut y Polanski. ¿Por qué actualmente no tenemos talentos como estos?

Deneuve: Hoy en día existen grandes talentos en el cine. En Francia, tenemos a Xavier Beauvois, François Ozon, Gaël Morel. También está el coreano Joon-ho Bong, que dirigió "Mother", una película que adoro y es un buen ejemplo de un gran papel para una mujer más vieja. Ocurre que hacer cine hoy es algo banal. Cualquiera, con una cámara pequeña y sin ningún tipo de conocimiento técnico, puede hacer su película. Antes, filmar era toda una aventura, una gran obra que requería talento y disciplina, tener un productor exigente, un buen director y un guión bien armado. Actualmente, es muy común hacer una película con un guión a medias. Mucho de lo que se produce de forma más pretenciosa puede, incluso, llegar a ser interesante, pero no tiene la fuerza suficiente para dejar una marca.

Periodista: Varias actrices se quejan de que, después de una cierta edad, los buenos papeles escasean. Sin embargo, usted siempre está trabajando.

Deneuve: Luego de una cierta edad no se puede hacer papeles románticos, entonces hay que buscar papeles buenos, leer muchos más guiones. El público de cine es mucho más joven, más en los Estados Unidos que en Europa; entonces, la mayoría de las veces una actriz de 40 años ya está del otro lado del espejo. Hollywood no me ofrece papeles interesantes como los que me ofrecen en Europa. Juliette Binoche y Marion Cotillard son las únicas francesas que trabajan en los Estados Unidos.

Periodista: Usted hizo una participación en la serie televisiva "Nip Tuck", que trata sobre las cirugías plásticas. ¿Este tipo de cirugía es una exigencia para la profesión?

Deneuve: Lo hice porque me gustaba mucho la serie y me dedicaron una participación especial. No me parece mal que alguien en esta profesión se haga una cirugía plástica, pero es necesario moderación y sentido común, respetar la edad que se tiene. No hay nada peor que una persona de 70 años con una cara falsos 50. Yo nunca me hice nada. Hice tratamientos con vitaminas, hago gimnasia aunque no me guste, y como de todo. Sólo evito el azúcar, que es terrible.

Periodista: ¿La belleza es una
carga?

Deneuve: Claro que sí, pero una carga más liviana que la de ser fea. La belleza genera ciertas obligaciones y, siendo actriz, existe el riesgo de ser estereotipada. Por otro lado, las ventajas son enormes. También es importante recordar que la belleza no es propiedad exclusiva de la juventud. Las mujeres maduras pueden ser bonitas, claro.