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Los ciudadanos somos rehenes de los paros

El paro del 10 de abril paralizó enteramente a la Ciudad más importante de nuestro país y dejó a mucha gente sin poder ir a trabajar.

Nadie está en contra del derecho a huelga o a manifestarse para expresar sus sentimientos. Sin embargo, siempre se transgeden los modos. Las voces organizadoras del paro expresaron su desacuerdo por los piquetes que organizan las agrupaciones de izquierda, pero, ¿Ellos no dejaron a "pata" a los demás trabajadores? Es un tema delicado.

Las agrupaciones que responden a Pablo Micheli, Hugo Moyano y Luis Barrionuevo tienen todo su derecho a protestar y exigir lo que creen conveniente. Sin embargo, ahora se ponen "a favor" de la gente, cuando ellos pusieron de paro a los trenes, colectivos, aviones, el puerto y hasta el subte, que en principio iba a funcionar, pero por una maniobra de la UTA no pudieron.

Los ciudadanos comunes, los que no están ni a favor ni en contra y aquellos que están en contra, ¿Porqué tienen que tolerar ser rehenes de una lucha de poder? Por que en el trasfondo está la demostración de fuerza que tienen los líderes sindicales para paralizar el país y decirle al Gobierno "acá estamos".

Como es habitual, las agrupaciones afirman defender el derecho de todos los trabajadores pero terminan respondiendo a unos pocos. ¿Dónde está el derecho del que tiene que trabajar para llevar un plato de comida a la casa porque vive al día? ¿O aquél que tiene que trabajar porque en la empresa le descuentan el día? ¿O el que tiene que trabajar en la casa a media máquina porque no puede viajar en un transporte público? ¿O al comerciante que tiene que abrir el local para que la ganancia no se vaya en el alquiler?

No hay una situación "anti huelga" sino que se transgreden los límites de la protesta. Si una persona o un grupo de personas quiere hacerlo está en su derecho, siempre y cuando no perturben a sus semejantes con sus medidas. Más aún cuando se "jode" con el laburo del otro, una cuestión complicada en un país como Argentina, donde no es fácil tener un empleo.

Los piquetes son una moneda habitual en nuestro país y hacen dificultosa la llegada de las personas que no tienen por que pagar los platos rotos. Esta situación se repite una y otra vez. Rompe con las "reglas tácitas" que debería tener una protesta. Ahora, a los cortes habituales se les sumó un paro de transporte, que aúnque los sindicalistas digan que no, dejaron un país entero sin trabajar, con gente que necesita el trabajo para subsistir.