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Los narcos que caen en la emboscada

* Por Raúl Kollmann. El tráfico de drogas que tiene a España como la gran puerta de entrada a Europa motivó encuentros entre las Aduanas de ese país y la Argentina. La detección de un cargamento de más de 800 kilos en un auto del Rally fue producto de seguimientos acordados.

El vuelo de los hijos de los brigadieres Juliá y Miret responde a la ruta más caliente de la cocaína en los últimos tiempos: desde Colombia, Bolivia y Perú, pasando por Brasil, hacia Cabo Verde. Y de allí a España, puerto de entrada a la Unión Europea aunque también centro importantísimo de consumo. Que Gustavo y Eduardo Juliá y Gastón Miret hayan llegado a Barcelona sugiere cualquiera de las dos alternativas: que la droga iba a un centro de consumo tradicional, como Ibiza, o que de Cataluña se distribuía a otros centros de consumo.

La llegada a las islas africanas se concreta por barco –muchas veces descargados fuera de puerto, con lanchas– y también por avión. Hace dos meses, una delegación de la Aduana española estuvo en Buenos Aires, invitada por la Aduana argentina, para acordar formas de enfrentar los envíos de cocaína hacia España. Aquella reunión de funcionarios españoles y argentinos con un grupo de jueces en lo Penal Económico fue producto de un acuerdo firmado por el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, y quien ahora es el hombre fuerte del gobierno español: Alfredo Pérez Rubalcaba. El punto central de la reunión de españoles y argentinos fue la coordinación de lo que llaman “entregas controladas”. El ejemplo más claro fue aquel camión del rally Dakar que transitó por la Argentina el año pasado y después, en abril, salió reenviado del país a España a través de un barco que llegó a Bilbao. Los jueces de aquí lo dejaron salir y los de allá permitieron que saliera del puerto, descubriéndose de esa manera el depósito al que fue la cocaína. Aquella operación, por envergadura, fue parecida a la de los hijos de brigadieres: 814 kilos.

Y el mayor decomiso de la historia argentina se produjo este año con el llamado operativo Manzanas Blancas, que fueron nada menos que 3349 kilos interceptados por las autoridades argentinas en acuerdo con las brasileñas. Una parte importante de la cocaína, que salió de Río Negro en el medio de cajones de manzanas, fue decomisada en el puerto de Santos, cerca de San Pablo. Los datos fueron proporcionados por las autoridades policiales argentinas y españolas y la investigación estuvo a cargo del juez Jorge Brugo. El problema número uno de España es la ruta del hachís que, vía Marruecos, llega a varias provincias de Andalucía y Galicia. El segundo problema son las rutas América latina-España, con o sin paso por Cabo Verde. En la reunión entre funcionarios españoles y funcionarios y jueces argentinos el tema Cabo Verde se tocó. La ruta Argentina-España de cocaína se fundamenta, en primer lugar, porque el mercado argentino es poco rentable para los narcos.

El consumo es proporcionalmente muy inferior al de los Estados Unidos y Europa y los 4000 dólares que puede valer un kilo de cocaína en la Argentina se transforman en 50.000 euros en el viejo continente. Los envíos de los países productores –Colombia, Perú, Bolivia– no se pueden hacer directamente a España por estar muy sospechados, lo que lleva a una triangulación imprescindible. Tanto Argentina como Brasil son un punto intermedio posible: tienen grandes fronteras para que la cocaína llegue e intenso comercio con España para que la droga sea transportada por avión y, sobre todo, por barco. Para los narcos, Brasil tiene la ventaja de limitar con Colombia, Perú y Bolivia; fronteras calientes por la presencia de grupos concentrados en el narcotráfico, una infraestructura de seguridad aeroportuaria inferior a la Argentina y la existencia de organizaciones más consolidadas del mundo narco.

El punto en contra de Brasil es el idioma. La otra gran operación descubierta este año fue Guerreros de los Balcanes, investigada por el juez Marcelo Aguinsky. Los jefes de la organización fueron serbios, algo que está ocurriendo en forma cada vez más frecuente, sobre todo porque se trata de sujetos con experiencia en la guerra. Parte de los cargamentos se descubrieron en yates de Uruguay y hubo embarques que salían hacia Europa desde Brasil. En Guerreros –nada menos que 2174 kilos de cocaína– no se pudo descubrir si había una triangulación con Cabo Verde u otro punto de Africa, pero fuentes judiciales argentinas sostienen que se trata de una hipótesis probable. Una parte de la droga habría sido embarcada en un yate –interceptado en Uruguay– en el puerto de Ensenada. La cocaína era de origen colombiano. El encuentro con la Aduana de España, realizado en el edificio de los tribunales de la avenida de los Inmigrantes, fue organizado por Drogas Peligrosas de la Aduana Argentina. El punto clave era –tras el acuerdo firmado por Fernández y Rubalcaba– concretar una operatoria muy difícil: las entregas controladas. Los jueces argentinos se quejaron de que las autoridades españoles, que suelen tener escuchas de las organizaciones de narcos, tardan muchísimo en informar que detectaron la salida de una carga.

Y también existe el riesgo de que algún barco salga de la Argentina con droga, pero que no llegue a España con la carga, sino que la bajan con lanchas en ultramar. En todo caso, lo que se acordó son formas cotidianas de colaboración de los jueces, de manera que las entregas controladas puedan permitir la detención, en España, de un rango más alto de integrantes de la organización de traficantes. Una de las cuestiones que modificó el mapa del narcotráfico es que en la actualidad existe una superproducción de cocaína. Eso hace que los narcos ya no le den tanta importancia a perder una carga, porque el valor de la droga es lo de menos. Por ello empezaron a hacer envíos grandes de centenares de kilos, como los que llevaban los hijos de los brigadieres. Todo indica que la droga era proveída por colombianos –como anticipó en exclusiva Página/12 en su edición de ayer–, tal como ocurrió en la operación en la que apareció involucrada la modelo Angie Sanclemente.

Los hermanos Juliá y Gastón Miret ya habían transportado en su empresa a un hombre sospechado de ser el proveedor de la cocaína desde Colombia. La investigación recién comienza: los argentinos fueron detenidos el 2 de enero en Barcelona y la Justicia todavía no se expidió sobre la situación procesal de los responsables del vuelo que salió de la Argentina y, tras una escala en Cabo Verde, trató de ingresar a España con casi una tonelada de cocaína.