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Los hechiceros de campaña van del cielo a la hoguera

Una monadita el acto de Ernesto Sanz en el Gran Rex. El escenario prolijo, educadas tribunas con jóvenes dirigentes junto al protagonista para darle el aire de lo nuevo.

Un Discurso duro pero sin ofensas, ideas claras y sencillas, cada dos frases una consigna, todo cuidadosamente escrito y revisado antes de cargarlo en la pantalla del telempromter ubicado en el atril, invisible para el público, que el senador radical leyó con naturalidad. En cada detalle estuvo la mano de Ignacio Varela, el asesor que Sanz se trajo de España para apuntalar la cuesta arriba de su sueño de candidato presidencial.

Varela, el hombre detrás de la escena , es director de campañas electorales del gobernante Partido Socialista Obrero Español. Este joven veterano recuerda como el desafío más duro de su carrera la campaña para el referéndum con el que Felipe González, en marzo de 1986, llevó a España a integrar la OTAN desdiciendo, desde el gobierno, el discurso antiimperialista que tanto rédito le había dado en su camino al poder.

Viene a cuento lo de Varela porque al compás de la ansiedad y la urgencia de los candidatos, los gurúes de campaña preparan sus variopintas baterías de recursos y se aprestan a ver cómo engordan sus cuentas bancarias .

Entre los expertos en tecnología de campaña hay otros extranjeros que ya desembarcaron en el país. El más notorio, que hace rato viene ganándose sus buenos garbanzos argentinos , es el ecuatoriano Jaime Durán Barba. Hechicero mayor de Mauricio Macri, está en racha: coronó en 2007 con el jefe de Gobierno porteño y en 2009 trabajó para Francisco De Narváez. Ahora, además de asesorar a Macri es su ímprobo intento por ser presidente, Durán Barba colabora con el radical Oscar Aguad, que se postula para gobernador de Córdoba.
En esa provincia hay otro gurú de afuera.

El pintoresco Luis Juez trajo del Uruguay a Francisco Vernazza, que asesoró al presidente José Mujica en su carrera ganadora. Mujica había dicho, siendo precandidato, que los publicistas no le iban a sacar un peso . Después cambió, y ganó la presidencia. Vernazza sigue siendo su asesor.

El tercer postulante cordobés es José Manuel de la Sota, que va por su tercera gobernación y a quien, por ahora, parecen sonreírle las encuestas. De la Sota apeló a un asesor nacional y popular: es Ramiro Agulla, el exitoso publicista que fue capaz de hacerle pronunciar a Fernando De la Rúa la célebre frase "dicen que soy aburrido" . Pasaron más de diez años, así que aquello ya prescribió.

De la Rúa supo tener también como asesor a un norteamericano famoso, Dick Morris. Y también desde Estados Unidos todavía nos visita de tanto en tanto James Carville, el mismo que creó "es la economía, estúpido", que usó Bill Clinton en su camino a la Casa Blanca. Carville viene, mira y aconseja, a cambio de graciosas sumas en dólares, al gobernador Daniel Scioli.

¿Y Cristina? Ella también tiene lo suyo, aunque los Kirchner siempre fueron alérgicos a mostrarse asesorados por expertos, como si eso les disminuyese el aura de epopeya con la que intentan rodearse. Pero los que conocen aseguran que el titiritero de la imagen y la comunicación de Cristina es Javier Grosman, el que pensó la fiesta del Bicentenario y monitoreó desde entonces cada gran acontecimiento del kirchnerismo, incluyendo -en ingrata y desgraciada tarea- los funerales de Néstor Kirchner.

Grosman, que viene del movimiento paracultural y pasó por la gestión de Aníbal Ibarra en la Capital, es el inspirador del aire épico, las tomas profundas, el vértigo y la celebración que conforman la estética oficial, en buscado contraste con el tono menos agresivo y el medio luto de la Presidenta.

Los consultores, enemistados para siempre con los consejeros políticos, suelen ser endiosados cuando el éxito acompaña y llevados a la hoguera cuando empiezan los tropiezos. Hábiles sobrevivientes, suelen recordar una frase con la que acarician los oídos, el ego y el bolsillo de sus clientes: "una buena campaña no gana una elección, pero una mala campaña asegura perderla" .