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La Fiesta de Pocos La Fiesta de Todos

Por Carlos Caramello. Se vienen dos fiestas: una de despedida, otra de recepción.

Nunca faltan encontrones
Cuando un pobre se divierte”José Hernández

Martín Fierro

Se vienen dos fiestas: una de despedida, otra de recepción. Una el 7 de diciembre, la otra el 10. En la última fiesta de despedida hubieron más de 500 mil personas. En la última fiesta de recepción no fue ni el gato (sin alusiones personales, señor Presidente). Datos, no interpretaciones: las fotos del 9 de diciembre de 2015 muestran una Plaza de Mayo colmada, mucho más allá de su perímetro. La imágenes del 10 de diciembre de 2015, tomadas a espaldas de Macri, exhiben una Plaza de Los Dos Congresos prácticamente vacía, con unas pocas personas junto a las vallas, agitando banderitas argentinas mínimas con menos entusiasmo que empresario Pyme pagando las tarifas dolarizadas.

La Fiesta de Partida

Lo que vendrá es una incógnita, aunque no tanto. La fiestita de despedida del presidente autoexiliado promete ser un malón de ausencia; tanto en lo numérico como en lo violento. Ese selecto grupo de admiradores que ha rodeado a Mauricio en su adiós (espero, deseo definitivo), se revela por la furia, por la virulencia de sus expresiones. Alcanza con observar las imágenes del acto en Barrancas de Belgrano, o el reciente video “Campo + Ciudad” en el que advierten Que nadie se equivoque: aceptar la decisión de la mayoría no significa permitir que nos pasen por encima" o tomar a pie juntillas las declaraciones del ruralista Eduardo Buzzi anunciando “enfrentamientos” (palabra muy utilizada durante el Proceso para justificar los asesinatos de militantes políticos) con el nuevo gobierno.

De muestra basta un botón”, decían mis mayores y acabo de precisar tres indicadores de lo que promete la juntada de macristas en Plaza de mayo: las mismas señoras paquetonas, con sus ropas de shopping y sus fragancias francesas, desgañitándose, sacadas, contra los negros que vuelven al poder; los mismos señores mayores, con ese característico tufillo a bosta de vaca y sus palabras arrastradas para explicar la República y las consecuencias de este regreso del peronismo; los conocidos de siempre arremetiendo contra periodistas de medios verdaderamente independientes, mientras agitan minúsculas banderitas argentinas de polietileno provistas por quienes los movilizaron en secreto y cantan/gritan violencias que enrojecerían a la mayoría de la población carcelaria.

Y Macri. Macri en el balcón que nunca habrá de pertenecerle. Con una emoción de video tape. Sacudiendo a “La Hechicera” como si fuese una muñeca pata larga. Centralizando todas las cámaras, todas las miradas, todas las canciones… y todo lo demás que entra en ese inmenso ego que lo define, el mismo que lo ha llevado a subir a las redes una serie de videos en donde se lo ve sólo a él: sus ojos celestes; su sonrisa, sus rictus, sus palabras y sus lágrimas… Queda claro que el único responsable de la debacle argentina de los últimos cuatro años es él.

La Fiesta del Pueblo

Tres días más tarde (martes 10 de diciembre), la Plaza de Mayo volverá a manos de su verdadero dueño: el Pueblo. Desalojada ya de “la Gente”, se colmará de una alegría digna, auténtica, esperanzada, como la que la llenó un 17 de octubre, hace ya más de 74 años. Mujeres, hombres, niñas y niños. Familias enteras recuperando el lugar y la historia. Y las canciones. Y los abrazos. Y los reencuentros. Y también las ausencias, esos espacios muy difíciles de llenar porque estaban ahí, con nosotros, no hace tanto. Y estuvieron resistiendo. Y un día se nos fueron despacio, en silencio, en medio de ese inmenso silencio que nos invadió durante 4 años.

Pero hasta esa tristeza, legítima y entera, formará parte del festejo, como las parrillas que inundarán de olor a chori hasta el último rincón de la Plaza y las remeras con colores e inscripciones con las que nuestros artesanos trataran de escaparle por un día a tanta malaria acumulada. Será la Fiesta. Será la sonrisa repetida. El gesto compañero. El apretuje que nos queda cómodo porque Pogo y qué.

Y sonará esa música que emana de los cuerpos rozándose. Y los más jóvenes buscarán su chape entre tantos posibles. Y los más veteranos nos abrazaremos a nuestro amor, o a nuestro recuerdo. Y la sonrisa será lágrima, y recuerdo, y sonrisa otra vez porque “no volvíamos más”, y volvimos. Con Alberto, con Cristina, con Néstor, con Perón y con Evita. Con las Madres, y las Abuelas, y todas y todos con todo respeto, ese respeto que nace del amor por el otro, del reconocimiento, del sentido de Patria.

Dos festejos distintos. Dos motivos distintos. Uno de despedida. Otro de bienvenida. Lo que muere y lo que nace. Lo que se va y lo que llega. Y en el medio, la Argentina real, tratando de reconstruirse desde el pie. Parándose dolorosamente, después de la brutal caída.

Ahí estaremos los muchos. Los casi todos. Evitando cualquier provocación. Sacándole el cuerpo a las previsibles agresiones infiltradas, para que no se empañe la fiesta. Ahí estaremos para el País, y para la Patria. Y para la Libertad.

Que lo demás, no importa nada.

 


 

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