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Leonardo Fariña: crónica de una caída anunciada

Un antiguo proverbio árabe reza: "Si tu madre es una cebolla y tu padre un ajo. ¿Cómo puede oler bien?" Fariña se rodeó de cebollas y ajos, y su calvario recién empieza.

"...el tipo maduró pronto, y se pudrió bien temprano" - Cruz Diablo  - Los Redondos.

El ex de Karina Jelinek tiene ese síndrome que los psicólogos forenses llaman "compulsión repetitiva". Vuelven a tropezar más de dos veces con la misma piedra y nunca escarmientan. El ámbito donde mejor se movía Leonardo Fariña es ese que en la jerga popular se llama "andar flojo de papeles". 

La punta del ovillo que desenredó DiarioVeloz primero que nadie respecto a la vinculación de Leo con Lázaro Báez comenzó cuando Fariña pretendió escriturar un campo en Punta del Este con un sobreprecio de 10 millones de dólares (4 millones su valor original, 14 lo que intentó llevar a los papeles), la escribanía actuante accedió con la aclaración que se pagan impuestos sobre el valor que se escritura. Cualquiera en Uruguay puede ponerle el precio que sea a una compra-venta, pero los impuestos se pagan sí o sí sobre ese valor.

Fariña se negó, quiso que los escribanos fueran sus cómplices pero ellos comenzaron  a averiguar qué había detrás de esa maniobra y ahí fue cuando nosotros supimos que algo olía a podrido. Con esa data inicial fuimos publicando paso a paso  esa historia, y el tiempo nos dio la razón. Los blogueros que nos perseguían con ese latiguillo estúpido de "si tienen pruebas llévenla a la justicia" no nos pudieron hacer callar. Se tuvieron que silenciar ellos.

El campo de Mendoza fue una pesadilla y lo seguirá siendo para Fariña. Otra vez flojo de papeles y ahora no hay vuelta atrás. En el juicio de divorció adujo haberlo adquirido antes de su casamiento con Jelinek,  o sea reconoció que era propio, no de terceros.

El año pasado en "Chiche en vivo" contamos un encuentro privado que tuvimos con Fariña, en el que nos decía desafiándonos... "¡Andá a preguntarle el Negro (por Ricardo Echegaray, titular de la AFIP) si me está investigando!". Textual.

Un allegado a Echegaray nos preguntó si en verdad Fariña simulaba tener esa confianza con el jefe del organismo recaudador.  Ya había algún rumor en la AFIP respecto a que Fariña se hacía pasar por influyente para solucionar problemas de otros personajes flojos de papeles. No por casualidad estaba junto a Juan Suris y su banda.

Ricardo Echegaray le lanzó los perros por ese campo en Mendoza. Ya Carlos J. Molinari se había hecho responsable por los autos de alta gama que manejaba Fariña. Casualmente -o no-, la Ferrari estaba en poder de un estafador procesado en el juzgado de Norberto Oyarbide llamado Miguel Ángel Lamparelli.  Muchas coincidencias juntas. Así y todo, Molinari siguió pagándole honorarios (al menos hasta fines del año pasado) a Fariña quizás para que no hablara de más ni hiciera ostentación de bienes indebida.  Tomó distancia, pero lo tuvo a sueldo para que no asomara el hocico.

Cuando la AFIP cayó en la cuenta que el campo en Mendoza había evadido una fortuna en impuestos, lo embargó y denunció a Fariña. ¿Quién puede aparecer ahora a hacerse cargo de esa bolsa de dinero y decir que Fariña era su testaferro? Si alguien lo hace demostrará ser tan evasor como el ex de Karina Olga.

Desde hace muchos meses Fariña venía moviéndose como un semi clandestino,  cambiaba de domicilio, no tenía lugar fijo y su último albergue, un hotel en las cercanías de Puente Pacífico,  ya estaba alejado de sus excentricidades de divo VIP.

Sabía que quizás el dueño del campo lo buscaba para arreglar cuentas.

Porque además de andar sin rumbo fijo, pasó de aquellas custodias que contrataba en policías de elite de la Federal, a pedirle que le hicieran la seguridad algunos barras locales. Uno a uno se le fueron cayendo porqué nadie quería cuidarle el pellejo, más cuando una custodia así se paga por adelantado (nadie le fía a este muchacho de rodete) y además era exponerse a ser escrachados mal.

De querer mostrar su capacidad económica con que amagó con contratar a Fernando Burlando, hoy su defensor es casi un desconocido en el ámbito penal.

Quizás lo mejor que le pueda pasar para estar protegido es que no le concedan la excarcelación, y mantenerse un tiempo entre rejas hasta que pase la tormenta de ira que deben tener los verdaderos dueños del campo mendocino por la forma estúpida de perder un bien valorado en muchos millones de dólares.

Y si le toca quedar un tiempo a la sombra, ya se sabe que en las cárceles los personajes como Fariña tienen que pagar un canon para pasarla lo mejor posible. No va a ser gratis, y ahí no vale hacerse el influyente porque las normas no las dicta nadie de afuera.

Toda su desgracia fue la misma que tuvo Al Capone en la Chicago del siglo pasado: no pagar impuestos cuando se anda por izquierda.