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Mi sobrino pasó de visita y se quedó para siempre ¿¡Qué hago¡? Parte lll

Creo que me di cuenta que mi amado sobrino pensaba quedarse para siempre, cuando un día trajo una planta y la acomodó a los pies del sofá donde " provisoriamente" dormía.

Creo que me di cuenta que mi amado sobrino pensaba quedarse para siempre, cuando un día trajo una planta y la acomodó  a los pies del sofá donde " provisoriamente" dormía.

-Ya vas a ver la preciosa flor que nos va a dar en primavera- afirmó feliz- Ese "nos" era altamente significativo, y en cuanto a la primavera, dado que estábamos a comienzos del verano se veía muy lejos.

Me relajé. Si había sobrevivido a dos, ¿ que me podría hacer un tercer adolescente?

En una cosa tenía razón: mis hijos entraron en la adolescencia con un rollo de culpas  (mías) bajo el brazo y en los períodos en que me odiaban, las sacaban a relucir una por una, comenzando por la cesárea con que parí a uno de ellos interpretada, como una falta de voluntad de hacer fuerza. Por supuesto que no siempre me odiaban, generalmente me ignoraban como a un mosquito disecado. Y para el día de la madre parecían quererme. En cambio, mi sobrino, criado en el sur, tenía una buena imagen de mi persona. Modesto consuelo pero consuelo al fin.

Oíd el ruido

Los sobrinos, o al menos este sobrino nuestro, tuvo una silente manera de ganar posiciones.  Adjetivo algo contradictorio pues voy a referirme precisamente al ruido que esta nueva generación caratula como música.  No aceptaré la discusión de si mis orejas están tapadas por dos buzones.  Aún queda una pregunta sin respuesta: suponiendo que "eso es música", ¿por qué hay que escucharla a un volumen que hace estremecer la emplomadura de las caries?  Por supuesto que sin ningún tipo de piedad entró otra vez en la casa el rock pesado, acompañados de "dale, escúchalos un ratito, son bárbaros".  Y tal vez si las vibraciones no me golpearan el estómago cual una mula con epilepsia me pondría a escucharlos.  Por  el momento me refugiaba en el dormitorio mientras él disfrutaba de su posición recientemente ganada.   Valga aclarar que este sobrino venía con agravantes: una guitarra con la que aparecía de vez en cuando y tornaba la situación insostenible porque además, ¡componía!  Soy enemiga de desalentar vocaciones en flor, pero luego de escuchar cinco mil cuatrocientas veces "Canción a mi padre", pieza fuerte de su repertorio, me puse muy, pero muy malévola y le dije mi opinión.  Siempre quedándose con la última palabra adujo que con esa canción "mataba" con las chicas.  En fin, si la música se ha vuelto un instrumento de levante,  de tan bajo nivel que Beethoven nos perdonara a todos.  En particular, a él... Y por supuesto todavía hay más.