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La emotiva despedida de Jean-Paul Belmondo en Francia: con honores y la música de "Los Profesionales"

El actor fue una leyenda del cine. Hasta Emmanuel Macron estuvo presente. 


A tres días de su muerte, Jean-Paul Belmondo fue despedido con un conmovedor homenaje en Francia, su país natal, que le rindió homenaje a una de sus grandes leyendas del cine en el Patio de Honor de Los Inválidos, uno de los monumentos más importantes de París. 

Y no solo una gran multitud se acercó para darle el último adiós al destacado actor, sino que también estuvieron presentes sus familiares, el presidente Emmanuel Macron y la primera dama, Briggite Macron.



El primer mandatario recibió a los restos del actor, cubiertos con una bandera francesa y dio un profundo discurso. "Amamos a Jean-Paul Belmondo porque se nos parece. Era ese hombre entre los hombres. Nos gustaba porque reflejaba nuestras contradicciones, nuestros fallos, adoramos su gusto por el riesgo, su elegancia", manifestó, conmovido. Y destacó su extensa y fructífera carrera: "Fueron seis décadas de cine y teatro en la que nos abrazó a todos". Además, definió al artista como un "inmortal", no solo por el legado que deja en sus películas, sino por cómo influyó a las generaciones de actores.

Al finalizar el homenaje, el ataúd fue retirado del patio con un aplauso cerrado y al ritmo de Chi Mai, la canción de Le Professionnel (1981), una de las películas más recordadas del actor.

Belmondo comenzó su carrera como actor a mediados de la década del 50, cuando luego de sufrir una crisis decidió abandonar el boxeo y dedicarse a la actuación. Se destacaba por su carisma, su atractivo físico, con su nariz desviada, y su gran sentido del humor, que lo hacía moverse como pez en el agua en comedias y películas de acción, en la que no quería tener dobles de riesgo.

Trabajó en 85 películas de la mano de los directores más destacados. Y el gran salto lo dio en 1960, cuando Jean-Luc Godard lo eligió para protagonizar Sin aliento. "Después de Sin aliento, de la noche a la mañana, me fui a Italia a rodar cuatro películas seguidas. El teléfono no paraba de sonar: hubiese podido hacer veinte por año, si quería", reveló en una entrevista.

En 2001 sufrió un derrame cerebral que le dejó algunas secuelas en su cuerpo, motivo por el que pasó varios años alejado de las cámaras. Pero en 2009 volvió al ruedo con Un hombre y su perro, de Francis Huster, una nueva versión del clásico de los 50 Umberto D, de Vittorio de Sica. Más allá del reconocimiento del público y de sus colegas, en 1989 se ganó el Premio César como Mejor Actor por la película El imperio del león (1988), de Claude Lelouch, pero lo rechazó. Y en 2016 ganó el León de Oro por su trayectoria en el Festival Internacional de Cine de Venecia.

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