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La crisis del gran sueño educativo

Por diferentes causas, entre ellas la violencia en las escuelas y la disminución de aspirantes a maestros, la crisis del sistema educativo debe ser tema de análisis para buscar nuevas alternativas.

Para simplificar las cosas, podría decirse que los problemas del sistema educativo no se plantean sólo en las escuelas y en los colegios sino también, y ante todo, en la realidad general que los circunda e incluye.

Los vientos que vienen de la sociedad son muy fuertes y los cambios económicos, sociales y culturales inciden cada vez más en la comunidad educativa, en especial en los niveles primario y secundario. No puede decirse que el Estado, tanto el nacional como el de las provincias, no haya hecho en las últimas décadas importantes inversiones en educación, sobre todo en infraestructura, equipamiento y formación docente. Pese a ello, son cada vez más altos los porcentajes de deserción, en particular en el nivel medio, aunque ahora también alcanza al primario.

La marginalidad social, la pobreza y el abandono de la cultura del trabajo han dado pie a otro fenómeno igualmente inquietante: el abandono de la cultura educativa. La escuela y la figura del maestro o del profesor ya no gozan del prestigio que tenían en otras épocas.

Con una agravante: la eclosión de una cultura de la violencia está haciendo estragos en los colegios, y no sólo en nuestro país y en los estratos más bajos de la sociedad, sino también en los establecimientos privados más caros. Una tendencia que es global. A la imagen del adolescente que usa trinchetas o navajas para pelearse con sus compañeros, se suma otra más peligrosa: la del que lleva un arma de fuego y es capaz de usarla con cualquier justificativo.

La violencia dentro o fuera de los edificios escolares se ha convertido en un fenómeno que conspira contra la convivencia, la calidad educativa y el rendimiento de los alumnos. Y no se trata sólo de las peleas o reyertas entre los chicos o jóvenes, sino de madres o padres de alumnos que golpean a una maestra porque consideran injusta una nota o una sanción disciplinaria. Ello ha creado un ambiente de inseguridad y temor, que en nada ayuda a una mejor educación.

Por otra parte, hace unos días la vicerrectora de un colegio de la ciudad de Córdoba fue baleada por dos delincuentes que se desplazaban en una motocicleta y que le arrebataron un maletín en el que llevaba papeles sin ningún valor monetario o económico. Fue un ejemplo paradigmático de la violencia extraescolar, que tiene como protagonistas a delincuentes comunes, a veces de la edad de los alumnos que van a los colegios.

Esta suma de ejemplos conforma una dura y triste realidad que alienta, entre otras causas, la disminución –en una proporción preocupante– de la cantidad de aspirantes a maestros. Domingo Faustino Sarmiento se sentiría triste y desilusionado por esta crisis del gran sueño educativo argentino. Ante esta dura situación, corresponde el análisis y la búsqueda urgente de nuevas alternativas para recuperar el objetivo que se había planteado el gran educador.