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Lectura DV: Macri, del tierno piquito al célebre bluff

Carlos M. Reymundo Roberts vuelve a tomar su pluma para analizar la realidad política del país.

Extraído de La Nación

Por Carlos M. Reymundo Roberts

En una semana trágica para el corazón, por las rupturas de Suar-Siciliani y de Pitt-Jolie, el piquito de Juliana a Macri antes del discurso en las Naciones Unidas fue como un bálsamo, una reivindicación del amor. Además, ese gesto de fresca ternura hizo de portal para un mensaje del Presidente pletórico de buena onda. El "sí, se puede" esta vez dirigido a una platea de líderes internacionales que esperaban con ansiedad las palabras del sucesor de la señora que se había hecho dueña de la verdad y las palabras. El mensaje fue muy aplaudido y elogiado. Tanto optimismo embargaba a Mauricio por esas horas que después de hablar dos minutos de parado con la premier británica dio a entender que prácticamente están por devolvernos las Malvinas, y pidiéndonos perdón de rodillas. Por su excesivo entusiasmo se tuvo que fumar que primero lo desmintiera su propia canciller, Malcorra, y después, el gobierno británico. Y finalmente no le quedó más remedio: se vio obligado a desmentirse a sí mismo. Juliana, please, aflojá con los piquitos: necesitamos a tu marido con los pies en la tierra.

Fue un bluff serio que, para peor, empañó lo que hasta ahí había sido un buen paso por la ONU. Marcos Peña, jefe de Gabinete y, más que eso, CCO (Chief Communication Officer, que cuadra más para un gobierno de extracción corporativa), reunió a su equipo de jóvenes talentos y se quedaron toda una noche en vela analizando dónde había estado la falla. Partieron de una hipótesis de trabajo básica en cualquier gobierno de cualquier país del mundo: cuando falla el Presidente enseguida hay que buscar un culpable, porque los presidentes no se equivocan. La segunda hipótesis, tan básica como ésa, es que obviamente los culpables tampoco podían ser ellos. ¿Malcorra? Bueno, alguna responsabilidad le adjudicaron. El problema es esta historia de que quiere ser secretaria general de la ONU (total, soñar no cuesta nada: Moyano quiere ser presidente; Scioli todavía piensa que puede serlo; Gioja daría todo lo que tiene, que no es poco, para que creamos que él es la renovación del PJ; a Máximo Kirchner le gustaría poder decir un discurso; a Cristina, tener una amiga; a los Macri, no aparecer en los Panamá Papers, ni en los BahamasLeaks, ni en ninguna buchona lista de paraísos fiscales, y a Lilita Carrió, que a Margarita Stolbizer no la inviten a ningún programa de TV; a mí, y perdón por este brote autorreferencial, me encantaría tener la misma candidatura que Malcorra: te pasás meses haciendo campaña en las grandes capitales -y no en el conurbano profundo- con todo pago). Les decía: los Peña Boys creen que la canciller está distraída y no coacheó bien al Presidente, pero tampoco la condenan. ¿Habrán sido culpables los medios? ¿Se podía aplicar el consabido "lo sacaron de contexto"? Imposible: estaba todo grabado y las declaraciones resultaban inequívocas. ¿Y si le tiraban el fardo a Julieta Herrero, directora general de Discurso? Lo descartaron de inmediato: todavía está en la etapa de armar un discurso. ¿La pesada herencia? No, en este caso no sirve, lamentablemente. Al cabo de esa noche larga y difícil, los jovencitos llegaron a una conclusión, incomunicable. Le encontraron otro sentido al "sí, se puede", mucho menos marketinero que el original: ¿se puede equivocar groseramente el Presidente? Sí, se puede.

Lo bueno de este gobierno es que Macri admitió su error y dio vuelta la página. A otra cosa, mariposa. Cero historia y cero histeria. El "prueba y error" a full. No es que me sienta muy a gusto con esa fórmula, tan vacía de glamour político, pero la encuentro más democrática y amigable que el "vamos por todo". Y el "me equivoqué", mientras no se repita mucho, tiene más dimensión humana que aquel célebre: "¡Che, vos, corré la cámara así me pueden ver todos!"

Hablando de Cristina, sigue sorprendiéndonos. Esta semana andaba con ganas de hacer algo que estallara en las redes y la volviera a poner en el primer plano. En la intimidad contó que se proponía elogiar a Macri por su mensaje en la ONU. Mediante tuits, iba a decir lo siguiente:

"Fue un buen discurso.

Hay que ser muy necio para decir que se trató de palabrería barata pensada para el frente interno.

El Presidente fue sincero cuando prometió una economía en franco crecimiento, combatir el narcotráfico y pobreza cero.

Nadie en su sano juicio puede pensar que en la ONU son unos imbéciles que aplauden cualquier cosa"

Ante el pasmo de los que la escuchaban, agregó. "No se asusten. Pocos minutos después voy a mandar otros tuits que dirán: "La tecnología me jugó una mala pasada. Los textos son correctos, son exactamente las mismas palabras, pero deben leerse al revés, de abajo hacia arriba. Háganlo y verán que dice: En la ONU son unos imbéciles que aplauden cualquier cosa. Nadie en su sano juicio puede pensar que el Presidente fue sincero cuando prometió una economía en franco crecimiento, combatir el narcotráfico y pobreza cero. Se trató de palabrería barata pensada para el frente interno. Hay que ser muy necio para decir que fue un buen discurso".

La movida estaba a punto de ser lanzada cuando la propia Cristina dio marcha atrás. "A Macri no quiero elogiarlo ni al derecho ni al revés."