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Luis Gasulla, en primera persona: persecución ideológica, amenazas y censura

El escritor y panelista de Intratables, habla sobre la Argentina de hoy, la censura que sufrió y de su nuevo e incisivo libro

El periodista Luis Gasulla analiza la realidad del país, cuenta de qué trata su libro "El negocio político de la obra pública" y narra con detalle la censura y las amenazas que sufrió durante el gobierno de Cristina Kirchner.

¿Cuáles son para vos las similitudes del gobierno actual con el kirchnerismo?

Similitudes existen aunque también diferencias. Nada se puede comparar a los Baez ni a Austral construcciones pero hubo juegos perversos entre ambos espacios políticos a través de la Cámara Argentina de Construcción y con un mismo objetivo de acumulación de dinero y poder para hacer política.

A la hora de hablar de los errores del gobierno de Mauricio Macri, no se privó de dar su opinión con la filosa mirada que lo caracteriza: "Les falta política y cintura para manejar muchas cuestiones. No han encarado una reforma educativa, no ha reformado la Justicia. No han combatido a la herencia de la corrupción kirchnerista, aún hoy.

Gasulla también reconoce que la gestión actual ha tenido "varios aciertos económicos en los primeros meses: la salida del default, el arreglo con los fondos buitres, la salida del cepo cambiario" y dice que como periodista y como ciudadano siente que "se respira más libertad. Además cambiaron las 'formas': ahora hay conferencias de prensa, se responde a los periodistas, no se persigue a nadie, no se persigue al que piensa diferente"

Sufriste una persecución ideológica durante el gobierno kirchenrista, ¿cómo fue?

En el 2013, quince matones de Capitanich,  me encerraron en una radio chaqueña en medio de una entrevista, al aire. Me dijeron que si "seguía jodiendo con él (Capitanich), no volvía a Buenos Aires". Fue noticia. Me censuraron, me sacaron del aire en vivo de dos radios: Cooperativa y FM Identidad. Me freezaron en la TV Pública y un gerente que era de La Cámpora me exigió que le vaya a pedir laburo a Lanata, porque el canal era de ellos. Jamás tuve pauta oficial durante el kirchnerismo.

Y como si fuera poco, "me difamaron por el libro 'El negocio de los Derechos Humanos' e inventaron que tenía relación con la última dictadura y tengo 37 años, nací en 1980" lo que significa que para la vuelta de la democracia Gasulla tenía 3 años.  

Luis, ¿de qué se trata exactamente tu nuevo libro, "El negocio político de la obra pública: De la patria contratista a Menem. De los 90 a Kirchner. De CFK a Macri"?

"El negocio político de la obra pública" recorre la patria contratista, la conformación de Socma, la génesis del poder K en Santa Cruz, el kirchnerismo y el saqueo de las arcas públicas a través de la caja de recaudación con el Ministerio de Planificación y Vialidad Nacional, los empresarios ganadores de estos años, YPF, los amigos del Pro y un debate sobre lo que vendrá.

El periodista, escritor y panelista de Intrusos, convive día a día con una realidad que lo "preocupa pero también me apasiona". La misma que inspiró sus anteriores investigaciones publicadas: "El negocio de los derechos humanos: Humildes estafados, progres engañados, trampas y corrupción", en 2014  y "El negocio de la impunidad: la herencia K" en 2012. 

Luis Gasulla, además brindó un adelanto de su nuevo trabajo bibliográfico,"El negocio político de la obra pública":

"El mediodía del 24 de junio de 2016, Lázaro Báez llegó a los tribunales de Comodoro Py custodiado por personal del Servicio Penitenciario Federal. Trasladado desde la cárcel de Ezeiza, el empresario debía declarar ante la Sala II de la Cámara Federal para aportar información sobre el su puesto encuentro, producido en septiembre de 2015, en la quinta de Olivos, entre el juez federal Sebastián Casanello y la ex presidenta. "Yo estaba y los vi", me dijo un mes después Báez. Ese día lo recibieron los camaristas Eduardo Farah y Martín Irurzun. Horacio Cattani no asistió por un problema de salud. El fiscal de cámara Diego Velazco fue quien realizó las preguntas más incisivas al empresario. Según Báez, los camaristas lo escucharon atentamente ante la gravedad de sus denuncias.

La supuesta visita de Casanello a Cristina Kirchner en Olivos era la excusa perfecta para apartar al juez de esa causa. (...) Apartar al juez que, hasta diciembre de 2015, no había avanzado en forma constante y regular en la investigación, no implicaba la absolución del empresario. Había otros intereses, pues ese juzgado es clave para "controlar" al actual gobierno en dos causas clave como Panamá Papers y la fiesta electrónica de Time Warp, además de la supuesta influencia en la justicia del dirigente futbolístico amigo de Macri, Daniel Angelici.

¿Cómo ibas a confiar en un juez al que le pagabas para que no te investigara?, se preguntaban en el entorno de Báez. Si el empresario pagó por protección, la plata jamás le llegó a Casanello. Hubo dos abogados, vinculados con los servicios de inteligencia, que le dijeron al empresario detenido que tanto el juez como el fiscal Marijuán pedían dos millones de dólares para apartarlo de la causa. Si Báez pagó o no esa suma, es un misterio. Lo cierto es que hubo otro abogado que debió renunciar en medio de un fuerte cruce de acusaciones por un faltante de dinero.

Pablo Medrano fue el cerebro judicial en las sombras durante gran parte de la defensa de Báez. El ex hombre de confianza del suicidado Alfredo Yabrán era señalado por el entorno de Báez por haber elegido una estrategia demasiado pasiva en su defensa. El empresario quería otra cosa. Después de la dupla Rubinovich y Sal Lari, relacionados con Eugenio Zaffaroni, Liliana Costa convenció a Lázaro Báez de contratar a un abogado que lo instalara en los medios como una víctima y un perseguido político. 

Maximiliano Rusconi le ganó la pulseada a Fernando Burlando tras convencer a la familia de su futuro defendido de que él se había reunido con el juez que lo investigaba y que había negociado la prisión domiciliaria. Según las fuentes consultadas, el supuesto encuentro jamás existió, pero ese rumor y sus antecedentes en la increíble defensa de 

Diego Lagomarsino inclinaron la balanza en su favor frente a la mediática propuesta de Fernando Burlando. Sus peleas con los abogados defensores de los hijos de Báez resultaron antológicas. Los clientes son los verdaderos perdedores cuando los abogados pierden el tiempo peleándose entre sí. 

A esa altura, para los adláteres del ex poderoso empresario, Báez era "el preso del Grupo Clarín.

Rusconi todavía no estaba en los planes de Báez aquel mediodía del 24 de junio de 2016. "Ese día iba a contar todo; aún nos preguntamos qué lo hizo cambiar de parecer", revela una fuente de extrema confianza del empresario, y agrega: "Se había orquestado una reunión previa en la que Báez había pedido algunas condiciones para apuntar contra Cristina y, si estaba todo bien, él hablaría". La señal que esperaba Báez -comunicarse con un detenido de sus características no es tarea sencilla ya que, en prisión, las llamadas se graban y están monitoreadas- era una corbata. Si Martín Irurzun acompañaba su elegante traje con una corbata amarilla, Báez tenía vía libre para ventilar todos sus secretos financieros y su verdadera relación con el saliente gobierno. La señal sólo la conocían cuatro personas. Una de ellas aguardaba detrás de la puerta. La corbata era la acordada, pero Báez insistió en que no entendía por qué seguía detenido."