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Escritor Periodista

La vuelta del líder de la Línea Aire y Sol

Rajan del gobierno psiquiátrico al bestseller Matías Kulfas y otra vez irrumpe Daniel Scioli.

escribe Carolina Mantegari
del AsisCultural, especial
para JorgeAsisDigital.com

En el país psiquiátrico el conflicto se presenta con la imagen borgeana del laberinto.

Entonces se “sale por arriba”. Con la carambola del acierto. Para caer en el “no conflicto”.

Ausencia del conflicto de Laclau y Chantal que diseña el engaño del “consenso” de Larreta.

Alude al espejismo teórico que fascina a Horacio Rodríguez Larreta, Geniol, junto al “plan integral” que se compra «llave en mano» (La Melconian Mediterránea líquida).

Al consenso suele llegarse por la capacidad de conceder para obtener.
Por la superabundancia de la fe. Por toneladas de esperanza. Por la energía del empuje vital. “Todos juntos para adelante”.

Es la ideología optimista del positivismo que encarna Daniel Scioli, el Líder de la Línea Aire y Sol que vuelve desde la “selva de Brasil” (según concepción histórico-cultural de Alberto Fernández, El Poeta Impopular).

 

Prueba de amor

Como prueba de amor, en una capitulación tierna y melodramática, Alberto entregó a La Doctora, en bandeja de hojalata, la cabeza de Matías Kulfas, don León Trotsky.

Por un tema «de caños» a la carta, presupuestados para Techint.
Laminaciones de 33 milímetros y alcahueterías en susurros que lograron la dichosa reconciliación de dos exponentes del gobierno condicionado por la psiquiatría.

Los perimetrales instalan que el descabezamiento de Kulfas debilita a Martín Guzmán, El Chapito.

Pero se equivocan con entusiasmo. Al contrario, la súbita aparición de Scioli lo fortalece providencialmente a Guzmán.

Aparte del Daddy Stiglitz, el único individuo en el mundo que suele excederse en reconocimientos hacia Guzmán es Scioli.

Compartieron cantidad de acuerdos en el país selvático, donde el líder todavía es embajador.

Aunque es probable que las pontificaciones hacia la capacidad y calidad de trabajo de Guzmán, no hayan sido expresadas por Scioli a La Doctora, en su extensa visita registrada veinte días atrás.

Transcurrió durante la plenitud del silencio lacaniano que ejercitaba La Doctora en lo más alto del poder.

Silencio lacaniano que compartía con Alberto, el elegido presidente del catastrófico Tercer Gobierno de La Doctora.

 

Prematura conformidad general

La vuelta del Líder de la Línea Aire y Sol admite el prematuro balance de conformidad general.

Por la prueba de amor Alberto se reconcilia con La Doctora y elimina a Trotsky como factor de irritación.
“Daniel, aparte, es un amigo, un hermano”.

La Doctora se lo carga a Kulfas, el ministro irritante, con otro tuit.
Aunque deba interactuar de nuevo con Scioli.

Justamente con el profesional que tiene un doctorado en la paciente especialización de tolerar.
“Daniel es inmune al riesgo del kirchnerismo básico”.

Kulfas Trotsky mantiene demasiado sentido del humor para victimizarse.
Queda rigurosamente aliviado. Ya no tendrá que lidiar más con los dos psiquiátricos inconcebibles.

Consta que a Alberto no solo Trotsky le era leal.
Más aún, fue Kulfas quien inventó el cuento del Grupo Callao. Como si existiera.

Fue cuando La Doctora lo condecoró a Alberto con su clásico tuit.
“Armá algo, Matías, necesito demostrar que tengo algo propio”, suplicaba Alberto.

Era el titular unánime de Parte (partidito político de entrecasa que le había armado su amigo Alberto Baduán).

En adelante Kulfas podrá disfrutar de la gloria literaria. De “la renta inesperada”.

Derivación del opus “Los tres kirchnerismos”, un texto que evoca inexorablemente al ensayo “Los cuatro peronismos”, del pensador Alejandro Horowitz.

La «renta inesperada» fue consecuencia de la promoción indirectamente gratis que le hizo La Doctora.

Citó el libro de Trotsky para degradarlo, pero lo convirtió en bestseller.

 

El triunfó en Brasil de Aire y Sol

El país selvático también es, como Argentina, psiquiátrico. En Brasil, Scioli se lució con un carnaval de hazañas.

Alcanzó a conquistar una sublime relación diplomática con Jair Bolsonaro.
Presidente que detesta al presidente y a la vice que el embajador políticamente representa.

Trascendió que en elevadas sesiones de caipirinhas, Bolsonaro solía colgarse con algarabía del señor embajador.

“El señor embajador es un cara simpático”, decía Bolsonaro.

Pero el Scioli diplomático mantuvo también una positiva amistad con Lula da Silva, el enemigo de Bolsonaro.

Antes de caer preso por un departamento en Guaruja, el Mar del Tuyú de Brasil, Lula aconsejó al Scioli candidato, durante la campaña contra Mauricio Macri, El Ángel Exterminador:
“Vocé, Daniel, tiene que ganar, y si para ganar tiene que hablar mal de mí, hable mal, pero gane. Se vienen momentos difíciles para nuestros países”.

Con fe y esperanza Scioli construyó también una relación política con Fernando Henrique Cardoso, el eminente intelectual que fue ministro de Economía y después presidente de Brasil.

(Al margen: Cardoso es el origen de la desconfianza de los presidentes hacia los ministros de Economía que creen estar capacitados para ser presidentes.
Como Cavallo, Lavagna o López Murphy en Argentina.

Ni Kirchner ni Macri, por la misma razón, quisieron tener ministros de Economía. Para fragmentar el ministerio en seis pedazos.

El ejemplo de Cardoso fue continuado por Emmanuel Macron en Francia.
Es el obstáculo para otorgar jerarquía de ministro a Carlos Melconián, El Economista Tablonero, como a Martín Redrado, El Galán Maduro).

 

Propuestas de pasado

La vuelta del Líder de la Línea Aire y Sol instala otro presidenciable para el análisis.

Es el tercer postulante de la superstición peronista que está capacitado para construir un capitalismo sin culpa.

Junto con Juan Manzur, El Menemcito, Premier que destacó la condición de jefe en el show del Senado.

Y Sergio, El Conductor, que carga con el hartazgo del dilema psiquiátrico de sus dos aliados.

Por ahora Alberto no va a ofrecer más pruebas de amor.
Moroni hoy preside en Ginebra la Conferencia de la Organización Internacional del Trabajo.

No puede Alberto con Moroni repetir el papelón de rajarlo como a Felipe Solá.
Y Alberto, a Guzmán, le marca la cancha con un plazo fijo hasta septiembre.
El Chapito tiene tres meses para atenuar el desmadre salvaje de la inflación.

Tampoco Alberto va a resignar el entretenimiento oral de su reelección.
Es el delirio que comparte con Santiago, El Nietito. Con el consagrado Zapatitos Blancos.

Al cierre del despacho, mientras se impone el paulatino deterioro estratégico, brota también la candidatura presidencial de La Doctora, pero inspirada más en la creación propia, Alternativa Ciudadana, que en el amontonamiento quebrantado del Frente de Todos.

Lo que está en juego es el poder, pese a la negatividad de las encuestas.
Y La Doctora para volver a ser necesita que sea Macri el candidato opositor, y no Larreta.

Corresponde que el país psiquiátrico se dispute entre las dos antagónicas propuestas del pasado.

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