DOLAR
OFICIAL $816.08
COMPRA
$875.65
VENTA
BLUE $1.18
COMPRA
$1.20
VENTA

La increíble historia real de Michael Fagan, el joven que se coló en el dormitorio de Isabel II

Fue en 1982 cuando el joven pintor accedió al cuarto de la Reina de Inglaterra y marcó una brecha en la seguridad de la corona británica en las últimas décadas.


El 9 de julio de 1982 Michael Fagan había tocado fondo. Este pintor irlandés, de por entonces 32 años, vagaba por las calles de Londres ahogando en pintas y estupefacientes varios las penas de una vida rota. Al desempleo se le sumaba la separación de su mujer, Christine, que se había marchado de Londres junto a sus cuatro hijos en común. Fagan estaba en libertad condicional. Acababa de pasar tres semanas en la cárcel de Bristol por el robo de un vehículo con el que intentó visitar a Christine y los niños. Nadie podría imaginar que aquel ladrón borracho, muy alejado de los sofisticados villanos de las películas de James Bond, estaba a punto de perpetrar la mayor brecha en la seguridad de la corona británica del siglo XX.

En lugar de aplacar la embriaguez con un café doble o durmiendo la mona en casa, Michael Fagan decidió pedirle explicaciones de su depresión a la mayor autoridad del país y, arropado por la oscuridad de la noche profunda, dirigió sus pasos hacia el palacio de Buckingham. Después de saltar la verja, entró en la sala de la colección de sellos del rey Jorge V por una ventana abierta. Aunque sonó la alarma hasta en dos ocasiones, los agentes pensaron que se debía a un cortocircuito de la misma y la desconectaron. El irlandés trepó por una tubería más de cuatro metros hasta el tejado, dejándose los zapatos por el camino y un reguero de sangre al cortarse la mano. “Guiándose por los cuadros”, llegó al dormitorio de la reina y, sin ser detenido por nadie, entró en sus aposentos a las siete y cuarto de la mañana.

“Estaba más asustado de lo que he estado nunca en mi vida. Después ella me habló, y era como el cristal más fino que pudieras romper: ‘¿Qué estás haciendo aquí?’”. Así recordó Fagan en una entrevista con el tabloide británico The Independent de 2012 el momento en el que osó correr las cortinas de la habitación y despertar a Isabel II. Según un informe de Scotland Yard, la reina consiguió mantener la calma y una conversación de diez minutos con el pintor, que “llevaba consigo un trozo de cristal de un cenicero roto con el que amenazó con cortarse las venas en presencia de Su Majestad”. Antes de ser detenido por la policía, fue un lacayo llamado Paul Whybrew el que consiguió calmar al joven ofreciéndole un cigarro y una copa de whisky, convirtiéndose desde entonces en una figura de máxima confianza para la monarca. Hasta el punto de ser uno de los pocos con permiso para acercarse a ella durante el confinamiento.

Michael Fagan no entró en prisión por lo sucedido aquel 9 de julio, ya que por entonces el allanamiento de morada no estaba tipificado como un delito criminal –la norma fue cambiada en 2007–. Sin embargo, la mayor sorpresa con respecto a su caso llegó cuando los medios de comunicación desvelaron que esa no había sido la primera excursión del padre de familia por los corredores de Buckingham. Un mes antes de los hechos, la noche del 8 de junio, Fagan ya se había paseado por el palacio, “mirando obras de arte” durante media hora hasta que las doncellas avisaron del allanamiento. “En sus paseos por los pasillos llegó a la habitación 108, donde los príncipes de Gales guardaban los regalos que estaban llegando con ocasión del entonces inminente nacimiento del príncipe Guillermo. Fagan revolvió algunos papeles, abrió un armario, y allí vio una botella de vino. Con ayuda de unas tijeras, empujó el corcho y bebió. Después, volvió a salir de palacio”, describía Andrés Ortega en su crónica para El País. El único delito por el que se pudo juzgar al joven fue por el robo de aquella media botella de vino, pero un tribunal londinense le absolvió de los cargos.

El caso Fagan obligó al gobierno de Thatcher –que mantuvo una audiencia especial con la soberana al respecto– a dar cuentas ante un Congreso escandalizado y a desplegar nuevas medidas de protección de la residencia de la monarca. “No sé por qué lo hice, algo se metió en mi cabeza”, asegura el intruso, incapaz de explicar cuatro décadas después los motivos de su visita. Fagan ingresó en un centro psiquiátrico durante varios meses y se convirtió en una celebridad nacional, llegando incluso a publicar una versión punk del God Save The Queen con la banda The Bollock Brothers. En los años posteriores, volvió a tener problemas de orden público, siendo acusado de agredir a un policía y, posteriormente, entró en prisión por un delito de tráfico de drogas. En julio de 2019 un joven de 22 años trató de imitar su “hazaña” sin éxito.


Fagan ha asegurado que si alguien se hubiera atrevido a llevar a la gran pantalla su historia, le hubiera gustado que fuera su actor favorito, Al Pacino, quien lo interpretara. Quizá algo maduro ya Pacino, sin embargo el pintor se conformó con los actores Eddie Marsan, que le dio vida en el telefilme Walking the dogs de 2012 con Emma Thompson; y Tom Brooke, que se puso en su piel en una de las temporadas de The Crown, la serie que la Reina Isabel II disfrutaba de ver.

Dejá tu comentario