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Las ferias barriales, con más control y renovadas

Recorren la Ciudad y ofrecen mejores precios. Son doce que, de martes a domingo, están en 65 puntos de distintos barrios. Venden alimentos, artículos de limpieza y hasta ropa. Mejoraron aspectos como la higiene y la calidad de los productos.

Calidad, atención personalizada y buenos precios es lo que se encuentra en las 12 Ferias Itinerantes de Abastecimiento Barrial (FIAB) , que recorren 65 ubicaciones semanales, de martes a domingos, en distintos puntos de la Ciudad, y se constituyeron en una opción para la adquisición de distintos tipos de productos alimenticios, de limpieza y hasta de indumentaria . Cada una está compuesta por carros móviles que, de 8 a 14, ofrecen sus productos.

Aunque este tipo de ferias existen desde 1900, en los últimos años carecían de control administrativo y de higiene . Por eso, el año pasado el Ministerio de Espacio Público comenzó un proceso de recuperación de los carros y les exigió a los comerciantes que mejoraran sus puestos, incrementaran el cuidado de la higiene y se actualizaran tecnológicamente con grupos electrógenos para garantizar que los alimentos que necesitan del frío se mantuvieran en buenas condiciones.

Cada lunes, la dirección General de Ferias y Mercados se reúne con los puesteros que cuentan con los permisos que el Gobierno de la Ciudad otorgó el mes pasado para fijar los precios de las mercaderías. Para establecerlos, se tienen en cuenta los precios de los negocios de los barrios y de los supermercados, y se toman como base los costos del Mercado Central de Buenos Aires.

Además de frutas y verduras, también hay productos de granja y dietéticos, pescados, mariscos (frescos y congelados), lácteos, artículos de limpieza, cereales, especias, plantas y ropa entre un 30% y un 50% más económicos que en comercios y supermercados.

Para garantizarlo, en todas las ferias hay un inspector que controla que se respeten los precios concertados , que esté expuesto cuánto cuestan los productos para que el consumidor pueda verlo, y que se cumplan las normas de higiene. "Los inspectores tienen muy buena onda, obviamente tienen que cumplir con su trabajo pero a mí me gusta que estén porque si tenemos un problema ellos son nuestro respaldo", asegura Carlos Ríos, encargado de un puesto de artículos de limpieza.

"Fue un acuerdo mutuo. Los puesteros nos ayudan manteniendo los precios bajos y nosotros ponemos la comunicación para que todos los vecinos puedan enterarse de lo bueno y ventajoso que es acercarse a hacer las compras a estas ferias. En definitiva, ganamos todos", explicó Diego Santilli, ministro de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad. "El objetivo es asegurar el abastecimiento de productos de la canasta familiar, pero además hacerlo con productos de buena calidad, con variedad, a precios económicos, en condiciones de higiene y dándole trabajo a los puestistas", agregó.

Clarín recorrió el viernes la feria ubicada en la Plaza Alberdi, en Saavedra. Allí había 8 carros, que parecían recién pintados del amarillo que distingue a la administración porteña, estacionados sobre Machaín y Crisólogo Larralde. En los carteles, en su mayoría hechos sobre pizarras negras y escritos con tiza, se leían ofertas imperdibles.

En la verdulería, por ejemplo, el kilo de acelga costaba $ 1.25, el de papa negra $ 1 y el de manzana roja $ 3. También se podía conseguir pollo por $ 8 el kilo y filet de merluza por $ 22. "Vengo cada 15 días porque es más barato que en otros lugares . Además, la comida es buena, está todo muy limpio y puedo aprovechar para pasear con mi nieta por la plaza", contó Cielo Rodríguez mientras compraba pollo.

"Ahora están mucho mejor porque están más limpios y tienen heladeras, que es importantísimo para no cortar la cadena de frío", subrayó José María del Valle Zalazar mientras compraba pescado.

"Vivo frente a la feria y vengo siempre porque los precios son bajos, yo soy jubilada y no tengo mucha plata, pero lo que más me gusta es el servicio, que no se encuentra en otros lugares", dijo Pilar Gonzal Feijoo de Cabrera, de 88 años, mientras regateaba el precio de un trapo de piso.

También se escuchó la voz de los puesteros. "Esto lo hago con orgullo y pertenezco a la cuarta generación familiar de feriantes", contó Miguel Angel Ramos, a cargo de un puesto de venta de pescado. Lucas Bravo, uno de los pocos que se dedica al rubro "tienda", relató que antes era vendedor ambulante y que, desde que obtuvo el permiso correspondiente, trabaja en la FIAB número 5, que desarrolla sus actividades en Caballito, Flores, Pompeya y Almagro.