La serie que refleja el colapso de la familia
La serie del momento, Adolescencia, visualiza la problemática de un chico acusado de homicidio. Ahí se comprende el significado y las motivaciones del movimiento incel, es decir, célibes involuntarios.
Estas tribus de incels fueron creciendo con expresiones de misoginia, hostilidad y apología de la violencia hacia las mujeres, haciéndolas responsables por su falta de interacciones sexoafectivas. Es decir, las acusan de discriminar a los varones y llegan al extremo de promover o cometer actos de violencia extrema.
Uno de los rasgos más característicos e importantes de esta subcultura es su prédica misógina. La violencia en su máxima expresión es el distintivo de estas personas. La comunidad se encuentra perfectamente determinada en diferentes foros. Existe una falsa creencia de que las mujeres son demasiado selectivas sexualmente y utilizan su seducción y sexualidad para el ascenso social por encima de todo. Sin embargo, aun si así fuera, las relaciones interpersonales siempre se dan por atracción, afinidad, entre otros factores.
El movimiento está en expansión a nivel mundial. En Estados Unidos, los casos son más conocidos debido a la cobertura de la prensa. Diferentes estudios han determinado que, por Internet, estos foros se vuelven transfronterizos. Es decir, muchas personas comienzan a sentirse identificadas con este tipo de pensamiento sin importar en qué país se encuentren. Este es el verdadero peligro: en pocas y sencillas palabras, los machistas que no son registrados por el sexo femenino consideran que la culpa es exclusiva de las mujeres, a quienes acusan de ser demasiado pretenciosas al momento de elegir relaciones. Sin duda, los idiotas cómodos y antisociales se multiplican en el mundo y, lo peor de todo, se creen las víctimas.
Cuando se comete un delito, como la matanza de mujeres, discursos de odio, lesiones o amenazas, al indagar los motivos del perpetrador podemos concluir que su perfil suele coincidir con las características propias de este tipo de comunidades.
Lo concreto es que la serie no hace más que evidenciar que la familia no encuentra los mecanismos para educar y guiar a los hijos. La escuela, por su parte, tampoco cumple ese rol: solo enseña a construir conocimientos y, a la luz de los conflictos actuales, todas las estructuras parecen derrumbarse frente al fenómeno de la adolescencia.
De algo estoy seguro: si no enseñamos a tolerar la frustración, no haremos más que criar caprichosos que transitan por la vida echando culpas a los demás en lugar de hacerse cargo de sus propias responsabilidades. Conseguir objetivos o enfrentar desafíos es algo que todas las personas deben afrontar a diario. Superarlos depende de la voluntad que cada uno tenga para sortearlos.
Hoy, los padres difícilmente educan: solo cumplen los caprichos de hijos cada vez más exigentes…
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