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Mismo rumbo económico, mismos resultados electorales

Por Manuel Zunino y Santiago Giorgetta. El resultado de las elecciones, si bien fue sorpresivo por su contundencia, era previsible si se analizaba el clima de opinión a partir de distintos indicadores.

Un año antes de las PASO, observamos un dato que se mantuvo constante hasta la elección primaria: el 61% a nivel nacional consideraba que el rumbo de la economía era incorrecto.

Si a ello se le agrega la alta incidencia de preocupaciones económicas en los sectores socioeconómicos medio-bajos y un quiebre en las expectativas de confianza en la mejora de la economía, se podían estimar las dificultades que enfrentaba el oficialismo de cara a las urnas.

Mientras tanto, desde el entorno presidencial se diseñaba una estrategia que nos encargamos de definir en nuestras participaciones en los medios, como muy riesgosa para su continuidad. 

El 25 de Marzo, en una cena organizada por la Fundación Libertad, Macri le dijo abiertamente a Vargas Llosa: “Si ganamos, iremos en la misma dirección, pero lo más rápido posible”. En esa ocasión los interlocutores eran empresarios, pero el mensaje, como cabía esperar, no tardó en llegar al conjunto de los argentinos y se topó de lleno con la percepción de las mayorías. 

¿Qué efecto positivo podía tener esta invitación a acompañarlo en una aventura que según la percepción del electorado terminaría en un precipicio inmediato?

Es difícil comprender el grado de subestimación de la situación económico-social en el que cayó Cambiemos. Durante los últimos meses escuchamos a distintos voceros oficiales decir que la elección se definiría por un voto emocional, principalmente orientado por valores.

Como consecuencia, una de las dicotomías que se instaló en el sentido común de estos tiempos, es la que opone como ejes antagónicos el “voto racional” al “voto emocional”. Pero ¿Las percepciones económicas se constituyen sólo de aspectos racionales? ¿El miedo a perder el laburo, la angustia que generan las carencias personales, el sufrimiento ajeno, la nostalgia de un buen vivir o la esperanza de un futuro mejor, no son también emociones potentes?  

Finalmente, el 11-A el gobierno recibió un duro golpe, pero el 12-A los que recibimos un nuevo revés fuimos los trabajadores, las maestras,  los jubilados, los niños de los barrios vulnerables y el resto de los que nos vimos afectados por una nueva devaluación, un crecimiento de la incertidumbre y otro dramático aumento de la pobreza.

La respuesta oficial se centró en culpar a la oposición y en tomar algunas medidas que intentan contener la caída. Pero según nuestro último estudio cerca de un 55% responsabiliza directamente al ejecutivo por la nueva fase de la crisis económica y se considera a las medidas principalmente como electoralistas.

Por otra parte, el oficialismo abusó de la confrontación y estimuló la grieta cuando la opinión pública consideraba que era momento de consenso y de acuerdos para salir de una situación muy aguda para el país.

Si como es previsible, en las próximas semanas se agrava la situación económica y la estrategia oficial mantiene un tono agresivo, es difícil imaginar que se confirme el deseo de Mauricio Macri de llegar a un Balotage. 

Al contrario, un mismo rumbo conducirá inevitablemente a un mismo resultado. Lo que muestran las últimas encuestas es que se puede estirar la diferencia tanto en Provincia de Buenos Aires como a nivel nacional y que en la Ciudad de Buenos Aires, Rodríguez Larreta no llega a superar el 50%, estancado principalmente por su vínculo directo e indisimulable con la figura de Mauricio Macri.

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