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La propaganda como publicidad

El kirchnerismo nunca pudo superar la confusión que le produce el precepto constitucional de "publicidad de los actos de gobierno", que interpreta como "propaganda de los actos de gobierno".

El Gobierno nacional dio en 2011 otra vuelta de tuerca a sus designios de imponer el pensamiento único. Todo sirve a sus fines, fundamentalmente los dineros públicos. Presentar en los presupuestos abultados proyectos sobrevaluados deja en poder discrecional del kirchnerismo una inmensa masa de dinero, como "ahorro de la ejecución presupuestaria". Lo que en realidad se ejecuta es la austeridad.

Ese año, y como siempre, la manipulación de los cálculos y recursos y la sempiterna ley de emergencia económica dejan en manos de la Jefatura de Gabinete, o sea, la jefatura del Estado, un cuantioso volumen de efectivo, del que el kirchnerismo dispone a su arbitrio para premiar a los obsecuentes y castigar a quienes, por respeto a la libertad de pensamiento, no se suman al cortejo de bendecidos por su munificencia.

Este innoble sistema de premios y castigos sirvió a Néstor Kirchner para ampliar y consolidar su endeble base política (debe recordarse que llegó al poder con menos del 25 por ciento de los votos en las elecciones presidenciales de 2003).

"Poderoso caballero es don dinero", decía el genial Francisco de Quevedo (1580-1645). Y en la República Argentina lo es mucho más, porque sirve para comprar poder. En la sociedad informatizada contemporánea, los medios ejercen una influencia en la sociedad.

No puede sorprender que en 2011 la Jefatura de Gabinete de Ministros tenía previsto desembolsar unos 608 millones en "prensa y difusión" de los actos de Gobierno. Pero, al parecer, esa enorme suma resultó escasa para el proyecto continuista. Por eso, subió la apuesta y dispuso de 735,8 millones, es decir, unos 2 millones de pesos diarios.

A ello debe sumarse "Fútbol para todos", que arrancó con 690 millones de pesos, a los que agregó, mediante un decreto de necesidad y urgencia, 38,5 millones, con más otros 25 millones que pidió el titular de AFA, Julio Grondona; o sea, 753,5 millones más. Por supuesto que no debe atribuirse a ese flujo de metálico la contundente victoria en las elecciones presidenciales de octubre último, pero es indudable que ayudó bastante.

El kirchnerismo tuvo siempre (y sigue teniéndola) una maciza confusión de lo que significa el precepto constitucional de "publicidad de los actos de gobierno", que invariablemente interpreta como "propaganda de los actos de gobierno". Así maneja sus discriminantes pautas. Pero la efectividad de esa práctica es bastante opinable.

Los medios impresos beneficiados con la generosidad oficial terminan por lo general comercializados en paquetes de papeles. La mayoría disimula su escasa inserción bajo el rubro de distribución gratuita. Y en cuanto a la cohorte de predicadores de radio y televisión, las mediciones de sus programas suelen ser deprimentes. Por eso, el dinero nunca alcanza. Hay que comprar más lealtades.