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Los profesores volvieron al aula

* Por Victor Hugo Morales. Al hablar de Estudiantes puede recordarse aquello de "como decíamos ayer". Volvió al aula prestada de la cancha de Quilmes para ofrecer su cátedra de siempre. Como si el tiempo, para ellos, para Verón, para los hinchas, estuviera detenido.

Volvió al aula prestada de la cancha de Quilmes para ofrecer su cátedra de siempre. Como si el tiempo, para ellos, para Verón, para los hinchas, estuviera detenido. Sin el estrés de tener que demostrar aquello que ya se sabe de sí mismo, los pincharratas, con la corona en la mano, hicieron un repaso de lo conocido, como se estila en el comienzo de las clases, para luego abocarse al nuevo programa.

Evocaron los pasos dados hasta el fin de la temporada, la conjunción necesaria de estilo, convicción, temple, colectivismo y respeto por las individualidades mejor dotadas, y sugirieron cuál será la primera bolilla del programa de 2011. Respeto por lo que se es, así como una persona respeta el fundamento de su prestigio.

El sabio Verón, en torno al cual como en una plaza de la Grecia antigua se reúnen los jóvenes, el discípulo lanzado que es Enzo Pérez, la expectativa siempre satisfecha de tener un auditorio culto, capaz de discutir en serio los grandes temas del fútbol, la falsedad de los dogmas y las frases hechas, la torpeza de la simplificación. Una por una, esas características de Estudiantes ofrecieron su repertorio con el telón de fondo de una tarde que preludiaba la estética más admirable del fútbol. El discurso duró 45 minutos y luego el profesor, y los presentes, se fueron por las ramas, acaso porque lo importante estaba dicho.

En el retorno auspicioso del campeonato, el olor era el de la ropa recién lavada. Lo mismo en cuanto a los atributos generales, pero con el aroma de lo nuevo que hay en cada club y la esperanza de que ahora sí, esta vez, no falla.

Los vicios, las limitaciones, la modestia, hicieron su incursión de siempre y los primeros en romper platos, sin tener que pagarlos todavía, fueron Vélez sintiendo la ausencia de Somoza, y San Lorenzo que tenía servido un debut auspicioso, que estaba con un gol arriba de los tres que lo diferenciaban de Gimnasia, pero se devoró sus mejores chances, regaló terreno y sufrió, por último, las consecuencias de la buena relación que exhibieron en su larga charla antes de iniciar el partido el Mellizo y el árbitro Baldassi. Cuando el juez lo vio, sintió que había caído ese amigo del alma que, al cabo de tantas peleas en la cancha de Boca, lo consideraba con la aprobación de una estrella como Barros Schelotto es.

Lo demás fue, en algunos casos, auspicioso. Para Racing, por ejemplo, que logró una buena victoria en cancha de All Boys, una cancha en la que en Primera nadie había podido ganar excepto Vélez, y mostró en Giovanni Moreno las aristas técnicas necesarias como para creer, para –acaso como siempre– soñar.

Para sorpresa de muchos, Boca dejó atrás ese oasis del verano y se hundió en las aguas de su pasado reciente. Como si las ilusiones que despertaron los refuerzos, el juego y los resultados de la pretemporada fueran apenas eso, ilusiones, Godoy Cruz le dio un golpe en la Bombonera. Con Riquelme, con Erviti, con Somoza, con Palermo, el equipo de Falcioni no consiguió revertir la pobre imagen que arrastraba de los torneos anteriores y ahora el técnico deberá trabajar no sólo en los errores futbolísticos, sino también en la parte anímica del plantel.

River, en una cancha difícil contra un rival complicado, jugó como pudo en este nuevo camino que tiene por delante. Tan acostumbrado a las alturas, ahora le toca pelear para mejorar un promedio flaco. Y lo hace con armas nobles, pero sin el brillo que le puso al fútbol en sus mejores días.

Por eso, aunque todavía faltan jugarse hoy dos partidos de esta fecha inicial, nada hubo parecido a la exhibicion de Estudiantes. Los profesores de La Plata volverán a su propia universidad, más o menos en el tiempo de la visita de U2. Es música de la que no hay olvido posible.